LA NUEVA GUERRA DE ARAUCO Y EL CREACIONISMO DE PIÑERA

 

“Hasta ahora no hemos hecho otra cosa que imitar al mundo en sus aspectos, no hemos creado nada”, decía Vicente Huidobro en su famoso poema-manifiesto Non Serviam (no te serviré), en el cual declara a la naturaleza que no seguirá más sus reglas: “Hemos aceptado, sin mayor reflexión, el hecho de que no puede haber otras realidades que las que nos rodean, y no hemos pensado que nosotros también podemos crear realidades en un mundo nuestro”. Es con este poema, con el que Huidobro expone su teoría del creacionismo, que consistía en la capacidad que tiene el poeta para crear una realidad propia a través del lenguaje. Así, la obra literaria se mantenía independiente de cualquier contexto, pues el poeta al ser un pequeño dios, tenía la facultad de crear sus propios mundos.

El creacionismo que, en la segunda década del siglo XX, logró que Chile participara en la profunda discusión estética surgida en el periodo de las Vanguardias, parece ser la corriente literaria predilecta de los asesores del presidente Piñera, al menos en lo que se refiere a los asuntos con el pueblo Mapuche. Es que es evidente que el lenguaje puede construir imperios. Non seviam, parece haber gritado el gobierno para desafiar a la realidad, así comenzaron a escribir minuciosamente el guion de su propio conflicto, aunque en la mayoría de las situaciones sin mucho talento. Recordemos el verdadero fiasco en la llamada “Operación Huracán”, en el que 8 dirigentes comuneros, acusados de la quema de camiones, fueron finalmente absueltos por tribunales, al comprobarse que habían sido incriminados a través de pruebas falsas, adulteradas por carabineros. También está en nuestra mente el triste acontecimiento que terminó con el asesinato de Camilo Catrillanca, el que fue reportado en un inicio como un enfrentamiento en el contexto del robo de un vehículo. Con posterioridad se ha conocido que, a pesar de no tener ningún antecedente penal, era monitoreado por un equipo de inteligencia policial.

La tendencia del gobierno al creacionismo, se reconoce en la denominación del territorio mapuche como Macrozona Sur, concepto proveniente de la geopolítica. Ahí el gobierno ha tenido éxito, logrando que la totalidad de los medios de comunicación hayan adoptado el término para cubrir las tensiones que se dan en dicho territorio. El concepto refuerza la idea de un poder centralizado, despojando de identidad a la zona con un nombre administrativo, más que un nombre parece ser un espacio demarcado en la extensión de un mapa, donde se despliegan autos en miniatura y soldaditos de plomo, ante la mirada circunspecta de asesores militares. Es el nombre que designa un territorio que debe ser recuperado y controlado. Macrozona Sur es el escenario perfecto para un relato de guerra.

Sabemos que Piñera tiene cierta obsesión con “enemigos poderosos e implacables” y la palabra “guerra” sale de su boca con cierta facilidad. Sin embargo, a pesar de la escalada de violencia en la región, lo cierto es que en general el pueblo mapuche ha sostenido una lucha territorial con cierta desventaja, enfrentándose con piedras ante fuerzas policiales, aunque poco a poco han surgido algunas organizaciones que proponen la resistencia armada, se trata todavía de grupos minoritarios que están lejos de convertirse en una fuerza militar significativa. La fortuna del presidente, es que, en los momentos más propicios, justo cuando la estrategia represiva tambalea, aparecen videos con proclamas de estos grupos mostrando un enorme poder de fuego, con armas y municiones de guerra. Así, se ha logrado caracterizar un enemigo poderoso que sólo puede ser enfrentado con fuerzas militares. Otra constante, durante este gobierno, ha sido la aparición de delitos comunes, como el supuesto robo de vehículo en el caso Catrillanca, o el fenómeno del narcotráfico. Lo que ha sido de utilidad para dibujar un enemigo socialmente inmoral, capaz de ocupar cualquier medio. Por cierto, no ha sido la primera vez que se ha caracterizado a los mapuche como un pueblo bárbaro por los chilenos. Interesante es revisar la editorial del diario El Mercurio de Valparaíso del 24 de mayo de 1859, sólo dos años antes que se aprobara el plan de invasión de Cornelio Saavedra:

“No se concibe efectivamente, como es que nuestros gobiernos, pasando por alto sobre la indisputable conveniencia de asegurar el territorio de Arauco, y de someterle a la acción inmediata de las leyes de la civilización, han consentido en que una tribu bárbara e indomable, sorda a las predicciones del evangelio e incapaz de plegarse a ningún sentimiento noble, permanezca a la puerta misma de nuestros hogares, como una perenne amenaza contra la propiedad, la libertad y el orden; y es un verdadero contrasentido, cuando no una ridiculez política el que en vez de limitarse a asegurar los ricos territorios que esa tribu insociable sigue poseyendo hayamos llevado nuestras miradas hacia la región de las nieves”.

Las guerras suelen comenzar mucho antes que las hostilidades militares, quienes fabrican una guerra deben saber allanar el camino, y tipificar a un enemigo ante la opinión pública es una tarea de primer orden. Este artículo que parece tan actual, como si lo hubiese escrito hoy un hacendado o un empresario de la industria maderera, en otros párrafos  hace mención a la flojera y el alcoholismo de los mapuche. Nada ha cambiado mucho, solo que ahora se suelen agregar epítetos como terroristas, delincuentes, narcotraficantes. Ya se sabe, el creacionismo es un arte de vanguardia.

Hace solo 5 días ha sido asesinado un mapuche, además de 3 heridos a bala, incluido un menor de edad, como siempre en circunstancias para nada claras. El presidente ha asegurado que se trató de una “emboscada”, otra vez la conceptualización de la guerra. Testigos aseguran que simplemente fueron baleados mientras cruzaban la carretera. Se indica que existen imágenes, tanto de la policía como de drones, que están a disposición de la Fiscalía, imágenes que nadie se ha apresurado a hacer públicas. Por su parte ONU Derechos Humanos, lamentó la muerte del comunero y manifestó su preocupación por la militarización en el territorio mapuche, así como la escalada de violencia. A través de su comisionado para américa de Sur, Jan Jarab, recomendó al gobierno limitar al máximo el uso de las Fuerzas Armadas para el control del orden público, y agregó que “la solución a la conflictividad crónica no será resultado de políticas y medidas de seguridad que favorezcan la militarización en la zona, sino del diálogo y el reconocimiento de las demandas históricas de los pueblos indígenas, en particular del pueblo mapuche”.

Ahora el gobierno insiste en prolongar el Estado de Excepción en la Araucanía, suspendiendo el Estado de Derecho para defenderlo, convirtiéndose Piñera en el presidente que más ha abusado de la medida, desde el retorno a la democracia. Por cierto, no es difícil imaginar lo que sucederá en el Sur si se insiste en mantener en la zona la presencia militar. Quizás lo que el gobierno espera sea precisamente un alza de la violencia. Así se construyen las guerras. Recordemos que antes de la Guerra de Vietnam los buques norteamericanos navegaban las aguas sur asiáticas provocando a la marina vietnamita, y el conflicto se inició en una extraña batalla que tuvieron dos buques contra una tormenta, pues las malas condiciones meteorológicas hicieron que el radar y sonar les indicara objetivos inexistentes, a los que dispararon durante dos horas, en la madrugada del 4 de agosto de 1964. A pesar del cable enviado por el comandante del buque Maddox, John Herrich, alertando que se trataba de un error y que no habían avistado al enemigo, 3 días después el presidente de EEUU, Lyndon B. Johnson, convocó al congreso pidiendo apoyo para una intervención más resuelta como represalia. Así se inició oficialmente la Guerra de Vietnam. El creacionismo tiene sus mejores exponentes en el mundo militar, un poco de hipérbole, metáforas como marcrozona y una buena construcción de personajes. Después de todo, la Vanguardia es también un término de guerra.

 

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