Perú. Poesía. Martín Zúñiga. Tres poemas.

 

País abierto

a Alarico, todista

 

mi país es tan pequeño que si me levanto

por el lado izquierdo de la cama

ya soy un extranjero. mi país

no tiene más que una estación solo de salida

de buses. en mi país cuando trajeron

un cristo crucificado para la única iglesia

tuvieron que cortarle un brazo para

que entrara. en mi país los días

duran la mitad. y la gente tiene

herramientas que a la vez son una taza

un taladro una espada un tambor una silla.

para que la comida dure el doble

comemos frente a los espejos.

ahora que viajo me doy cuenta

que solo se puede hacer bien el amor

en mi país. cuando vino la sequía

nadie se dio cuenta. cuando llegó

el invierno incendiamos la iglesia

y creamos al menos tres religiones más.

mi país tiene la misma cantidad

de alfabetos que de personas.

al miedo no lo conocemos pues hemos

sembrado tanto horror en el mundo,

que solo le tenemos pánico a dormir

porque en mi país nadie sabe

convertido en qué se puede despertar.

 

 

Papas y camotes

a Toño, maroquero

 

cuando cocino el sabor depende

para quién sea y qué tal me caiga.

cuando cocino para mí, por ejemplo,

todo me sale feo, quemado y triste.

cuando cocino para mi madre

todo sabe a leña verde y recojo violetas

en el camino para adornar su lápida

pues como todos saben mamá no está muerta.

cuando cocino para mi padre hay mucho ajo

y pólvora y clavos y esquirlas de mercurio.

cuando cocinamos con mi hijo él dice

que todo le gusta porque él cocina más que yo.

cuando cocino para mi amor estoy distraído

y estas llagas en mis manos son de agua

helada y aceite hirviendo pues las estrellas

son difíciles de sazonar.

cuando cocino para el Hombre

al cual a pesar de todo le tengo fe

las papas saben a papas

y los camotes, a camotes.

 

Impasse

 

Ya sé. Se trataba de la valentía.

Un buen tema para cualquier conversación.

Terminada la juventud,

se está a merced del miedo,

(Olvido García Valdez)

por eso aman la valentía, como los héroes.

 

Como si el valor valiera algo. (Bolaño)

La inconsciencia de los héroes al trotar

sin saberlo sobre su piel

esquivando los huecos como sobre las olas

más altas

es solo

técnica documental

estrategia discursiva.

No tienen el valor de mirar atrás como lo tenía

Apollinaire porque no tienen memoria.

Pero no basta ser valiente

para aprender el arte del olvido

(J. L. Borges)

Amar sin aprendizaje degenera, pero te diría

ten el valor de equivocarte. O entra sin naves

en el altamar del sueño.

El sueño que divide sin rencor a sus amantes (Walcott)

 

Desde la proa se ve cómo el fugaz romper de las olas

es una máquina urdida

para devorar y construir a la vez.

Debajo

de la marejada florece con amor la verdad

respirando en medio de los huecos

como un joven    elefante pesado y hermoso

ocultando al sol

tras su risa de marfil.

Este es nuestro pequeño espacio de confianza. (Watanabe)

 

Con su solo ojo de arena la verdad vale por su risa.

Y toda risa es liminoide.

Su inundado vacío (como papel

quemado) tiembla bajo el oleaje (y al llegar cerca

del obstáculo la ola crece, crece, se empina

y disminuye de anchura) con el sonido tísico de la hoguera.

No de miedo.

Miedo a que lo que ame sea letal para aquellos que amo.

(Carver) Dentro del tubo de la ola antes de romper

la risa tiembla de emoción

pues hay carencia en su atracción.     Y cadencia.

La atracción de enfrentarse al horror y de tener una teoría sobre él. (Carson)

 

En un texto de cuatro líneas sales del sueño.

He soñado una fuga. Un “para siempre”

suspirado en la escala de una proa. (Vallejo)

Y alguien, del otro lado, siempre espera.

Impulsada por su angosta velocidad la ola

pierde equilibrio

y se estrella

estruendosa

sobre las peñas rocosas.

 

“Solo se es valiente para el otro”.

Lleno de aforismos acuáticos

la valentía se filtra entre las piedras.

Aunque sin puerto alguno.

 

Hueco.

Cuántas costas ficticias

Antes del puerto hay.

(Emily Dickinson)

Cualquier texto puede ser un puerto.

Liminoide. Me gusta esa palabra.

Mas en aquel tiempo,

cuando rompían las olas los puertos

no la conocía.

Por eso para hablarte

tuve que referirme

a la juventud

Atardeciendo

Sin amor

Con su boca inflexible

Hacia el mar. (Elytis)

 

Pero entonces, totalmente trizas, apareces

con una fruta gastada en el hueco de cada mano.

 

Poemas del libro No siga ese pájaro, Editorial paracaídas, 2017

 

*****Martín Zúñiga Chávez (Cusco, 1983). Es poeta, editor, gestor cultural y catedrático. Acaba de publicar el libro de no-ficción No siga ese pájaro (Paracaídas editores, Perú, 2017). Es también autor de Gavia (Ediciones Fecit, España, 2009), Pequeño estudio sobre la muerte (Ediciones Cope, Perú, 2010), Cover (Editorial Difacil, España, 2011), entre otros títulos. Su obra ha recibido importantes premios en España, México y Perú.  Es maestrista en Literatura con mención en Análisis del Discurso por la Universidad Nacional de San Agustín. Coorganiza el Festival Internacional de Poesía de Arequipa, gestiona espacios literarios en el sur de Perú y desde hace varios años gestiona el proyecto Urbanotopia.

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