Poema especialmente escrito para Carajo, edición especial del terremoto en Chile 2010.
El Planeta Tierra al habla
Despierten, despierten, mierdas de dos patas:
soy el Planeta Tierra que les sacude los colchones
para que recuerden en medio de la noche
quién es el que dirá al fin la última palabra.
En esta arca de Noé despavorida
despierten y a afirmarse como puedan
que el remezón sigue, sigue y prosigue
subiendo siempre de intensidad y haciendo retemblar
las estructuras
El piso convertido en masa gelatinosa,
y el vaivén, el ir y venir y el volcarse del horizonte
La caída de muros y columnas
El levantarse del suelo
Y el desmoronamiento de templos
entremezclándose con el estruendo y la horripilante grita
El coro infernal de las mujeres pidiendo misericordia
y de los hombres castañeteando los dientes sin poder ocultar su impotencia
De los perros aullando y las alcantarillas desbordando las heces nauseabundas
Y los usureros en cuatro patas tratando de recoger
las monedas desparramadas en todos los sentidos.
Despierten y escuchen que yo el Planeta Tierra tiene la palabra
Soy yo el que decide cuándo y cómo podré poner fin a la historia
Esa capa despreciable de edificios, palacios, tugurios, museos, fábricas y carreteras humeantes
Con que me han revestido creyéndose dueños
de un espacio que yo les he permitido en un minuto
de mis millones y millones de años flotando a la deriva
en un perdido rincón del universo entre nacimientos y muertes
de galaxias enteras brillando y sucumbiendo a cada instante.
(Para mí los cementerios humanos no son más que un pleonasmo)
Escapen gusanos de dos patas a la cima de los montes
Que ahora soltaré las olas del océano para que las costas sean arrasadas
Y los barcos volcados en medio de las plazas públicas
Y los peces arrancados del mar pudriéndose en medio de computadores
y documentos comerciales vaciados de sentido.
Sean la imagen final de esta puesta en escena tormentosa.
Y tengan muy claro ustedes, especie humana arrogante
y depredadora: esto es nada más que un anuncio
que voy repitiendo una y otra vez cuando me colman la paciencia.
Pero el día que me saquen totalmente de quicio
voy a tirar del mantel sin dudar un instante.
Y aquel día los bosques, indómitos, irrumpirán en las ciudades.
Los ríos correrán a su antojo a diestra y siniestra.
Los loros serán los poetas de un mundo sin relojes ni calendarios.
*Publicado en la edición especial del periódico literario Carajo 2010, dedicada al terremoto ocurrido el 27 de febrero de ese año.
