País abierto
a Alarico, todista
mi país es tan pequeño que si me levanto
por el lado izquierdo de la cama
ya soy un extranjero. mi país
no tiene más que una estación solo de salida
de buses. en mi país cuando trajeron
un cristo crucificado para la única iglesia
tuvieron que cortarle un brazo para
que entrara. en mi país los días
duran la mitad. y la gente tiene
herramientas que a la vez son una taza
un taladro una espada un tambor una silla.
para que la comida dure el doble
comemos frente a los espejos.
ahora que viajo me doy cuenta
que solo se puede hacer bien el amor
en mi país. cuando vino la sequía
nadie se dio cuenta. cuando llegó
el invierno incendiamos la iglesia
y creamos al menos tres religiones más.
mi país tiene la misma cantidad
de alfabetos que de personas.
al miedo no lo conocemos pues hemos
sembrado tanto horror en el mundo,
que solo le tenemos pánico a dormir
porque en mi país nadie sabe
convertido en qué se puede despertar.
Papas y camotes
a Toño, maroquero
cuando cocino el sabor depende
para quién sea y qué tal me caiga.
cuando cocino para mí, por ejemplo,
todo me sale feo, quemado y triste.
cuando cocino para mi madre
todo sabe a leña verde y recojo violetas
en el camino para adornar su lápida
pues como todos saben mamá no está muerta.
cuando cocino para mi padre hay mucho ajo
y pólvora y clavos y esquirlas de mercurio.
cuando cocinamos con mi hijo él dice
que todo le gusta porque él cocina más que yo.
cuando cocino para mi amor estoy distraído
y estas llagas en mis manos son de agua
helada y aceite hirviendo pues las estrellas
son difíciles de sazonar.
cuando cocino para el Hombre
al cual a pesar de todo le tengo fe
las papas saben a papas
y los camotes, a camotes.
Impasse
Ya sé. Se trataba de la valentía.
Un buen tema para cualquier conversación.
Terminada la juventud,
se está a merced del miedo,
(Olvido García Valdez)
por eso aman la valentía, como los héroes.
Como si el valor valiera algo. (Bolaño)
La inconsciencia de los héroes al trotar
sin saberlo sobre su piel
esquivando los huecos como sobre las olas
más altas
es solo
técnica documental
estrategia discursiva.
No tienen el valor de mirar atrás como lo tenía
Apollinaire porque no tienen memoria.
Pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido
(J. L. Borges)
Amar sin aprendizaje degenera, pero te diría
ten el valor de equivocarte. O entra sin naves
en el altamar del sueño.
El sueño que divide sin rencor a sus amantes (Walcott)
Desde la proa se ve cómo el fugaz romper de las olas
es una máquina urdida
para devorar y construir a la vez.
Debajo
de la marejada florece con amor la verdad
respirando en medio de los huecos
como un joven elefante pesado y hermoso
ocultando al sol
tras su risa de marfil.
Este es nuestro pequeño espacio de confianza. (Watanabe)
Con su solo ojo de arena la verdad vale por su risa.
Y toda risa es liminoide.
Su inundado vacío (como papel
quemado) tiembla bajo el oleaje (y al llegar cerca
del obstáculo la ola crece, crece, se empina
y disminuye de anchura) con el sonido tísico de la hoguera.
No de miedo.
Miedo a que lo que ame sea letal para aquellos que amo.
(Carver) Dentro del tubo de la ola antes de romper
la risa tiembla de emoción
pues hay carencia en su atracción. Y cadencia.
La atracción de enfrentarse al horror y de tener una teoría sobre él. (Carson)
En un texto de cuatro líneas sales del sueño.
He soñado una fuga. Un “para siempre”
suspirado en la escala de una proa. (Vallejo)
Y alguien, del otro lado, siempre espera.
Impulsada por su angosta velocidad la ola
pierde equilibrio
y se estrella
estruendosa
sobre las peñas rocosas.
“Solo se es valiente para el otro”.
Lleno de aforismos acuáticos
la valentía se filtra entre las piedras.
Aunque sin puerto alguno.
Hueco.
Cuántas costas ficticias
Antes del puerto hay.
(Emily Dickinson)
Cualquier texto puede ser un puerto.
Liminoide. Me gusta esa palabra.
Mas en aquel tiempo,
cuando rompían las olas los puertos
no la conocía.
Por eso para hablarte
tuve que referirme
a la juventud
Atardeciendo
Sin amor
Con su boca inflexible
Hacia el mar. (Elytis)
Pero entonces, totalmente trizas, apareces
con una fruta gastada en el hueco de cada mano.
Poemas del libro No siga ese pájaro, Editorial paracaídas, 2017
*****Martín Zúñiga Chávez (Cusco, 1983). Es poeta, editor, gestor cultural y catedrático. Acaba de publicar el libro de no-ficción No siga ese pájaro (Paracaídas editores, Perú, 2017). Es también autor de Gavia (Ediciones Fecit, España, 2009), Pequeño estudio sobre la muerte (Ediciones Cope, Perú, 2010), Cover (Editorial Difacil, España, 2011), entre otros títulos. Su obra ha recibido importantes premios en España, México y Perú. Es maestrista en Literatura con mención en Análisis del Discurso por la Universidad Nacional de San Agustín. Coorganiza el Festival Internacional de Poesía de Arequipa, gestiona espacios literarios en el sur de Perú y desde hace varios años gestiona el proyecto Urbanotopia.