SEGUNDA VUELTA PRESIDENCIAL Y LAS DOS CONCIENCIAS DE CHIHIRO

 

Pertinente resulta revisar la película más emblemática de Estudio Ghibli y de Hayao Miyazaki: El Viaje de Chihiro, en miras a dar luces al proceso político chileno encaminado, después de las elecciones del domingo, a una segunda vuelta ¿Cómo podría una cinta de animación ayudarnos a comprender un asunto tan complejo como nuestro devenir político? La palabra clave es crisis. La película de Miyazaki trata de una niña ingresando al periodo de adolescencia, el momento de transformación por excelencia. Recordemos que crisis es crecer, por eso toda transformación real viene aparejada de una crisis. En el caso de Chihiro lo primero es la negatividad, se encuentra en conflicto con el mundo dado, con la cultura de los padres, es una chica que comienza a desarrollar una conciencia propia, y por tanto cuestiona lo que antes aceptaba como parte de lo normal. Las actitudes groseras y consumistas de los padres, a ojos de la niña, hacen que sean percibidos por ella ya no como seres humanos, sino como cerdos. Esa negatividad es precisamente el centro de la trama, la que detona el viaje espiritual de Chihiro. Es claro que la chica se encuentra en un periodo de mudanza, no sólo por el cambio de ciudad como efectivamente sucede en la cinta, también es una mudanza espiritual, debe conciliar aquello que deja atrás con el devenir. El viaje de Chihiro es la lucha entre dos conciencias: la vieja y la nueva, una tiránica y otra liberadora, la constituida y la constituyente. Interesante resulta que el viaje en tren hacia esa nueva conciencia sólo tenga boletos de ida, la imposibilidad del retorno es espiritual, quien “vuelve” ya no es la misma. Es un no retorno del ser. En el desenlace, la prueba final de Yubaba, la niña debe identificar entre un grupo de cerdos cuáles son sus padres. Chihiro sin mirarlos responde que ninguno. Ha afirmado su nueva conciencia, su identidad, sus valores, y al hacerlo se ha reconciliado con su historia, ya no percibe a sus padres como cerdos, puede por tanto volver a cruzar el túnel.

Al tomar la alegoría de Chihiro para entender el proceso político-cultural chileno, en miras a las próximas elecciones, no se debe entender como un plebiscito entre conservación y transformación, aunque sea obvio que las candidaturas se identifiquen con esas dos posturas. Esa elección ya no es posible. El enfrentamiento entre dos conciencias, una que representa el poder constituido y otra que boga por el constituyente, es parte del proceso de transformación mismo. Una de las pocas certezas que quedan en pie es la imposibilidad de volver a ser el mismo, lo que ha cambiado es nuestra relación con el mundo dado, con aquello que era aceptado como normal. Un ejemplo decidor es la visión que se tiene de las AFPs, un sistema de pensión que era aceptado por la ciudadanía con toda normalidad, no es que necesariamente funcionara bien o que gozara de popularidad. No, simplemente estaba naturalizado. Pensar en cambiarlo era imposible, era cuestionar el modelo. Hoy lo imposible es mantenerlo, aunque no tengamos claridad o consenso en cuál sea el sistema más idóneo que lo reemplace. Las crisis de transformación tienen esa incertidumbre, son ese viaje sin retorno, y no todos/as somos tan valientes como Chihiro para subir a ese tren sin el menor asomo de duda. Por eso el miedo es parte del proceso y la palabra seguridad resulta atractiva, aunque sólo sea para escucharla. Las campañas políticas del terror en Chile coinciden con los procesos de transformación histórica más importantes. En el Chile de 1989 la opción por la democracia era aparejada con el caos, la dictadura que hoy vemos en retrospectiva como un proceso terrible, era la normalidad en esa época, la democracia era la incertidumbre.

Uno de los temas que representa de mejor manera el enfrentamiento entre dos conciencias, es el que refiere a la igualdad de género. Primero porque revela que lo que está en disputa excede con creces el carácter económico, y segundo porque era improbable que apareciera como un tema en disputa, al menos en una contienda electoral. Es decir, parecía haber cierto consenso en la necesidad de avanzar en dicha agenda. La razón por la que aparece, es porque no se trata tan sólo de una elección presidencial, lo que de verdad está en disputa tiene que ver con la hegemonía cultural, la elección por tanto es un hito dentro de un proceso más amplio. En el caso de Kast, la propuesta de eliminar el Ministerio de la Mujer, de derogar el aborto en tres causales, o de referirse a la igualdad como “ideología de género”, puede leerse como torpeza, aunque no impidió que saliera ganador en la primaria. Hoy, la controversia de un sin número de declaraciones de Johannes Kaiser, electo diputado por el partido de Kast, con frases abiertamente ofensivas contra las mujeres, es ya un despropósito. Aun así, refleja que la presión ejercida por las mujeres para transformar la sociedad al nivel de las costumbres, al nivel cultural, ha hecho tambalear un andamiaje mayor, al desjerarquizar las relaciones. Algo de lo que éramos, ya no puede volver a ser.  Puede J. A. Kast ganar las elecciones en diciembre, es una posibilidad real, pero no significa que los chilenos y chilenas vuelvan por ejemplo a concebir como único modelo de familia aquella formada por un padre y una madre debidamente casados, ni menos que la mujer deba someterse a los deseos del hombre.

Hay sólo dos formas de enfrentar una crisis: asumirla para superarla, lo que requiere la valentía de Chihiro para tomar ese tren sin retorno por el sendero de lo nuevo; o evadirla reprimiendo el deseo, cobijándonos en la seguridad esclavizante y desmovilizadora de Yubaba, camino que sólo retarda momentáneamente la transformación alargando por más tiempo la crisis. La vieja disputa entre poder constituyente versus poder constituido. Chile se encuentra aun en mitad de la trama de la mágica obra imaginada por el maestro Miyazaki, el camino estará repleto de dioses que pueden parecer demonios malolientes o de Sin Caras, que producto del miedo y la ausencia de identidad propia, adopten las voces de otros. Falta aún para que dejemos de percibir a los otros como un montón de cerdos vergonzantes, más aún para comenzar a sentir que salimos del túnel armados de una nueva conciencia.

 

 

Compártelo en:

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *