El Salvador. Alfonso Fajardo. “Roque Dalton: Cuanto más lejos, mejor”

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Roque Dalton: Cuanto más lejos, mejor.

Por Alfonso Fajardo

Hace un par de años publiqué un breve trabajo sobre Roque Dalton. En él, lo que pretendía era recoger las distintas visiones que diferentes poetas habían tenido a lo largo del tiempo sobre Dalton, con la intención de discernir el grado de importancia que la poesía de Roque Dalton, y la persona Roque Dalton, había tenido para las distintas generaciones, promociones o grupos de poetas en El Salvador. Para ello me aboqué a las principales antologías poéticas que El Salvador ha tenido en las últimas cuatro décadas, donde cada antólogo (poetas representativos de su generación, promoción o grupo) se refiere a la figura o a la poesía de Dalton, explicando con suma claridad el grado de importancia que tuvo Roque para ese grupo, generación o promoción de poetas, que para efectos prácticos únicamente llamaremos “generación”, sabedor de lo que ello implica, toda vez que algunas antologías no necesariamente fueron “generacionales” sino más bien de grupo.

Se pretendía, entonces, establecer el grado de importancia de la obra y de la persona de Dalton en esos grupos, desde luego sin entrar a estudiar las poéticas de los poetas de esas generaciones o grupos, donde lo que privaría sería la profundización del estudio de una posible influencia meramente literaria en  los miembros de esos grupos, pues esa tarea rebasaba los objetivos del trabajo. Esa tarea, sin embargo, está pendiente de hacerse y de a poco se irá forjando a sí misma. El enfoque, entonces, debía centrarse en esas antologías “generacionales” o “grupales”, y en lo que cada una de ellas reflejaba con respecto a RD. Todos los antólogos señalan, de una u otra manera, la importancia que tuvo Roque Dalton para ellos, para sus grupos o promociones de poetas. Independientemente  que esa importancia implique una influencia literaria (con la respectiva herencia de códigos lingüísticos, figuras retóricas, etc.) o bien una influencia vivencial (sobre los tipos de influencia que reciben los poetas hay mucha tela que cortar), lo cierto es que el común denominador era la plena conciencia de la importancia de la poesía y de la leyenda de Roque Dalton. Es decir, no se trataba de descifrar qué tanto había asimilado cada miembro de esos grupos la poesía de Dalton, o qué herramientas literarias se habían recogido del discurso Daltoniano. Para bien o para mal, el común denominador era ese: el respeto hacia una obra y una persona concreta. Una obra donde muchas veces sobresalen, producto de la leyenda política-ideológica, sus libros menos cuidados; y una persona concreta cuyo respeto también nace casi enteramente de su militancia, de su decisión de ir más allá de las palabras. El resultado de este ejercicio fue insospechado: el fantasma de Roque Dalton estuvo presente de forma permanente entre los poetas de los grupos de los años sesenta, setenta y ochenta, pero se empezó a difuminar en los grupos de la década de los noventa, hasta volverse tenue en los grupos de poetas del nuevo siglo. Es decir, el grado de importancia de la poesía y de la figura de Roque Dalton (nótese que siempre aludo a ambas facetas, pues pese a ser indisolubles, a veces una ha pesado más que la otra) fue disminuyendo de a poco en la medida que nos acercábamos al tiempo presente, a partir de la promoción de poetas de los años noventa y, sobre todo, en la promoción o generación del nuevo siglo. Mi teoría después de tan insospechado hallazgo fue, en breves palabras, la siguiente: la poesía de Roque Dalton no había sido leída a conciencia en estas últimas generaciones, quizá debido a que el primer acercamiento hacia su obra se daba a través de sus libros menos logrados. Acercarse a un autor, en una primer lectura, por medio de sus libros menos buenos, puede tener un efecto contraproducente, el de alejarse de ese autor y de preguntarse por qué ese autor es tan conocido y respetado cuando tiene una poesía tan poco depurada como en el caso de “Poemas Clandestinos”, por ejemplo. En efecto, ha sido una constante en El Salvador que la poesía que más se conoce de Dalton es la menos cuidada en la forma. Curiosamente, la poesía de menor calidad de Roque es precisamente la más ideologizada. Pareciese ser que entre más carga ideológica tuviera, menor la calidad literaria, pero no es así. En realidad, el componente ideológico se encuentra diseminado en toda la obra del poeta, pero no fue sino en sus últimos años de vida que Roque optó por escribir una obra mucho más cercana a las gestas del Ché que de los aullidos Allen Ginsberg, para parafrasearlo un poco. Una obra que muchas veces, a fuerza de ser sincero, cae en el panfleto. La sensación, entonces, es que el primer contacto de un poeta joven con la obra de RD, se daba con los libros de menor calidad literaria, como el ya citado “Poemas Clandestinos” o “Las Historias Prohibidas del Pulgarcito”. Esa era mi teoría, y equivocada o no, ahora la rescato para referirme, cuando acabamos de conmemorar el cuadragésimo aniversario de su asesinato y el octogésimo de su natalicio, a ese resultado insospechado para tratar de actualizarlo.

En los últimos meses he tenido la sensación que ese hallazgo, que ese alejamiento de Roque Dalton, se está invirtiendo de forma paulatina. Esa sensación me indica que la poesía de Dalton está siendo revalorizada por parte de los poetas de las últimas generaciones. No es que la poética de Dalton carezca de calidad, al contrario, su calidad literaria es innegable y la mayor parte de su obra es de las más originales y de mayor calidad en Latinoamérica, no sólo reconocida entre los poetas latinoamericanos de su generación sino también en las recientes. La mejor poesía de Roque, lo he mencionado y enfatizo, está en libros como “EL Turno del Ofendido”, “Los Pequeños Infiernos” y “Taberna y Otros Lugares”, estos son los libros a los que hay que acercarse en una primera lectura para no defraudarse de un Dalton casi panfletario en “Poemas Clandestinos”. Pues bien, esa sensación de revalorización de la obra de Dalton nace a partir de ciertos “guiños” que algunos poetas de nuevas generaciones hacen hacia su obra: que un epígrafe de Dalton en un poema que para el autor puede ser importante, que un homenaje a Roque en sus fechas de natalicio o asesinato, que un artículo de opinión reivindicando el nombre y exigiendo justicia de su asesinato, etc. Esa sensación también se presenta cuando se conversa con los poetas jóvenes, un respeto distinto y renovado se percibe y muy probablemente sea gracias a una relectura mucho más crítica y profunda de su obra, esto es, una lectura que no responde a lo que más se conoce de la obra Daltoniana. Es gracias a esta revalorización tardía de su obra que se podría pensar que cuanto más lejos está la notoriedad de la leyenda de la vida y de la muerte de Roque, mejor se le leerá en el transcurso del tiempo. En otras palabras, cuanto más lejana la leyenda de Dalton, las nuevas generaciones se enfocarán ya no en el mito, ya no en la vida militante, ya no en la bohemia y en la jodarria, sino en la grandiosa poesía que subyace en sus libros menos famosos.   Creo que llegará el momento en que se redescubrirá y se revalorará la poesía surrealista, la poesía lírica y la poesía amorosa del poeta. No tengo la menor de las dudas que lo mejor de la obra de Dalton está en sus poemas amorosos y en su poesía de características surrealistas, coincido con muchos amigos en este apartado. Mientras tanto, los jóvenes poetas seguirán leyendo a ese Roque de “El Turno del Ofendido”, de “Los Pequeños Infiernos” y de “Taberna y otros lugares”, y comprenderán por qué este poeta fue tan respetado por escritores como Julio Cortázar, Mario Benedetti, Eduardo Galeano y otros. Mientras tanto, el tiempo pasa como un río de luces iridiscentes frente a la ventana que está en el rostro.

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Alfonso Fajardo nació en San Salvador, El Salvador, en 1975. Poeta y crítico literario, es miembro fundador del Taller Literario TALEGA. Libros publicados: Novísima Antología, Mazatli, 1999; La Danza de los Días, Editorial Lis, 2001; y Los Fusibles Fosforescentes, Editorial Cultura, Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala, 2002. Ha publicado artículos y textos en Suplementos Culturales y Revistas Literarias y participado en congresos y encuentros poéticos en Centroamérica. Ha publicado sus poemas en: Antología de una Década, 1985-1995, recopilación de los ganadores de los Juegos Florales Salvadoreños, Zacatecoluca, CONCULTURA, 1997; Juego Infinito, plaquette antológica del Taller Literario TALEGA, CONCULTURA, 1999; Alba de Otro Milenio, Antología de Poetas Jóvenes de El Salvador, CONCULTURA, 2000; y Diccionario de Autores Salvadoreños, compilado por Carlos Cañas Dinarte, 2003

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