La poesía de Zakaría Mohamed (Otra vuelta a la antología de la poesía árabe)
De subalternos a subalternos
Hace medio año escribí el prólogo de una antología de poesía árabe que actualmente está siendo editada en México, en dicha antología faltaba Zakaria Mohamed y sentía que estaba en deuda con él y con su poesía, ya que es el primer poeta árabe contemporáneo que leí. Hace dos años me acerqué a él para pedirle sus poemas, desde el inicio fue muy gentil y generoso, menciono esto a cuenta de la publicación en su honor que hoy hacemos en CARAJO, y puesto que es difícil encontrar poetas de la calidad de Zakaria tan humildes y sencillos al mismo tiempo. Heredero de una tradición poética milenaria, quizá sea el poeta más importante de Palestina luego de la triste muerte de Darwish en el año 2008, pertenece a una generación de escritores que han sufrido las guerras de los conflictos de Medio Oriente en los últimos 30 años, y que en muchos casos se encuentran en el exilio. Él vive en Ramallah, resistiendo.
Parafraseando aquel prólogo podría decir que Zakaria es la voz de un pájaro incendiado, un grito en medio del desierto, una visión cósmica del Corán, un olvidado hijo de Muhammad, un sollozo encendido, un lamento en la noche del desierto, es la memoria de un prófugo de guerra, es un corazón sajado y en girones. Su poética representa el ethos de un pueblo desposeído.
Parece que la historia nos muestra que las grandes crisis en los pueblos vienen de la mano de periodos de gran creatividad y abundancia literaria, dichos periodos se corresponden más con los poetas, ya que éstos son los que filtran toda la sensibilidad del imaginario colectivo de su pueblo (o así debería ser), en ese sentido están totalmente comprometidos con dar voz y representación, pero es una representación que en marxismo se denomina Darstellung, re-presentan y en ello deviene una acción de práctica, el poeta habla en favor de un grupo oprimido.
En la poesía de Zakaria puedo identificar claramente la voz del subalterno, en este caso el poeta palestino, que se confronta a sí mismo y a una sociedad occidental que lo oprime ideológicamente, en ese sentido creo que el centroamericano en particular, y el latinoamericano en general, puede dialogar de subalterno a subalterno con la poesía árabe, y palestina sobre todo, ya que ambas regiones han sido marginadas históricamente, y en los albores del siglo parece que son cementerios vivos sus ciudades. Este diálogo crea, por lo tanto, el bosquejo de la otredad que se representa en los poemas, verso a verso, y que van urdiendo, en forma de denuncia y ante la urgencia de la palabra, un discurso testimonial desde la visión del vencido, o en palabras de Benjamin: son los autores del discontinuum que deja huella de una otra realidad que el vencedor quiere ocultar.
Este acto de escribir el mundo, de evaluar su permanecer, es captado poéticamente en los versos del poeta, es una visión crítica del mundo, un mundo que el crítico debe intentar comprender plenamente, hacerse responsable de los pasados no dichos, no representados, que habitan el presente histórico (o el continuum que nos narran los vencedores).
Esta evaluación ontológica constante de intersubjetividad se nos muestra en los versos de Zakaria: “El brazo que me disparó / Disparará a otros muchachos / Por eso me precipito… me precipito… / Quiero llegar fragmentado a mi final / “Penetraré muchas manos, / muchos pies y muchas ideas””; o como estos gritos de protesta: “Una vez disparé a una palmera / cuando estaba entre un grupo de Marines gringos / Nosotros estábamos furibundos / y cada uno elevó su M16 y disparó varias veces a lo alto del árbol”; por otro lado Zakaria también tiene una poética con la inmediatez de las cosas, un desencanto del mundo mundano, que se refleja, a menudo, en la soledad del hombre: “Encontré mi dinar dorado y mi pequeña estrella en el cielo / Y para mi mal suerte / La puse en la ceja equivocada / Por desgracia me perdí y mi yo se perdió a sí mismo / Mi camello y yo perecimos de sed bajo la Vía Láctea.”, por último presenciamos una vuelta al mito a partir de la realidad actual de palestina, en esto radica su valor poético, no es sino a partir del mito que se crean los imaginarios poéticos, mitificar el holocausto como en su poema Los muertos: “-¿Qué son estos árboles altos, y por qué se postran así como una fila sin fin? / -Son los muertos, hijo fueron a la guerra y no volvieron / Están haciendo fila aquí regularmente como los alumnos / para entrar a la ciudad / pero están cerradas las puertas de esta ciudad / Los vivos están en las torres / esperan con flechas y fuego.”
Esta poética se corresponde con la visión de Fanon quien nos dice que existe un “Tercer Espacio (espacio indeterminado de los sujetos de la enunciación), aunque irrepresentable en sí mismo, el que constituye las condiciones discursivas de la enunciación que aseguran que el sentido y los símbolos de la cultura no tienen una unidad o fijeza primordiales; que aun los mismos signos pueden ser apropiados, traducidos, rehisrorizados y vueltos a leer”, Zakaria utiliza los signos para hacer una vuelta a sus raíces, y es a partir de esas raíces, que denuncia la violencia a la que son sometidos por parte de un occidente cada vez más colonizador y deshumanizado; en este sentido es una lucha contra la opresión colonial que no sólo cambia la dirección de la historia occidental, sino que desafía su idea historicista del tiempo como un- todo progresivo y ordenado.
Según el sociólogo y filósofo hindú Homi Bhahba: “Sólo podemos comprender los poderes del lenguaje colocando la violencia del signo poético dentro de la amenaza de la violación política. Entonces, podemos captar la importancia de la imposición imperial como la condición cultural para el movimiento mismo del imperio”. A partir de la crisis del 92 en medio oriente ha existido una violación política sistemática casi en todo medio oriente, sin embargo el Estado Palestino la había sufrido desde casi 50 años antes, esto hace que actualmente la poesía árabe está en un apogeo sin precedentes respecto al resto de la poesía en Asia y quizá sólo comparable (en sentido discursivo) con la de África y Centroamérica; en todas estas regiones se teje una filigrana delgada y dorada donde los poderes del lenguaje se ven cabalmente representados por la violencia del signo poético, que sin duda, perdurará por muchas generaciones como el ahogado grito de los vencidos que sólo encontraron su voz en la poesía.
Antonio Cienfuegos, Santiago de Chile 15 de julio de 2015