Modigliani
Duele articular el puño ante el peso de una botella
Amedeo
de labios de arena gris
de golpe en el pecho cuando la resaca
se avecina dando campanadas en la garganta
Duele amar la neblina de Montparnasse
esa telaraña celeste habitada por el hambre de las ratas
el beso articulado de los caballetes abrazando el desvelo
entre paletas
papeles
y esa carta de amor que nunca se termina de escribir entre los lienzos
Amedeo
habitante de Bateau- Lavoir
la casa del trampero
de huellas incineradas en 1970
habitante de los senos arrojados al vacío
del equilibrio de Brancusi y la ira de Picasso
Duele escribirle a tu ceniza acróbata
dándole color a las cuencas vacías del silencio en un retrato
ese cincelado maniquí entramado profundamente en el lino
como el aliento de la amante en cada latido de piedra menguante
que jamás nos abandona a pesar de asfixiarnos con el vodka
esa amante sin canas en el sexo
con el aroma de ese paisaje púbico
que se guarda en la mano derecha manchada de siena
o en la sonrisa bordada en el pañuelo
en la viñeta decolorada de las botellas escondidas de las risas
en el rincón de la habitación
húmeda como una plegaria deshojada
de Jeanne al morir con el aire de los cementerios
Duele
Amedeo
ahogar mariposas en la dentadura
como el salto imaginario del cubo de hielo hacia la muerte
con las ondulaciones de ese cabello inolvidable
el brilloso hollín de los muros procreando la noche
el embarazo de nueve meses salpicado de poemas
el bostezo de las luciérnagas en el ombligo de tu mujer
también inolvidable
Duele tener ataques cardíacos
meningitis tuberculosa
cáncer cervical
suicidarte con un balazo a la edad de ochenta años
o que tu madre golpee tu sombra en las esquinas de tu cama
dejarte sordo para no escuchar más el dolor
emborrachar el crepúsculo
pero duele más llamarse Modigliani.
VAN GOGH
“La buena salud mental de Van Gogh puede ser proclamada, pues a lo largo de toda su
vida sólo se hizo cocinar una mano y, dejando esto de lado, no llegó más que a cortarse
la oreja izquierda”.
Antonin Artaud.
I
Una oreja
Tímida mariposa sangrando
Las letras del hierro
Con el parpadeo de la última palabra escuchada
El adiós quizás
Con la medida de las flores en los muros
En el florero tosiendo el humo de la pipa
Oreja pajarera
Mentira piadosa del te amo
Terrestre gozo de la ceniza en los inviernos
Pez prematuro de la lluvia
Espejo donde se oculta el odio
Una oreja
Cortando el corpóreo silencio de las cosas
En una caja de madera
De cerillos estallados
Oreja de júbilo primaveral
Arena menuda para cansar los océanos
Concha marina donde guardar el olor de los ángeles del sueño
Tanto alboroto por una oreja los últimos años
Uno puede cortarse
Supongo
El reclinado musgo de la edad en cada hueso
Los dedos como estaciones furiosas escapando de los calendarios
El pulso como astro fulminado al morir bajo el peso de una boca
Las pestañas como agujas guardando el desvelo
Se puede cortar las extremidades
Al dejar nublados los cuadernos sin poesía
Sin ira sobre las dactilares manías de la ropa tirada bajo la cama
Se puede claro está
Cortarle las tetas a tu mujer con esa espátula garabateando lunas
Cortárselas de un trazo menguante sobre el cuadro sin terminar
Digo
Si no es tanto pedir
Apenas pueda
Me pintaré una nueva
Como buen gesto
Para degollar nuevamente tus gritos
Y nadie recordará
Que quise alimentarte con ella.
II
De un balazo
De un picotazo por un colibrí de fuego
Me la cortaron
O fue de un sutil machetazo
O de un descalzo beso de mi madre
Cosechando lágrimas en cada vaso de ginebra
En cada cubo de hielo
En el reposo de las lámparas afiladas de la ciudad
En sus brazos de paraguas para detener
Mis raspones minerales
-No hablo de Vincent en este momento
él descansa en la vacía retina de mi biblioteca-
Siempre hubo versiones del asunto
No recuerdo
Cuando lo dijeron en la radio
En el ombligo tartamudo de alguna revista porno
La noticia diaria del psiquiatra en la pizarra
La ruda risa de las enfermeras en el hospital
De la maestra reprobándome el abstracto lenguaje de las cosas
Ser sordo puede hacerte la vida difícil
Fue de un golpe
En la cabeza
Me la arrancaron después de una borrachera a los seis años
Después de tatuarle mis gritos a mi abuela en sus arrugas
Fue eso precisamente
Un golpe
Para aprender a girar el rostro
Y dar la otra mejilla
A la estatura de las palabras
A mi oído
Y encender ese pesado tímpano de la noche
Cuando las preguntas no poseen respuesta.
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Noé Lima. Ahuachapán, El Salvador; 1971. Escritor, poeta y pintor. Fue miembro
fundador y director del grupo literario Tecpán, de la Universidad Dr. José Matías
Delgado. Fue miembro del equipo coordinador del suplemento cultural “Altazor”
del diario El Mundo de El Salvador. En su haber tiene los libros Efecto Residual
(Ediciones Mundo Bizarro, Guatemala; 2004) y Erosión (Editorial X, Guatemala;
2015) y próximos a publicarse: Zumbido, Erógena en 3D e Instrucciones para
armar un colibrí de papel.