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Nadie habla solo. Poemas escogidos
Víctor Hugo Díaz
Editado por la Municipalidad de Lima
Lima, 2021
EL ESPEJO SE MUEVE
Mírate la carita, mírate la cara;
esa cara entre otras caras de desesperado.
Los cuerpos rompen desfile a la salida del shoping
Resplandecen bajo la mirada luminosa de mujer
desde el anuncio de cerveza
Desde aquí se oye el sonido de esas vidas que se rozan
un grupo afiatado pero sin afinación
como ruido de industrias
El vagón repleto es el espejo que nos exhibe
a través de la boca de los otros
Algunos destellos donde reconocernos
tras la pared de ropa sudorosa en el hombro
En la ventanilla nuevos edificios entran y salen del recuadro
Florecen con la rapidez que da el maquillaje:
tratamientos de belleza sobre barrios tranquilos
que se repueblan
Somos puntuales cuando se trata de llegar tarde
para aferrar cosas que no suceden más allá
a casi una pedrada de distancia
Con los años cambia la música con que nos gozamos
La escenografía donde ensayar
esta derrota de aficionados
La ciudad se conoce por la dureza con que agrede los pies
Todo entra por los ojos, nada por la cabeza
Como esa manada de caballos domésticos que rodean la luz
la voz de los bebedores.
FRÁGIL
Las flores artificiales
también florecen, pero en invierno:
su polen es el musgo
No requieren de luz sino de tiempo para volverse necesarias.
Toma la vía más rápida desde Santiago sur
Aquí la cara va por dentro. Acaricio mis papeles
y sé que está mirando
–ese vestir con mal gusto que tanto excita–
La cresta negra del gallo sobre la cordillera
es mi mano abierta contra el sol
Ahora sé cómo no se hacen las cosas
Y déle con la misma, no como en casa
en la que se podían rayar las paredes.
Nos quedamos detenidos
en un trayecto que no tiene paraderos
Luego el encuentro casual y rápido
pero en direcciones opuestas
(trenes subterráneos que se cruzan a mitad del túnel)
Se quedó esperando todo el día de cada año
tendida sobre los rieles como en la piedra de sacrificios
Al verla el llanto se instala sin dolor:
un recién llegado al baño de restorán
el suelo trapeado con cloro
y los ojos llenos de lágrimas.
El cargamento más reciente termina de vaciar el andén
y deja su turno al que viene
Su cuerpo es frágil, pero cuando está caído
paraliza la ciudad
(ella eligió el Metro porque ya estaba trazado:
no era un motivo de viaje
sino el camino más corto hasta el fin del recorrido)
–No importa, no quiero saber dónde llamar
ni dónde vives, por si me pongo tonta.
–Aunque los vagones traen ruido
puedo escuchar tu música.
Dos niños caminan junto al ciego
que sale de la estación,
guardan silencio, se miran
y creen pasar inadvertidos
lo ven subir la escalera
imaginan cómo es la oscuridad.
ESTATUA EN EL PARQUE
(a la memoria)
El que pregunta hace el siguiente movimiento
expectación y sorpresa
dibujada en el público que espera
en la maternidad de un barrio pobre.
Años después la misma escena se ve de espaldas
invertida en el espejo de la calle
–A esa hora de sol un funeral corta el tránsito
autos de hace diez años y la cara de los deudos
más distraída y ausente
hacia el final de la caravana
(Se casaron a la misma edad, te imaginas).
La indiferencia se llenó de signos femeninos
Tanto buscar que al final se encuentra en los bolsillos
Vestirse y salir caminando
partir hablando pestes de tiempos felices
cuando estaba tan cerca
que bastaba con empinarse y ver sobre la empalizada.
Hay una vieja canción de la que olvidamos su letra
pero que llevamos en la punta de la lengua
el sendero correcto que se bifurca en el jardín
–Él tenía miedo a la putrefacción,
a la oscuridad húmeda, prefería la ceniza.
–Cómo te gustaría contárselo a alguien
desechos de una alianza vacía
y un poco de talento para el caos.
Te lo puedes llevar, no te lo vas a llevar
Una letra o una línea levantarían la mirada
Ahora con ropa podemos hablar
a unos pasos de casa
un pie afuera
ocultos en el secreto que hay entre las gotas de lluvia.
Víctor Hugo Díaz. Chile, 1965. Ha publicado La comarca de senos caídos (1987), Doble vida (1989). Ganó el Premio Pablo Neruda en su Centenario (2004), por trayectoria poética, otorgado por la fundación del mismo nombre.