Brasil. Pedro Lago. “Tres poetas brasileños”

 

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TRES POETAS BRASILEÑOS

Por Pedro Lago

 

Esta columna pretende hacer un panorama de la poesía brasileña a lo largo de su vasta historia. Así mismo, entendiendo que tal deseo es prácticamente imposible, ya que cualquier antología es simplemente injusta, la idea es huir de este concepto de lista y cruzar tres poetas brasileros de tres épocas diferentes, no necesariamente como resultado de otro y así sucesivamente.

El objetivo es simple, generar un mínimo de interés en la poesía brasilera a través de los poetas citados, por medio de un microscópico panorama de sus obras en tres poemas. De esta forma, esperamos que el lector, sea atrapado por algún aspecto del trabajo del poeta y pueda por medios propios, encontrar el camino al núcleo del objeto que le interese

Buen viaje

 

 

 

Augusto

Augusto de Carvalho Rodrigues dos Anjos, Augusto dos Anjos (Cruz do Espírito Santo, 20 de abril de 1884 — Leopoldina, 12 de noviembre de 1914) – Comenzó colaborando con el periódico El Comercio, donde publico sus primeros poemas. Formado en Derecho por la Facultad de Derecho de la Ciudad de Recife. Publico un único libro en vida, Yo, en el año de 1912. Después de su muerte, es publicado el libro Yo y Otras Poesías, conteniendo algunos poemas inéditos. De difícil clasificación entre teórico y formal, la poesía de Augusto dos Anjos es marcada siempre por la fuerza de las imágenes y por el vocabulario peculiar, muchas veces tenebrista, utilizando hasta elementos de la ciencia, medicina y de la botánica como soluciones poéticas. Poeta bastante celebrado y adorado hasta hoy, por lectores de todas las edades.

 

 

 

PSICOLOGÍA DE UN VENCIDO

 

Yo, hijo del carbono y del amoníaco,

Monstruo de oscuridad y rutilancia,

Sufro, desde la epigénesis de la infancia,

La influencia mala de los signos del zodíaco.

 

Profundísimamente hipocondríaco,

Este ambiente me causa repugnancia…

Sube por mi boca un ansia análoga al ansia

Que se escapa de la boca de un cardíaco.

 

Ya al verme — este operario de las ruinas —

Que la sangre podrida de las masacres

Come, y la vida en general declare la guerra,

 

Ven a mirar mis ojos para morderlos,

Y haz de dejar apenas los cabellos,

¡En la frialdad inorgánica de la tierra!

 

BUDISMO MODERNO

 

Tome, Dr., esta tijera, y… corte

Mi singularísima persona.

¡¿Qué me importa que los animales muerdan

Todo mi corazón, después de la muerte?!

 

¡Ah! ¡Un buitre se posó en mi suerte!

También, las diatomeas de laguna

La criptógama cápsula se estría

¡Al contacto del regaño de la fuerte derecha!

 

Disuélvase, por tanto, mi vida

Igual a una célula caída

En la aberración de un óvulo infecundo;

 

Mas el agregado abstracto de las nostalgias

Quede golpeado en las perpetuas redes

¡Del último verso que yo hice en el mundo!

 

 

 

 

LA ISLA DEL CYPANGO

 

 

 

¡Estoy solo! La calle se despliega

Como una inmensa y rutilante cobra

De epidermis finísima como arena…

Y por esa finísima epidermis

Yo, aquí paseando como un gran gusano

¡Que, al sol, en plena pudrición, pasea!

 

¡La agonía del sol va a comenzar!

Caigo de rodillas, trémulo… Yo ofrezco

Rezo al Dios del amor y del respeto

Y el Ocaso que en las aguas se retrata

Nítidamente reproduce, exacta,

La nostalgia interior que hay en mi pecho…

 

Tengo alucinaciones de toda la suerte…

Impresionado sin cesar con la Muerte

Y sintiendo lo que un lázaro no siente,

En negros parches lúgubres y aciagos

Veo terribles dagas,

Atravesando los aires bruscamente.

 

Vuelvo los ojos para el cielo divino

Y me observo pigmeo y pequeñito

A través de minúsculos espejos.

Así, que delante de una cordillera,

Entre asombros, por vez primera,

¡Sentí ganas de caer de rodillas!

 

Suena el rumor fatídico de los vientos,

Anunciando desmoronamientos

De mil losas sobre mil losas…

Y a lo lejos son trágicos fracasos

De héroes, partiendo y fracturando los brazos

¡En las puntas escarpadas de las rocas!

 

Mas de repente, en una vergüenza dulce,

Cual si un sueño arrebatado fuese,

En la isla encantada de Cypango molesto,

Cual, en medio, en luz perpetua, brilla

El árbol de la perpetua maravilla,

¡En cuya sombra descansó Colón!

 

Fue en esa isla encantada de Cypango,

Verde, tomando la forma de un diamante,

Rica, ostentando un ancho floral risueño,

Que Toscanelli vio su sueño extinto

Y como sucedió a Alfonso Quinto

¡Fue sobre esa isla que extinguí mi sueño!

 

Recuerdo bien. En ese maldito día

El genio singular de la Fantasía

Me convido a sonreír en un paseo…

Iríamos a un país de eterna paz

Donde en cada desierto hay mil oasis

Y en cada piedra un cristalino vino.

 

Goce en una hora siglos de mimos,

Me bañe en el agua de alegres lagos,

Y finalmente me cubrí de flores…

Mas vino el viento que la desgracia esparce

Y me cubrió con el paño de la mortaja,

¡Qué estoy cosiendo para mis amores!

 

¡Desde entonces para acá quede sombrío!

Un penetrante y corrosivo frio

Me anestesio la sensibilidad

Y a grandes golpes arranco las raíces

Que prendían mis días infelices

¡A un sueño antiguo de felicidad!

 

Invoco los Dioses salvadores del error.

¡La tarde muere. Pasa su entierro!…

La luz describe zigzagueantes torcidos

Enviando a la tierra los últimos besos.

Por la calle salvaje de los realejos

¡Están llorando mis amores muertos!

 

Y la niebla ocupa toda la calle larga…

El Firmamento es una caverna oblonga

En cuyo fondo la Vía Láctea existe.

¡Y como ahora la luna llena brilla!

Isla maldita veinte veces la isla

¡Que para todo siempre me hizo triste!

 

 

Faustinodossantos

Mario Faustino dos Santos e Silva (Teresina, Piauí, 22 de octubre de 1930 – Lima, Perú, 27 de noviembre de 1962) – Además de poeta fue crítico, traductor y periodista. Fue muy conocido por su trabajo de divulgación de la poesía en el Jornal do Brasil, cuando realizaba el Suplemento Dominical, en la sección Poesía-Experiencia. Su trabajo en el Suplemento fue de extrema importancia tornándose referencia para la crítica y análisis de la poesía brasilera y extranjera. Publicó apenas un libro de poesía El Hombre y su Hora (1955). Muere prematuramente víctima de un desastre aéreo.

 

 

 

 

 

 

VIDA TODA LENGUAGE

 

Vida toda lenguaje,

Frase perfecta siempre, tal vez verso,

Generalmente sin cualquier adjetivo,

Columna sin ornamento, generalmente partida.

Vida toda lenguaje

Hay sin embargo un verbo, un verbo siempre, y un nombre

Aquí, allí, asegurando la perfección

eterna del período, tal vez verso,

Tal vez interjectivo, verso, verso.

Vida toda lenguaje,

Feto succionando en un idioma compasivo

La sangre que el niño esparciera – oh metáfora activa!

Leche en surtidor en fuente adolescente,

semen de hombres maduros, verbo, verbo.

Vida toda lenguaje,

Bien lo conocen viejos que repiten,

contra negras ventanas, espumosas imágenes

que ellos protagonizan turbas trayectorias.

Vida toda lenguaje –

como todos sabemos

conjugar esos verbos, nombrar

esos nombres:

amar, hacer, destruir

hombre, mujer y vestía, diablo y ángel

y Dios tal vez, y nada.

Vida toda lenguaje,

vida siempre perfecta,

imperfectos solamente los vocablos muertos

con que un hombre joven,

las terrazas del invierno contra la lluvia,

intenta hacer eterna – como si le faltase

otra, inmortal sintaxis

la vida que es perfecta

lengua

eterna.

 

 

MENSAJE

 

En marcha, heroico, alado pie de verso,

busca el grial donde sangran mis dioses:

cuenta sus reliquias, ayer de oro,

hoy de obscura ceniza, polvo de tiempo,

que el los venera aun, el bufón verde

que una vez celebro sus milagros fecundos.

Dile a ellos que vengan

A tejer silenciosos mi eternidad

que la lava antigua es pura cal ahora

y les queme incienso, y robe los harapos

de sus mantos desiertos de ofrendas

donde pueda llorar mi disfraz herido.

Dile a ellos que tumben

como lluvias de semen sobre campos de sal

sin lugar, más terrible

que descansan sobre la urna de este olvido

y engendran rosas carmesí

del estiércol en que convertí sus dones de trigo y vino.

Sigue, elegía, búscame en los puertos

Y en las playas de Antaño, y en las piedras de algún lugar

los dioses que ahogue en el mar absurdo

de un casto sacrificio.

Toma estas palabras del suelo dilatado

donde las dejo caer, terminado el diluvio:

forma de ellas un palco, un absoluto

donde pueda danzar de nuevo, en

contra del peso del mundo y la pureza de los ángeles,

hasta que la lucidez venga a construir

un templo justo, exacto, donde cantemos.

 

 

 

 

 

NO QUIERO AMAR EL BRAZO DESNUDO

 

No quiero amar el brazo desnudo

Que se oculta en mi brazo, ni el pecho

Silencioso que se instala en mi lado,

Donde pulsa de horror un ser desecho

 

En la presente visión de su pasado

El futuro sin tiempo falso,

El tiempo sin brújula transmutada.

El muerto que en mi yace aquí desecho.

 

Quiero entregarme al vivo que hoy suda

De miedo de perderme en pleno lecho

Rojo de vida y muerte en que me duermo

 

La luz ardiente y grave y la luna llena.

Al que, si la Muerte llama a lo lejos: ¡Mario!,

Me abraza estremeciendo mi sudario.

 

 

 

Guilherme
Guilherme Zarvos (São Paulo, 13 de marzo de 1957). Es poeta, escritor y productor cultural. Profesor, sociólogo y economista. Guilherme es una de las figuras más emblemáticas de la escena de la poesía de Río desde los años 90. Es activista político, trabajó durante años con Darcy Ribeiro. Junto al poeta Chacal, fundó el CEP 20000 (Centro de Experimentación Poética) evento underground de poesía, música, performance, artes visuales, teatro, que resiste  y ha descubierto artistas durante 25 años. Libros publicados Trozos de carne, Besa el polvo, Ensayo de gente nueva, Más tragedia burguesa, Morir, Burlar, Blanco sobre blanco, Lecciones educativas para Tin Tum El ojo del lince.

 

 


 

VERDE

 

Si yo muriera mañana que se salve la poesía o que me salve la poesía y no estaré muerto mañana. Mi voz es las letras – como es preciso el encaje de las palabras – que dan sentido y, en busca, al encuentro de que es estético ético de que es en sintonía. No vagué en este mundo bestia a cambio de nada, se bien que es bueno holgazanear. Me entretengo. Si a la vuelta de la mesa toalla de cáñamo y florero deje vagar pensamientos y olor y sabor: como me gusta usted. Y busqué ayudar a otros extraviados, en precisión mayor que la mía, porque hay retorno en la amistad. Soy de un grupo descendiente de los Vándalos, de disperso corazón. Asumido vagabundo. La extraño a usted. Y allá se van años y gente de todas las vidas. Vi vender el peso del oro por kopeks sin valor. Fui pasado para tras con una sonrisa vaga. Era ventaja. Viendo la sonrisa vaga de quien vendía. No soy víctima. Y del mismo con sentido: yo amo al ser humano que se aventura… ven con todo, ahora, cansancio del vago, ventrílocuos, vociferantes. Ya siento sueño en medio del regreso. Este teatro yo lo vi ayer. Y no que valor a penas o versado. Pero está llegando la vejez y lento cedo al vigor del viento. Continuo amando lo que es verde…nos vemos, voy a ir a ver.

 

 

 

LA LUZ

 

 

Y si yo pudiese decir que es de mi canto

Que es del lugar donde convergen las

Paredes, desvayendo las fotos que recuerdan

El pasado que va y nunca va completamente

 

Soy un desasosegado – destino que me quiso

Herir – así he dejado el canto y las

Fotos descoloridas que nada recuerdan

Va completamente, porque no hay todo por colapsar

 

Hoy después de veinte años de espera – ya

Que no levanto la muerte – me resta el

Canto que por más veinte o treinta,

Albergará varias otras fotos convergentes

 

Pared que me escucha ya que es muda

Que no pretende aplacar mi dolor

Ni mi conducta. Apague apenas

De vez en cuando las fotos y si no incomodan

LA LUZ

 

 

 

MONTE PASCUAL

 

Desde la cima del Monte Pascual vio. En este

bosque encantado, en este bosque que es parque

cuando todo era parque – corrió colina: treinta

Kilómetros. Allá en la cima había observado. El

Corazón deseaba explotar, el pie tenía que volar

– aire pulmón aire – quería llegar a la playa, en

Corumbau y comprobar: que nunca vería un Dios tan lindo.

corrió por medio de ipê caixeta cono cúpula

gameleira palo-brasil sapucaia jacarandá oiti

pequi y dejo huellas de las suelas ligeras en el

manto amarillo del sendero que tantas veces

recorrió y ni sintió el perfume dulce del

bosque que ayer llovió. Era una mañana

húmeda y él no veía las gotas aún

agarradas en las hojas de todos los tonos y semitonos

verdes que dependen de los cambios de las horas

del día y del tiempo y de la Tierra y de las marcas de los

rayos del sol. Y una codorniz pasó sumisa

e intento avisarle que no se apresurara y otros

animales intentaron pedir que no fuese, gritando

estridentes, oyendo, que parase – aire, aire pulmón

yo exploté más quiero llegar – y corrió como

nunca, en nombre de todos sus  Dioses, de

todas sus mujeres, no demasiadas, en su

juventud. El cuerpo duro acostumbrado a cazar a

derrumbar al sexo a las guerras a los juegos

correspondientes. Por eso la Impaciencia ya habiendo

tomado, exigía más: pasó azotado por

mariposas blancas amarillas azules que

aspiraban adornar acariciar su brazo

guerrero como sólo Bella sabía, mas no era la hora.

Apenas la playa le interesaba y en un descuido

una raíz traicionera le pasó una banda y el

guerrero cayo de boca en el suelo, en la alfombra de

hojas de semen, óvulo fértil de la tierra, y un

sapo lo encaró: diez centímetros era la distancia.

lo escupió, no era eso. Tenía el color de las hojas.

caleidoscopio se protegía de los enemigos. el sapo

no habló absolutamente nada ya que no era

un sapo hablante más él encaró lleno – en la

completa inmovilidad del sapo que encara – y

Zino, por algunos segundos, no pensó en la arena

que precisaba alcanzar y recordó a su abuelo,

de mirada grave de tuxaua en momentos de

decisión. Tomando dirección, de hablar lo que el Tiempo

le enseñó. La cara del sapo esculpida por el padre y

la madre y padre y madre y padre y madre del sapo, diez

centímetros de sus ojos, hipnotizaba y él

acostado boca abajo, su cuerpo todo en el suelo alfombra de

hojas, por un minuto permitió que los malos

presentimientos dominasen su cabeza. el

cuerpo fuerte acobardado. fueron apenas estos

segundos y el cuerpo fuerte ya corría y Fantasía

e Impaciencia eran nuevamente sus propietarios y

Zino ya avistaba la playa y no era solo él ahí:

toda la aldea, del más viejo a la más pequeñita

se aferraban cerca del agua dentro del agua para

ver:

La Fundación del Brasil.

 

Traducción Francisca Espinosa

 

PEDRO LAGO (RÍo de Janeiro, 1981 ) Poeta y editor. Ha publicado los libros de poemas Corpo Aberto (Ibis Libris, 2010); Saci (Cartonera Caraatapa, 2013); Cortejo (Lábia Gentil, 2014) Roma Canudos Radial Oeste (7Letras, 2015). Es editor de sello de la poesía LábiaGentil, al lado del poeta Pedro Rocha, el editor Anna Dantes y la galería A Gentil Carioca. Y también es colaborador del sello Cartonera Caraatapa de Pedro Rocha y Amora Pêra.

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