El cuento “Ante la ley”, escrito por Kafka, narra la historia de un campesino que se presenta ante la puerta de la Ley, la que está custodiada por un guardia. El campesino le pregunta al vigilante si puede pasar, él le responde que no por el momento. Lo sorprendente es que la puerta se encuentra abierta. El hombre insiste para saber si alguna vez podrá entrar, el guardia no es claro y dice que es posible, pero no por ahora. El campesino trata de sobornar al guardia con todo lo que tiene, pero éste solo recibe los regalos diciendo “para que no creas que has omitido ningún esfuerzo”. Pasan los años y antes de morir el campesino le pregunta al guardia por qué en todos esos años no ha venido nadie más, si todos quieren acceder a la ley. El guardia responde “Aquí no podía entrar ningún otro, porque esta entrada estaba destinada sólo a ti. Ahora me voy y la cierro”.
La mayoría de los análisis de este relato, concuerdan que la imposibilidad de cruzar la puerta de la ley, radica precisamente en que la puerta está abierta. Massimo Cacciari nos dice: “¿Cómo podemos esperar abrir si la puerta ya está abierta? ¿Cómo podemos esperar entrar en lo abierto? En lo abierto se está… Sólo podemos entrar allí donde podemos abrir. Lo ya abierto inmoviliza”. El cuento de Kafka nos propone una paradoja, ya que el campesino al no recibir el permiso para traspasar la puerta, decide esperar, no viola la norma y al no hacerlo queda al margen de la ley, situación análoga es la del guardia, que resguardando la ley se mantiene fuera, lo que permite concluir que para proteger la ley se debe actuar fuera de ella.
Hoy, que en Chile estamos en un proceso constituyente, es válido preguntarse, desde una mirada kafkiana ¿Quién o quiénes lograron cerrar la puerta para que podamos abrirla? Quienes lo hicieron actuaron inevitablemente desde fuera de la ley, ya que nuestro momento constituyente surge de la desobediencia, del llamado colectivo a “evadir”, luego a no acatar las restricciones del estado de excepción, en resumen, de la rebelión popular, la que a su vez fue fuertemente reprimida por la fuerza policial, que para defender la normativa vigente violó sistemáticamente los DDHH, es decir, para proteger la ley actuó fuera de la ley. Las condiciones del cuento de Kafka, se asemejan bastante al “proceso” chileno, salvo en la actitud pasiva del campesino, que aun siendo marginado de la ley decide no transgredirla, falleciendo igualmente, no por el efecto directo de la ley, sino por su indiferencia. El estallido social, en cambio, nunca buscó cruzar la puerta, su espíritu no era atravesar la ley, sino abolirla.
Desde este punto de vista, no sólo es válida la condición que impone la Lista del Pueblo a los partidos políticos, sino que moralmente es ineludible. Me refiero a la declaración de los/as voceros/as de la lista conformada por independientes, que declararon que sólo conversarán con los partidos políticos luego de la liberación de todos/as los/as presos/as de la revuelta. Lejos de mostrar un jolgorio triunfalista, la posición de la Lista del Pueblo supone una detención, una pausa que pone la luz no sobre los/as candidatos/as que en condiciones desiguales lograron obtener un escaño, sino en los ausentes. Este gesto, de notable sinceridad, lo que hace es suspender por un momento la urgencia de futuro, para girar hacia el pasado reciente y reconocer su propia energía fundadora. Nos recuerda que el momento constituyente no inicia el día del acuerdo en el Congreso, tampoco en el plebiscito, ni en las elecciones recientes. Surge en las manifestaciones populares, surge en la violencia de esas manifestaciones, por más que los distintos grupos políticos traten de higienizar la protesta y separar la manifestación pacífica. Todos/as sabemos que fue la violencia que surge en las calles la que remeció la estructura política. Walter Benjamin en Crítica sobre la violencia, identifica que todo Derecho se origina en una violencia que lo funda, identificando dos tipos de violencia: la instauradora de derecho y la conservadora de derecho. Ambas como en el cuento de Kafka funcionan fuera de la ley, condicionándola. Ambas presentes y claramente identificables desde octubre de 2019. Aun en un proceso institucionalizado, representado en la Convención Constitucional, podemos ver convivir estos dos poderes como dos conciencias que se enfrentan, la vieja y la nueva, lo constituyente vs lo constituido que se niega a desaparecer. El poder constituido funciona siempre de la misma forma, en primera instancia se defiende de la amenaza reprimiéndola, cuando esto fracasa, trata de abrazarla, de incorporarla a sus normas. El poder constituyente no quiere entrar en la caja, quiere reemplazarla, y le debe toda su energía a quienes en primera instancia desarticularon la ley, a quienes cerraron la puerta. La lista del Pueblo respondió la invitación a negociar con un grito conocido en las calles: “No estamos todos/as, faltan los/as presos/as”.