Lamento del centro delantero
Siempre supe que yo era el mejor de la cuadra
pero a los otros dale con juntas de vecinos
con el hermano de la reina del curso
con el heroico hijo del defensa central
compañero del Partido ahora exonerado
Siempre supe que yo era el mejor de la cuadra
el de las cartas de amor el de las palomitas
el de la media chilena y el cabezazo en el área
el inventor del chanfle envenenado
Aquellos me copiaban hasta el modo de andar
Yo no quería más cueca
fui el artífice de cuanta dicha aquellos aplaudían
como anónimo chico como asunto de otro
Me reía observando afuera del tablero
me lloraba mirando la fiesta y la vecina
Siempre supe que yo era el mejor de la cuadra
y ahora me repiten que no me conocían
me confunden con otro
y me abrazan
y alaban en su nombre las cosas que yo hice.
Confesión de un fotógrafo
Sonrían a la cámara
frente a mí posó la Historia y sus héroes y vuestras pesadillas
A la grandeza de aquellos opuse yo mi sombra
y tengo a la verdad cogida de la cola tal un lagarto en manos del captor
He visto yo a Vallejo cabreado de académicos mirar por la ventana
por si llega el cartero
(la toma de Houdini fue trucada)
He visto al Ché Guevara al exacto momento de cruzarse con Dios
a Salvador Allende con esa banderita que arrebató a algún niño
al paso de las bandas militares
y tomé a Pinochet la foto del prontuario esa de pobre gángster
con gafas enmarcado
y en París esa del beso armado a la carrera
(Me estaba mostrando para tí porque todo gesto es verdadero
y por tí construí este imaginario esa falsa moneda que el fraile comercia con
sus fieles)
Sonrían a la cámara
He visto a Carlos Marx borracho junto a Engels en la gran noche
del conocimiento
Es todo cuanto he visto y nada sé de golpes de catástrofes aéreas
o desgarros colectivos
Yo fabrico la imagen:
El tiempo al que arranqué ese preciso instante ya no existe
Thanksgiving
Tómese nota: debo renunciar a esa invitación a Houston
a un encuentro internacional de poesía
convocado por cierta corporación carente de fondos
y no tengo ni tuve ganas ni tendré ganas
de estirar la mano a mi gobierno cuando soy convidado
y para serles franco
me asquea pedir visa a ninguna parte y carezco de interés
por conocer tal país salvo claro está
para arrullar abrazar a mi hermana y a mis sobrinos y a sus hijos
y a toda esa hermosa prole crecida en las llanuras de Texas
a donde ya nunca iré a menos
se entiende
que la Primera Dama me llame a degustar
ese esperado tecito del Día de Acción de Gracias.
Penúltimas exequias
A medida que la muerte se te hace cotidiana
se despueblan las misas
Ayer tarde por ejemplo no estaban los mayores
algunos partieron en silencio y los otros ni siquiera supieron
por quien doblan las campanas
Los antiguos primos no bajaron de la capital
la esposa de uno sufre de algún cáncer
la de otro de una profunda depresión
que les impide asomarse a la vertiginosa muerte
Y hay ancianos irreconocibles por las escalinatas
en sus ropas signos olvidados
en su forma de orar
en sus modales
y sus bancas las miradas de las damas aún enfrían la espalda
Perdido ya el derecho a manilla otros cargan las culpas
resumidas por el cura en un perdón a la carrera
donde nada hay que perdonar
Mal negocio
los nuevos jefes de familia no dominan el rito
ese ulular de brazos ese apretar de manos el incómodo saludo
mientras dedos más tiernos con mejores deseos
depositan una imagen arriba de la urna:
el deudo y un cachorro que observa a los presentes
con ojos extraviados.
En Memoria de Eugenio Delgado
Gambito
Siempre en los exámenes de idiomas
en partidas de ajedrez
en encuentros furtivos
tiré toda la carne a la parilla
siendo el primero
me hice en dos segundos de respuestas
me lancé entre la jungla tarzanescamente
así alfil al sacrificio en busca de su dama
y aquí me tienen sazonado
por el triunfo y la derrota.
1958
La oruga enrrollada así una espora salta y cae entre las hojas
El maestro de Zoología nos habla en lenta voz de la metamorfosis
y los casi adolescentes de entonces miramos tras los vidrios
el paso de las nubes y la tarde
Más allá se combate en Cienfuegos
Argelia se estira por salir de su corteza
y nosotros recorremos las calles alfombradas
camino al internado a cumplir el castigo
o a mirar las muchachas de regreso a sus casas
La oruga cae entre las hojas y se estira
Pasa toda una vida secretamente oculta
ajena a nuestros pasos
Los casi adolescentes partimos cada uno a su camino
Las nubes no dejan de pasar así los años
y a la vuelta de todo
a medio siglo de esa tarde recordamos la oruga
Es hermosa -decimos- y agregamos colores a su historia
y hablamos de nosotros:
destos muchachos ya cansados y serenos.