La poeta Sylvia Gaínza formó parte de la histórica “ Unión de Escritores Jóvenes” (UEJ), la primera agrupación de poetas, narradores y dramaturgos, surgida en plena dictadura por el año 1976 y cuyos talleres y actividades tenían como epicentro la Sociedad de Escritores de Chile en su casona de Simpson7.
Allí participó y dirigió talleres literarios, compartiendo con entusiasmo y valentía los sueños y las luchas de aquellos jóvenes creadores, que armados de la música secreta de las palabras iluminaban el llamado “apagón cultural” que oscurecía los cielos de la república.
Su labor creativa la llevó tanto al campo de la narrativa como de la poesía y fue en la poesía que recibió un significativo e importante reconocimiento a su quehacer literario. El calendario marcaba el año 1980 y la popular revista “La Bicicleta “ publica en sus páginas una serie de poemas de Sylvia Gaínza , distinción otorgada por un notable jurado presidido por el poeta Enrique Lihn en el Concurso Nacional convocado por la revista. Junto a ella y también distinguido en este evento literario, Rodrigo Lira, compañero generacional con quien compartió la brisa y los vientos de la época. Ese año en el Teatro Cariola los poetas Mauricio Electorat y Sylvia Gaínza en el marco de este evento telonean la lectura de de Enrique Lihn.
Sylvia Gaínza también participó del primer taller literario que dirigió tras su retorno del exilio José Donoso, luego de algunas sesiones debió abandonarlo por asuntos familiares y de salud.
Su obra se encuentra diseminada en revistas y antologías y un libro publicado el año 2015: SILENCIOS PERMITIDOS editado por Corazón Terrícola Ediciones y donde se señala : “ La poesía de Sylvia es íntima y perturbadora, por completo desprovista de indulgencia…”
Sin duda la escritora Sylvia Gaínza está entre aquellos que Sábato llama “ los pocos que cuentan” en su libro El escritor y sus fantasmas. Esto porque Gaínza demostró su fidelidad al oficio a lo largo del tiempo a pesar de las situaciones adversas, manteniéndose sin claudicar en ese combate permanente contra la página en blanco.
Hoy día Sylvia no se encuentra con nosotros, desde el 2010 descansa su alma en la paz de los poetas, eso si frente a un muy buen vecino en el camposanto, Clotario Blest, quien estoy seguro comparte con ella la poesía que emana de estos territorios tutelados por la mano de Dios.
Un abrazo a su compromiso con su tiempo, a su quehacer literario, a su ternura y a su amor incondicional por los libros, la literatura y la humanidad.
Mutilada palabra
Te alejaste un día, mutilada palabra
Ayer sol de los caminos
Y mi corazón fue acechante congoja,
Río dormido.
No abrirías mis ventanas al viento
Ni al oscuro sueño
Donde habita el poeta.
Sentí miedo de mi corazón petrificado
A mis pies se cerraban los caminos
Y mi ruta vaciaba toda huella;
Pero retornaste, sobreviviente palabra;
Enferma crónica en recuperación.
* * *
Asomada la tarde
Tocada por un dios invisible
Muerta como una sombra en un espejo
Entre nubes se nos va la tarde
y un lento humo se deshace en los ojos
en un hambre de huellas
de peces en las venas
Algo queda doliendo sin un grito
Una herida que cicatrizará mañana
Costra marítima que se irá cayendo
en el camino.
* * *
La nostalgia es luz
La nostalgia es un pezón rosado
que enlutece
Trae frescos muslos al mundo
Los ojos entonando salmos
cayéndose del libro
La dicha a las puertas de la ciudad
o en un balcón ataviada de esmeraldas
El cuerpo apto como un felino
en el verdor de un lecho
donde una luz pálida
atraviesa la ventana
y se hunde entre mis piernas
vírgenes aún como damisela
caída del libro.
* * *
Aferrada al tiempo
Porque en su pecho habita la muerte
Y hay que expulsarla de su paraíso
Bella Como un cuchillo recién lavado
Porque anida y vuelve pájaros las ruinas
Lo detengo ágil
Sin entreabrir demasiado mis ansias
Lo coloco en página distinta
sin perder un segundo
de su azarosa existencia
Temo Que se aleje sin mí
Temo Y me aferro
pavorosamente a sus latidos.
* * *
El monstruo
Es tu memoria una bóveda desierta.
Es tu soledad un relincho
de caballo enloquecido.
Llevan los ojos del ciego
dos campanillas
que lo detienen ante el precipicio.
Reverdecen arbustos entre tumbas,
la secretaria se esconde
en su traje azul.
Ellos se confunden en sus guardapolvos,
los jinetes encienden/ motores en las nubes.
Tú desconoces la huella de tu dedo
tu corazón no suda ni busca compañía.
* * *
Viaje
Viajo en el temblor del que sentado
/ en el asiento trasero
no llegará a tiempo
Entre la brecha de dos bocas que no se juntan
En cada cédula de la herida
Viajo en el vientre que digiere la carne del animal
/ sacrificado
En la mancha de aceite del pantalón
En la blanca sal que yace al fondo de la bolsa
/ de las compras
Viajo en la virgen que va a ser rematada
/ en el prostíbulo
Entre las caras de una moneda que tintinea en un bol
Viajo entre gentes que huyen de la tierra
Viajo minúscula en la lluvia
Borrosa
Diseminada agua en la aureola.
* * *
El pasado es pasado
Eso que te diría hoy;
la belleza de la tarde
hiriéndonos los sentidos;
afiebrado el olfato
la mano, una visera
a la espera del crepúsculo.
Eso que te diría hoy
sujetando mi corazón
por no buscarte.
El parque
que inventamos en sueños
afrodisíacos como gatos
Eso que te diría hoy
Mañana levemente engañoso
Moldeado por un recuerdo
que es casi una mentira…
Porque el pasado es un sueño
y la gloria de encontrarnos hoy
ya se habrá perdido.
* * *
Justificación del silencio
Cuando mi existencia se hace inhabitable
a la hora en que la tierra reposa y en cada atardecer
que alimento con mi sangre,
pequeños silencios llaman a mi página.
Atesoro estos momentos esenciales y los rapiño al tiempo
y cuando la urgencia me asalta me sobran manos y pies
o preciso nuevos pies y nuevas manos, pongo mi alerta
a disposición del silencio que debe ser sitiado
y hasta removido con cierto sadismo.
Así me habito así me habitan recuerdos olvidados
en cada omisión en cada muerte diarias;
Y revive cada palabra con un nuevo gozo
con el dolor prematuro de ser gozada.
* * *
Ojos
Las muchachas aúllan calientes
Pero aprietan sus labios. A mediodía
grita el himen de la ciudad desgarrada
en los oídos de los callejones;
Las circunvalaciones
sienten ir y venir el eco.
Las palabras golpean los dientes trabados.
Brotan versos, estrellas vomitadas
a la arcada feroz de los estimulantes.
Alguien alcanza un parque
donde el conscripto fuma marihuana
junto a los últimos amigos
que dibujan paisajes bucólicos
al atardecer.
Volveremos al parque
donde un niño corre a confundirse
entre los árboles.
* * *
Reloj suspenso
Hay un reloj mágico
que no sabe muy bien
cuándo nací,
cuánto he vivido,
pero nunca con su compás preciso
mis fracasos más tibios.
Creo escuchar sus pasos
que deliran dormidos
y tras la puerta
mientras sueño
sé que marca riguroso
la hora exacta
de mi muerte.