
RENGA
Quisiera dar las gracias
por este pan sobre la mesa.
Si me llevara la vida entera
agradecer este desayuno
espérenme, por favor:
espérenme leyendo en los escaños
de una escalera que dirija a otra
escalera, divagando sobre
la calidad de los alimentos
recibidos –y su relación
irrenunciable con la lengua.
En el intertanto
pueden practicar lecciones
de dibujo o algún instrumento
musical, pueden practicar
el camino del guerrero
-Gorin no sho, de Musashi-
y estudiar la forma en que
el enemigo intenta aprovechar
tus debilidades (saca ventaja
de que intente aprovechar
tus debilidades), escribir con
tinta invisible un mensaje
que lo confunda: el kanji
donde su muerte venga escrita.
Aprender la caligrafía de los hiragana.
El tono con que se dibujan las sombras
cuando el bambú se corta para usarlo
como un remo para defenderse contra el agua.
Aprender a esquivar los golpes
y la tinta demasiado gruesa.
Aprender a aprender a respirar.
San Agustín Etla, 30 de Abril, 2013
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Cristián Gómez Olivares (Stgo., 1971). Poeta y traductor, es autor de Inessa Armand (2003, La Calabaza del Diablo), Alfabeto para nadie (2008, Fuga), La casa de Trotsky (2011, La isla de Siltolá) y La nieve es nuestra (2012, Ediciones Liliputienses), entre otros. Junto a Mónica de La Torre, publica Malditos latinos, malditos sudacas. Poesía hispanoamericana made in USA (2009, El billar de Lucrecia). Este 2014 se publicará en Ediciones Liliputienses su traducción de Cosmopolita, de la poeta norteamericana Donna Stonecipher.