Tuve la suerte y el privilegio de conocer y compartir gratas jornadas con el escritor Mario Ferrero, poeta, periodista, crítico literario, ensayista y cronista, sin duda un nombre clave en la literatura chilena del siglo XX.
Su obra portentosa y extensa incluye más de 25 libros publicados entre poemarios, biografías, ensayos, memorias, antologías, agregamos a este listado su destacada labor en crítica literaria, crónicas en el diario La Nación, El Sur de Concepción, el mítico Clarín, La Última Hora, Fortín Mapocho y revistas varias.
Mario Ferrero, poeta culto, profundo y vital, inició su ruta literaria con la publicación de CAPITANÍA DE SANGRE, en 1948, bajo el sello del Zócalo de las Brujas, que también agrupaba a una singular cofradía de poetas que se instalaba con estrépito en la noche y bohemia santiaguina, además de publicar una revista del mismo nombre.
Entre las obras destacadas de Mario Ferrero, podemos nombrar las siguientes, entre muchas: LA NOCHE AGÓNICA, en 1951, con prólogo de Juvencio Valle y dibujos de Andrés Sabella. LAS LENGUAS DEL PAN, en 1955. PABLO DE ROKHA GUERRILLERO DE LA POESÍA, en 1967. ANTOLOGÍA DEL VINO, en 1969. JESUCRISTO EN EL CLOSET, en 1971. POESÍA Y PINTURA, en 1994. MEMORIAS DE MEDIO SIGLO, en 1994.
Mario Ferrero nació un 6 de junio de 1920 en Santiago, cursó estudios libres de Sociología, Historia del Arte, Filosofía e Historia General. Transcurrido el tiempo, y ya instalado en la república de las letras, acompaña a Pablo de Rokha en sus giras mágicas y misteriosas por los pueblos del sur de Chile en una destartalada camioneta vendiendo su cargamento de libros y pinturas.
Premios y reconocimientos coronaron la trayectoria del poeta, como el premio Pedro de Oña, de la Municipalidad de Ñuñoa. El Premio Nacional del Pueblo, otorgado por la Municipalidad de San Miguel y el Gabriela Mistral en 1961.
El poeta Aristóteles España señaló sobre Mario Ferrero y su obra: “Poseía una enorme capacidad de diálogo y su poesía es también eso: una conversación con los seres humanos en un plano intimista, coloquial”.
Poeta comprometido con las causas del pueblo, durante el período de la Unidad Popular fue Director de Cultura y Publicaciones del Ministerio de Educación.
Mario Ferrero Mate de Luna abandonó este mundo el año 1994. Sin embargo, permanece su obra para conocimiento de las nuevas generaciones de escritores. Ramón Díaz Eterovic, indicó en el prólogo de su libro Poesía y Pintura: “Mario Ferrero es un poeta consecuente con la profundidad inherente a toda poesía y con un lenguaje particular, forjado a través de una vida de creación y ejercicio del pensamiento libertario”.
Mario Ferrero un señor de las letras, un incansable en su quehacer vital en la república de la poesía.
Poemas escogidos:
EL GALLO ROJO
“Venid, dejad los dados
que se caiga la noche al fondo de la noria
como papel quemado.
Salid a ver la historia.
Ya son hombres los hombres, y es el pecho del viento
Un perfil de victoria.
Os digo que no miento,
he visto a los mineros con los ojos inmensos
quedar frente a la mina
como perros hambrientos.
O doblar la esquina
sin saber que la bala de un revólver tirano
les cortaría el clima
de las manos.
Sin embargo, sus lágrimas eran bloques de piedra,
enarcaban las cejas
y a la luz del futuro construían su casa
con manzanos y tejas.
Salían de los muros
sus bocas numerosas,
y en el aire más puro
brillaba el alquitrán
lleno de abejas.
Los he visto en los piques del carbón y del salitre
en las plazas del mar y en la nieve guerrera.
Subían por el cobre cantando sus clarines,
sangraba el corazón una inmensa bandera.
Venid, dejad el vino
que el tiempo está maduro y una chispa candente
ha limpiado el camino.
Venid los decadentes
los que lleváis el grito, la culebra y el humo
en medio de la frente.
Los pobres y los ricos
los del traje amarillo que cruzáis la vida
con paso de abanico.
Salid a ver la hazaña
Oh! niños solitarios que al fondo de los pueblos
recogíais castañas.
Subid a lo profundo
que un gallo colorado amaneció cantando
sobre el techo del mundo.
Aquí ha desaparecido el emblema y el poeta canta claro”.
SOMBRA Y DESTINO DE TOULOUSE LAUTREC
Por fin el jueves último
Nos invitó a cenar Toulouse Lautrec,
Naturalmente al Moulin Rouge,
Deteriorado ahora por el mal uso de los turistas.
A la espera del pavo trufado con castañas
Bebimos ese tibio coñac surgido por milagro
Entre el tumulto de las bambalinas,
Porque el humo y el bullicio reinaban por igual
En ese ambiente de hechiceros lúdicos.
El maestro dibujaba impasible
Bajo su imponente sombrero de copa.
Me dediqué a observar sus rasgos finos,
Esa elegancia innata de su cuerpo deforme
Que no causaba repulsión alguna,
Sino que regalaba a manos llenas un don de simpatía,
Una especie de aureola de infortunio.
Su actitud reconcentrada, sobria,
Casi mística, no delató en ningún momento
Al lujurioso esclavo de la sensualidad,
Al buscador de emociones refinadas,
Al talentoso impúdico
De amarga perversidad y de gozo terrible
Con que a menudo lo denigró la crítica.
Parecía más bien un hombre solo, maltrecho
Agobiado por el peso de una dulzura triste.
Hay luces amarillas y jacintos bermejos,
Desde todos los ángulos recoge Chocolate
Sus pasos esgrimistas,
Cha-U-Kao enarbola sus alegres bombachas
De domadora de un infierno leso.
En un rincón obscuro, Jane Avril
Lee los diarios del próximo año
Con la cabeza llena de nietas codornices
Que el pintar coge al vuelo,
Bajo la araña de una luz difusa.
Engalana la mesa
Esa gracia enguantada de Ivette Guilbert,
El perfil académico de Gabriel Tapié
Que mira desde su torre de diez pisos
Al pobre Princeteau olvidado entre nubes.
Todo como un rasgueo de guitarras
En la noche que avanza al incierto destino
De una calesa gris,
Mutilada en el polvo de los días añejos.
Me parece increíble que el hombre que dibuja,
Tan cegatón, tan cansado de huesos,
Sea el mismo y su sombra
Que pasea su fiebre por Le Bois de Boulogne,
Que va al circo en la tarde a iniciar trapecistas,
Que ha inventado el movimiento de caballos eléctricos,
Bailarines, acróbatas, ciclistas
Que corren en la ´pista del Velódromo Buffalo,
Lavanderas enfermas de acarrear ropa sucia,
Niñas enloquecidas de Diván Japonés.
Aún nos queda tiempo para volver de noche
Al ingenuo Salón de la Rúe de Moulins
Con sus muebles vinosos y el decorado imberbe,
Aquellos gobelinos de flores bautismales
Como enormes insectos de plaqué.
Volveremos a beber orejas verdes
Entre mujeres acostumbradas al placer
De las noches ancianas,
Hasta que viene el parpadeo de la luna insensata
Y un sol rayado y tímido se sienta en el sofá.
Alguien pregunta por Toulouse Lautrec.
El maestro duerme en el jardín
Responde desde lejos Renee Vert,
La inmortal sombrerera verde Nilo
¿Ángel o demonio?, grita el viento,
Y la muerte responde: No lo sé.
MARC CHAGALL EL MAGO
Venía del campo Chagall.
Vestía una camisa de mariposas rotas,
Traía en un saco vacío
Su rostro de pájaro loco,
Sólo su rostro,
Porque su cabeza venía sellada
En la encomienda de los tres dragones.
Había nacido tras un biombo errante,
Judío y ruso blanco,
Sin otra alternativa que un domingo en la tarde.
Aquí se acostumbró la eternidad,
Aquí en París, en Niza,
O llegando de noche a Basilea.
Allá en el mar de Mármara,
Con Estambul colgado a la cintura
Inventó el mueble que danza,
Recuperó el espejo de vitrinas atávicas,
Hizo volar las vacas de los árboles.
No tuvo tiempo de tener oficio.
Por eso fue poeta, escultor, ceramista,
Coreógrafo del viento
Inventor de animales
Escenógrafo abierto en los teatros del aire.
A la diestra de sí mismo
Ahora está sentado,
Con sus palomas de abanico de oro
Y su alto gesto de rabino arcángel.
Algunos dicen que además pintaba,
Que diseñó tapices y realizó vidrieras
Para los museos de Jerusalén,
Que decoró el Gran Teatro de Moscú,
Las catedrales de Metz y Tel Aviv.
¿Dónde no estuvo la mano diáfana,
El genio insigne de Marc Chagall?
Un mundo de sueños mágicos,
Un grito tierno y adánico
Se escapó de su mente,
Se anidó entre sus manos.
Todo está allí ordenado
En desorden genial de gesta antigua,
La madre embarazada en su cristal,
El violinista volador que cruza la ventana
Y trae la fragancia de una luna esteparia,
Aquel buey desollado
En el bodegón de la trastienda,
El entierro del trineo
Con el muerto que mira bailar una doncella,
Otra vez el mismo muerto
Barriendo las cerezas del otoño,
La fiesta sagrada de la circuncisión,
Las bodas provincianas
Con el toro estrellado rezando en el altar,
Esos gatos sentados que parecen señoras,
La revolución y su mundo invertido
En alegres disparos de colores.
El sol rojo de París
Y Apollinaire que monta un toro ciego
Como un ramo de flores infinitas.
Todos están allí
Esperando el discurso del Juicio Final,
Los terneros de belfos de azucena,
Esos potros angélicos de rebuzno amarillo,
La pareja que duerme entre las hojas
Olvidada del sexo y su elocuencia,
El asno inteligente
Sentado en el sillón de la Corte Suprema,
Las novias agridulces con olor a guitarra,
Los que cantan de pie sobre el tejado
Las gallinas, los ciervos, las esponjas,
Sus tranquilos caballos
Que de tanto pastar se han vuelto azules.
Me olvidé acordarme de ti, tío Neuch,
Dirá Chagall de pronto.
Y romperá la orquesta sus acordes marciales.
EL ÚLTIMO FAX A ROBERTO MATTA
Matta
Es un atentado contra la violencia,
Lo erótico primario sin consulta a la corte,
La máquina agonal y pensativa
Que busca la unidad de lo indecible,
El fulgor de las máscaras antiguas
Llorando el renacer de sus modelos,
Los animales derramados en la mitad del hombre,
La tarde kikapú y el infraconsciente de los sueños,
Todo lo elemental y lo complejo
Sentado en el desierto de la tela.
Inventor de sí mismo a última hora,
Mancha sus materiales como si lloviera
Picaflores de plata y aceitunas.
Triple doble del todo y su contrario,
Dispara al subterráneo del tejado
Sus soles insulares, sus notas metafísicas,
Aquello ultrasensible que no termina de crecer,
De cambiar, de estar debajo de lo intransferible
Cualquiera que sea la situación del ídolo.
Matta no tiene esquemas referentes,
Inaugura desde dentro hacia afuera
El apocalipsis de los mundos que se vienen,
La morfología de la nueva era.
Arcabucero en un país de nadie,
Promueve la conciencia colectiva
Con el magnetismo del color Torcuato,
Despierta el memorial de las gallinas
En infinitos huevos transparentes,
Abre en dos libertades
El sonido instantáneo de la luz,
Se establece en la tela como un rey de bastos.
Animal de fondo sin destino fijo,
Aletea en medio del espacio cósmico
Al borde del abismo y su conjuro
Sentado en su tablero de ajedrez.
No soy surrealista
Sino un realista del sur,
Dicen que dijo los que lo escucharon.
Y las sillas del agua disparaban flores
A punto de nacer.
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