ANDREA ELGUETA: EROTISMO DE AUTOR

erotismo de autor

 

Por Andrea Elgueta Molina

 

A través de los tiempos, las incursiones eróticas en la literatura nunca han pasado desapercibidas. Unas obras mas que otras han sido blanco de críticas a la moral y a la decencia. Tildadas de pornografía, de atentados contra la virtud de lo establecido como virtuoso. Las palabras pudor, recato, decoro, vergüenza, compostura, moderación, respetabilidad, honorabilidad han sido utilizadas como valor cultural antagónico al de aquellas obras criticadas que sin embargo se mantienen vigentes hasta el día de hoy.

De la antigüedad heredamos textos como el bíblico Cantar de los Cantares, El Arte de Amar del romano Ovidio, el libro Kama Sutra del hindú Vatsaiana o el clásico árabe Las Mil y una Noches. A pesar de la represión y persecución de la edad media, la tradición de literatura erótica pudo mantenerse en la clandestinidad, gracias a algunos monjes que se encargaron de preservar las obras clásicas oficialmente condenadas.

 

Obras Inaugurales

Entre las obras que marcaron una temática erótica propiamente tal, se encuentra El Satiricón de Petronius, que describe las andanzas de dos prostitutas en la alta sociedad de la época. Orgías, prostitución masculina, pederastia, incestos, homosexualidad son algunos contenidos de la obra llevada al cine dieciocho siglos después por Federico Fellini.

Por otra parte de encuentra el Decamerón de Bocaccio, el Libro Negro del Amor del Marqués de Sade o, Las Once Mil Vergas de Guillaume Apollinaire. También se encuentran algunos títulos como que por contener ciertas imágenes eróticas fueron censurados públicamente como es el caso de Madame Bovary de Gustave Flauvert o El Amante de Lady Chatterley por D.H. Lawrence.

 

Sadismo, Masoquismo y Lesbianismo

Tres escritores provocaron el surgimiento de las denominaciones de lesbianismo, sadismo y masoquismo a raíz de los contenidos de sus obras.

La poeta griega Safo, vivió gran parte de su vida en la isla de Lesbos donde fundó una academia para señoritas consagrada a la diosa Afrodita, donde se preparaba y enseñaba los secretos de la sensualidad y el sexo. Es conocida como Safo de Lesbos o como Safo de Mitilene. La obra de Safo escrita hace más de 2.500 años, expresa por primera vez el amor entre mujeres. Platón la llamó “la décima musa”, apelativos que usaban los griegos para denominar a las divinidades. Algunas páginas lesbianas presentes en la web, relacionan Lesbos con lésbica, nombre desde el cual surge el término lesbianismo.

“Sonríes, seductora. Sí, esto

aterra mi corazón dentro del pecho,

pues tan pronto te miro un instante,

como ya me es imposible decir una palabra,

pues mi lengua se desmaya: en seguida,

un fuego sutil irrumpe bajo mi piel,

nada veo con mis ojos, zumban

mis oídos,

se me esparce el sudor, un escalofrío

me apresa toda, estoy más pálida

que la hierba y me parece que

falta poco para morir”

(Safo de Lesbos, siglo VII A.C.)

El Marqués de Sade estableció en sus obras, la relación estrecha entre el placer y el sufrimiento físico, de manera tal que aquellos que gozan con el sufrimiento del otro, se les denomina sádicos.

El polaco Leopold Von Sacher-Masoch descubrió cómo el instinto de destrucción, podía ser dirigido en contra de la misma persona en el desenvolvimiento de una relación sexual, surgiendo a partir de ellos el término masoquista.

 

En Chile

En Chile, la tradición literaria no tiene por cierto el bagaje temporal de la europea u oriental, pero existen intento por cultivar el lenguaje del erotismo. Es así como en el ámbito de la narrativa encontramos a Pía Barros, cuyo compromiso con el feminismo y el derecho al placer femenino, la ubican entre las pioneras del género erótico.

      “Que te arrastres por otros cuerpos reptando y mordiéndote los labios ensangrentados para no nombrarme, que el pensamiento lo tengas enredado a mi pubis, encadenado a la rabia de mi olor, que te arrases, te devastes completando la obsesión, que toda yo sea la herida abierta en tu piel ardiente y repudiada, que te sobresaltes al roce, que te retuerzas hechizado y necesites más llagas para respirar el final borrascoso de tu abismo” (Pía Barros, Maldición)

Aunque el caso de Barros no sea una erótica libre de todo lo que acarrea ser mujer, ya que decide no callar el abuso, no adornarlo, no volverlo normal o maquillarlo, sino visibilizarlo de manera cruda como un reclamo o incluso como una denuncia:

       -Mamá, dijo el niño, ¿qué es un golpe?

Algo que duele muchísimo y deja amoratado el lugar donde te dio.

       El niño fue hasta la puerta de casa. Todo el país que le cupo en la mirada tenía un tinte violáceo. (Pía Barros, Golpe)

Isabel Allende, por su parte, en su libro Amor, habla sin tapujos sobre la erótica femenina, agradeciendo el cambio de época y la libertad con la que hoy las mujeres leemos.

“Para las mujeres el mejor afrodisiaco son las palabras. El punto G está en los oídos; el que busque más abajo está perdiendo el tiempo” (Isabel Allende, Amor)

Entre los escritores no son tan usuales las temáticas propiamente eróticas. Rescatamos sin embargo a José Donoso y el personaje de la Ruby, una gorda excitante y sensual que despierta una cierta impudicia colectiva

“Se tendió en su cama, a media luz. Tenía el miembro erguido. La. Ruby, desnuda, nacarada, resbalosa como el interior de un caracol fragante y vivo, se prestaba a ser su interlocutora: él jugueteaba con su mano derecha convocándola con sus papilas ansiosas. Mientras tanto, el índice de su mano izquierda indagaba en el agujero caluroso del bivalvo de raso que empapaba sus vellos” (José Donoso, Donde Van a Morir los Elefantes)

Por otro lado, Gonzalo Rojas en su compendio de poemas eróticos denominado las Hermosas, explora imágenes y sensaciones sobre las mujeres. Si Bien Pablo Neruda habló de los cuerpos y describió el de la mujer amada: “he ido marcando con cruces de fuego el atlas de tu cuerpo”, Rojas es el poeta que ha abordado más explícitamente el erotismo.

“Y claro, áureos los centímetros

ciento setenta del encanto

del tobillo a las hebras

torrenciales del pelo. -«Piénsese

irrumpe entonces a esa altura Borges con asfixia, ¿quién

sino el Aleph pudiera entera esquiza y

bestia así olfatear, besarla en el hocico,

durarla, perdurarla en su enigma, airearla,

mancharla por lo hondo hasta serla, al galope

tendido del tedio? ¿Quién,

especialmente eso, la hartara?” (Gonzalo Rojas, Baudeleriana)

 

¿Qué hay para leer?

Henry Miller: Trópico de Cáncer, Trópico de Capricornio; La Trilogía Sexus, Plexus y Nexus, Sexo en la Ciudad.

Anais Nin: La seducción del minotauro; La Casa del Incesto; Escaleras hacia el fuego; Invierno del Artificio; Una espía en la casa del Amor, Los diarios de Anais Nin.

Charles Bukowsky: Erecciones; Eyaculaciones; Exhibiciones; La Máquina de Follar; Escritos de un viejo indecente; Se Busca una Mujer; Mujeres.

 

 

 

Andrea Elgueta Molina. Escritora y periodista. Diplomada en Gestión Pública y Redes Sociales. Fue parte del primer equipo editorial de Carajo, como productora periodística y como escritora de numerosas guías de lectura que se publicaban en las contraportadas del periódico. Tiene un libro de poesía, autoeditado denominado “Avant, dans un temps qui précede”, también tiene varios cuentos infantiles inéditos.
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