Giovanni Astengo. Entrevista al poeta chileno Andrés Morales: “Me duele Chile todos los días.”

 

Emprendimos junto a Andrés, un viaje virtual que va desde sus tiempos de “Artista cachorro” hasta nuestros días; un viaje por libros, contextos, laberintos y la situación actual del país.

 

 Ya con más de treinta libros de poesía publicados, tanto en Chile como en diferentes latitudes e idiomas, cómo ves desde la distancia al adolescente de tan solo diecisiete años, con sus manuscritos bajo el brazo, que pasó todos “los controles de seguridad” y llegó al encuentro con Eduardo Anguita ¿Cómo fue aquel encuentro con ese gigante de la poesía chilena y cuál fue el resultado?

Mi encuentro con, digamos, el mundo editorial, en este caso Editorial Universitaria, y, en especial, con su editor en jefe, el gran poeta Eduardo Anguita fue modesto, sincero y directo. Llegué un buen día con el manuscrito de Por ínsulas extrañas en la mano, lo entregué para su lectura y evaluación y, al cabo de un mes, ya tenía un informe positivo de parte de don Eduardo. Recibí un llamado de la secretaria, tuve una breve e intensa reunión con Anguita (donde hablé muy poco y escuché sus sabias palabras con respecto a la poesía y mi libro) y luego me junté con el diagramador, el director de la editorial, don Eduardo Castro, y, finalmente, un par de meses después, sin creérmelo del todo, el libro apareció y luego fue presentado por el gran Miguel Arteche en la Plaza del Mulato Gil de Castro. Fue un sueño en vigilia. Era muy joven, estudiaba Literatura en la Universidad de Chile y todo resultó como un milagro. Hasta Ignacio Valente celebró mi poesía en su crítica dominical de “Artes y Letras” del diario “El Mercurio” … Algo, casi, sin precedentes para un poeta bisoño como era yo en ese entonces.

Un gran vidente chileno, como lo fue Gonzalo Rojas, vaticinó que tú no solo eras un poeta, si no que estabas condenado a serlo, y ese destino que te impuso, es también prueba que hay que escribir a veces libros “negros”, como “Escenas del derrumbe de occidente” recientemente reeditado por MAGO editores, texto apocalíptico y justo en tiempos de pandemia ¿Cómo vislumbras la actualidad que tiene hoy ese libro con respecto a la crisis sanitaria, política y social?

Las palabras de Gonzalo Rojas son algo que también agradezco infinitamente. Ese “Vaticinio” (el prólogo que él escribió para mi segundo libro, Soliloquio de fuego) es, más que nada, una condena hermosa y una condena que implica un compromiso inmenso. Con respecto a Escenas del derrumbe de Occidente, creo que es uno de mis libros más intensos, más reflexivos y más críticos. Se ha reeditado dos veces y desde su primera edición en RIL Editores, me parece -lo digo con ingenuidad y auténtica humildad- que es un libro que aún resiste el tiempo y está vivo por todo lo que dice o trata de decir. En muy resumidas cuentas, el texto es una invitación a un viaje que recorre los confines del dolor, de la soledad, de las injusticias humanas y divinas y que batalla, palabra a palabra, con la sensación permanente que la muerte está a dos pasos de la propia sombra. Quiero conmover al que lo lee, pero al mismo tiempo, quiere hacerlo reflexionar sobre este “nosotros” que somos, poeta y lector: miembros de una especie marcada por la autodestrucción, por el olvido y por el egoísmo. Una especie que cada día siente menos por el otro y cada día piensa menos en el otro.

Uno de tus libros más elogiados, tanto en Chile, como en Francia y España es “Escrito”, texto de inflexión que abre nuevas posibilidades de hablantes, una obra casi coral o polifónica, donde se escuchan las voces desde un escriba, un cronista náhuatl, analfabetos, un campesino pobre que pide que le escriban una carta de amor, etc. Dada estas claves de lectura, yo intuyo un motivo más profundo para un análisis más complejo ¿Cuál sería ese secreto no develado?

Lo que me parece que es una de las claves centrales de mi libro Escrito es que finalmente apunta, canta y apela a todos aquellos que no forman parte de la literatura en el sentido estricto del término, pues no son poetas ni literatos, pero hacen poesía sin saberlo y, más que eso, viven la poesía sin ni siquiera ambicionarlo. No sólo los marginados, los underground o los outsiders, tampoco los miembros de una élite, sino aquellos “comunes y corrientes” que caminan por el mundo siendo testigos y protagonistas de situaciones a los que cualquiera puede enfrentarse: la enfermedad, el suicidio, la admiración por la naturaleza, la búsqueda de la justicia, la denuncia por la falta de libertad o la locura de la guerra. Además, he querido dejar la mano del poeta fuera, intentando presentar cada texto como un trozo único e irrepetible, como un testimonio o una sensación única donde la figura del “hablante” esté anulada o casi ausente de lo que tiene el lector entre manos.

Unos pocos días después del estallido social, tú escribiste un artículo llamado “Chile: De la pesadilla al sueño”, que circuló tanto en los medios locales, como también hizo entender el fenómeno social chileno a escritores e intelectuales del continente y de Europa ¿Qué sientes hoy, respecto a ese texto, lo escribirías de otra forma – dada la inmediatez en que fue concedido, lo tarjarías como Mallarme o lo dejarías intacto?

Muchas cosas son maleables, aunque los principios fundamentales no lo son ni pueden serlo nunca. No me refiero a los diez mandamientos sino a la honestidad de tratar de vivir una vida sin avergonzarse ni dar explicaciones al público. Hay cosas que pueden estar de más en ese artículo, pero la sincera expresión del mismo la suscribo hasta hoy. Es cierto que en los días en que lo escribí estaba lleno de esperanza y pensaba en un sueño posible… Hoy no lo tengo tan claro. Mi voluntad es que las cosas cambien para mejor, pero en la línea de Cioran, creo que las cosas, inevitablemente, empeoran. Veo a Chile aún muy confuso. Un país (como se ha dicho hasta el cansancio) que esta polarizado, lleno de rabia y, muchas veces muy insensato. Me duele Chile todos los días y me duele por sus miserias que se expresan de una forma inenarrable en las redes sociales, en la televisión y en muchos artículos y crónicas que dan lástima y una impresión que vivimos en un país donde solo vale lo que “yo” digo o pienso y no lo que tú piensas o dices. Es un diálogo de sordos, analfabetos irrespetuosos, radicalizados en la ira y engañados por las etiquetas políticas y las ideologías burdas. Que todo cambie, ese es mi deseo, pero para bien.

En tu último libro “Premonición del vacío” publicado en Francia y Rumanía, haces una suerte de pie forzado con Rilke a partir de su poema “La pantera” ¿Cómo se da ese diálogo con el poeta y que nuevas visiones proporciona a los lectores?

La poesía es -lo digo siempre- entre muchas otras cosas, un entramado, un tejido o un bordado donde cada poeta aporta o teje con algunos hilos, con algunos nudos, con sus colores propios. Todos los poetas somos uno, somos Homero y Rilke, Juan Luis Martínez y Juan González, Catulo y Gabriela Mistral. El decir puede ser distinto, en otra tesitura, con inflexiones diferentes, pero el verdadero canto es uno y todos aquellos que cantamos, en nuestra infinita y cambiante identidad, nos hacemos, con el paso del tiempo una sola voz. Por eso, en este libro, dialogo con el prodigioso poema “La pantera” de Rainer María Rilke, porque ese texto es un ejemplo del encierro en que vivimos los seres humanos (con o sin pandemia) observando los barrotes que nos aprisionan y dejándonos estar en la cautividad terrible del no tener conciencia, ni voluntad, ni empatía, ni amor. En todos nosotros vive una pantera que puede salir del encierro: esa es la visión que quiero transmitir.

  ¿Cómo sobrevives a la pandemia, qué libros visitas, qué música y si los hay, que nuevos textos?

Visito mis libros de siempre. Leo en voz alta a Quevedo, a Eliot a Valéry… A los poetas amigos y los no tanto. Me releo –trágicamente- y me recorto, me abrevio y nunca estoy contento. La música me acompaña siempre, menos cuando leo y mucho menos cuando escribo. Desde Scriabin a Satie o Brahms, desde Debussy o Mahler hasta Piazzolla y el jazz… La música, como la poesía, es tan vasta, tan infinita que me admiro siempre de lo que releo, vuelvo a oír o lo que descubro por primera vez. En eso soy un explorador incansable. Con respecto a lo nuevo, sí, estoy en algo nuevo. Un libro que habla de mis orígenes, del continente donde viví parte de mi juventud y a donde quiero ir a vivir pronto: Europa. Hay muchas cosas que decir sobre la propia sangre y sobre la claridad y las tinieblas del pasado y del futuro. En eso estoy… y se me va la vida.

 

Selección de poemas.

 

Los videntes

Todos íbamos a ser Rimbaud.
Todos íbamos a ser Artaud.
Todos íbamos a ser Edgar Allan Poe.

Lo que pasa es que ni Verlaine,
ni un poeta menor, ni aquellas líneas
del pequeño escribano de la corte.

Nada, ni en el aire, ni un poema:

Todos íbamos directo al matadero.

 

(Del libro Visión del oráculo. Santiago de Chile – Barcelona, 1993)

 

SIN ODIO, INDIFERENCIA NI PECADO. SIN MARES QUE CRUZAR PORFIADAMENTE; AUSENTE LA BELLEZA DE LOS LABIOS: PERDIDOS EN EL HONDO POZO YERMO, SIN MIEDO NI DOLOR, SIN EL PLACER, SIN PATRIA NI VENTU- RA, NI DESGRACIA: SIN SUEÑOS QUE SOÑAR NOS DESCUBRIMOS CON LAS ENTRAÑAS SECAS EN LA TIERRA.

La ascensión es materia de los dioses
o de ángeles caídos que prosperan:
nosotros nos quedamos en el puerto
esperando algún navío que no vuelve.

Es la cruel esclavitud, la servidumbre,
la piedra que destroza nuestros dientes;
aquella única pasión entre montañas
de voces y espejismos desgarrados.

Lúcidos, huir de lo querido,
de la mísera porción de vida plena:
creer que la alegría nos devora
en un extraño rapto de avaricia.

Ninguna vana luz, ningún relámpago,
nada en el desierto: nadie aguarda.

La cárcel es la única morada.

(Del libro Escenas del derrumbe de Occidente. Santiago de Chile, 1998)

 

Chile

La envidia se desata en este circo pobre:

El domador aúlla y ruge y estornuda,
la equilibrista sueña con tierra firme siempre
y un payaso ordena el mundo entre sus dedos.

La patria se disfraza, cortés, civilizada
en una bendición de dones ya maduros
que enseñan gravemente la luz opaca y fría
del sol sin su destello, sin su calor sereno.

El circo se disfraza, la patria se desnuda,
la envidia nos despierta, nos mueve, nos consume.

La única verdad es la que nos desmiente:

El circo no termina, la mascarada crece,
el bufo, la corista, el fanfarrón, el santo,

todos en la pista cruel y provinciana.


(A Roberto Díaz Muñoz)

(Del libro Memoria muerta. Santiago de Chile, 2003)

 

VARIACIONES SOBRE “LA PANTERA” DE RAINER MARÍA RILKE

 

I

 

“Su mirada, cansada de ver pasar

las rejas ya no retienen nada más”.

 

Su mirada, decías, la cansada, esa, la mirada

de los derrotados, sí, de ver pasar el hoy, el ayer,

el entonces, cansados de contarlos y lo digo una vez más,

cansados, locos, preocupados del tal vez, de las treinta monedas,

pero ciertos en esos ojos fieros que no nos quieren decir nada

y nos hunde y atraviesa a cada uno

pero así nos aleja medio muertos,

terminales,

desatados en el cruel final.

 

 (A Juan Antonio Huesbe)

 

II

 

“Cree que el mundo está hecho

de miles de rejas y, más allá nada”.

 

Y están lleno de rejas,

el ciego, el mudo, el banquero,

la esposa que aguarda la golpiza,

el niño sin juguetes,

el cielo que nos cae

y el mar que nos encierra.

 

Lleno de rejas, la cárcel del lenguaje,

lleno de rejas, el hombre sin mujer,

lleno de rejas, el enfermo ya sin cura.

 

La pantera cierta, desvaída, cierta,

la pantera llora acero y despedidas,

la pantera muere un poco más por su mirada.

 

(De “Premonición del vacío” L’Harmattan, 2020)

 

***

ANDRÉS MORALES nació en Santiago de Chile en 1962. Es Licenciado en Literatura por la Universidad de Chile y Doctor en Filosofía y Letras con mención en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Barcelona (España).
Ha publicado veintiocho libros de poesía entre los que destacan: Por ínsulas extrañas (1982); Soliloquio de fuego (1984); Lázaro siempre llora (1985); No el azar/Hors du hasard (traducción al francés, París, 1987); Ejercicio del decir (1989); Verbo (1991); Vicio de belleza (1992); Visión del oráculo (1993); Escenas del derrumbe de Occidente (1998 y 2014, nueva versión revisada); Réquiem (2001); Izabrane Pjesme/ Poesía Reunida (traducido al croata, Zagreb, 2002); Demonio de la nada (2005); Los Cantos de la Sibila (2008); Poemas/Pjesme (traducido al croata, 2011); Antología breve (2011), Escrito (Santiago, 2013; Madrid, 2014); Poemas Escogidos/Poezii Alese (versión al rumano, Bucarest, 2014); Écrit dans un miroir (Escrito, traducido al francés, París, 2015), Esencial (Antología, 1982-2014); A los muertos (La Plata, Argentina, 2016); Tránsfugo (2017); Antología esencial (Madrid, 2018); Variaciones sobre “La Pantera” y otros poemas (2018); Escrito en Glagolítico (2018), Paese de occhi i sogni (traducido al italiano, Roma, 2019); Oráculo (2019); Antología Poética (Madrid, 2020) y Premonición del vacío/Prémonition du vide (traducido al francés, París, 2020) y traducido al rumano como Premonítía Neantuluí (Bucarest, 2020).
Su obra poética se encuentra parcialmente traducida a trece idiomas y ha sido incluida en más de sesenta antologías chilenas y extranjeras y en un gran número de revistas literarias nacionales y del exterior, siendo distinguida con diferentes reconocimientos nacionales e internacionales entre los que destacan: Premio Manantial de la Universidad de Chile (1980), Premio Internacional Miguel Hernández al mejor poeta joven latinoamericano (Buenos Aires, Argentina, 1983), Beca Pablo Neruda (1988), Beca de Hispanista extranjero (como poeta y académico investigador) del Ministerio de Asuntos Exteriores de España (Madrid, 1995), Fondo Nacional de las Artes de Chile 1992 y 1996, Beca de Creación Literaria para escritores del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile en los años 2001, 2004 y 2008. Premio Nacional de Poesía “Pablo Neruda” 2001, Primer Premio en el XII Concurso Internacional de Poesía “La Porte des Poètes” de París (Francia), 2007, Premio Hispanoamericano “Andrés Bello” 2014 de Madrid, España (por el conjunto de su obra poética) y el Premio de Ensayo “Centro Cultural de España” en sus versiones 2002 y 2003.
Desde el año 2007 es miembro de la Academia Chilena de la Lengua y del Instituto de Chile y, desde el año 2014, de la Academia Hispanoamericana de Buenas Letras de Madrid, España. En el año 2019 es elegido vicepresidente de esta academia. De igual forma, Andrés Morales es autor de una serie de libros de ensayos y ediciones de importantes libros de poesía española, hispanoamericana y europea.
Actualmente desarrolla su escritura poética juntamente con sus clases de Taller de Poesía, de Literatura Española Clásica y Contemporánea y de Poesía Chilena en la Universidad de Chile donde se desempeña como Profesor Titular.

 

Compártelo en:

1 thought on “Giovanni Astengo. Entrevista al poeta chileno Andrés Morales: “Me duele Chile todos los días.””

  1. Excelentes definiciones , profundas en la inmensidad del que lee más allá. El rol del intelectual que no se adormece en su tiempo.
    Gracias por la poesía.

    Angela

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *