GIOVANNI ASTENGO. ENTREVISTA AL POETA CHILENO FRANCISCO VÉJAR: “ME DEDICO A LA OBSERVACIÓN DEL VUELO Y LAS COSTUMBRES DE LOS CORMORANES Y LAS GARZAS”

La poesía no sabe de distancias. El poeta Francisco Véjar, reside en Quintay, es decir a 122 KM de Santiago. Sin embargo, nada de esto impide una conversación cercana, íntima y sobre todo verdadera.

Hace algunos años vives en Quintay, tu paraíso terrenal, entre bosques y “El mar siempre recomenzado” de Valery. Desde ahí configuras y reinventas tu propia poesía desde un libro nuevo, aún inédito, llamado “Manuscrito encontrado en mi bolsillo”, que agradezco, me lo confíes para esta conversación. En estos textos, encuentro poemas nuevos, y antiguos pero para decirlo de alguna forma “Reconvertidos”, como lo hacía Whitman, al aumentar sus “Hojas de hierba”, ¿Cómo se produce la reescritura y que efectos podría producir en un futuro lector?

 El tiempo que llevamos confinados por la fatídica pandemia, me ha servido para ordenar mi obra poética y hurgar en textos escritos hace más de treinta años. El resultado: Manuscrito encontrado en mi bolsillo, libro inédito que me tiene muy contento. El poema que da inicio al libro, se titula Arte poética y dice: “Mi padre está en su huerta, / rodeado de albahacas, / abriendo surcos en la tierra, / regando semillas a través de los meses, / nutriéndome de poesía”. Sin pretenderlo, este poema tiende un puente con la obra del poeta irlandés Seamus Heaney, cuyos antepasados estaban ligados a la tierra, como también los míos, y como Heaney pude también asistir al proceso de la semilla, ver los surcos en la tierra y después de un tiempo, observar cómo van creciendo los tomates, la albahaca y el zapallo. Cuando uno vive una experiencia tan vital como la que acabo de describir, no le se olvida jamás porque a partir de esas experiencias nace la poesía.

Y con respecto a la reescritura, te diría que un poema, aunque esté publicado, sigue siendo perfectible. Esa libertad es propia de la poesía. “Es la metamorfosis de lo mismo”, como le llamaba el poeta Gonzalo Rojas. Hay que aprender de los maestros, sobre todo cuando han estado cerca de uno.

No por nada, Manuscrito encontrado en mi bolsillo contiene muchos poemas inéditos. Y el lector que tú mencionas, puede entender claramente que la poesía es sinónimo de libertad.

El paisaje, el arraigo, la ciudad, el mar; son algunos de los elementos, llevados casi a un espacio metafísico, que bordean una larga cantidad de libros publicados en Chile y el extranjero, que circulan en la memoria colectiva como la de un poeta del asombro ante las cosas ¿Cómo construyes ese mundo particular que de alguna forma está entre lo real y lo irreal?

Ese mundo poético se va construyendo solo y tiene relación con la biografía de uno. Yo nací en Viña del Mar, a las seis y media de la madrugada, en la Clínica Miraflores, el 14 de diciembre de 1967. Ahí ya tienes una referencia geográfica que me determina. Nací en una ciudad jardín que es también un balneario. Y si tú lees con profundidad mi obra poética, siempre encuentras al mar como telón de fondo y como pretexto para hablar del jazz, del paisaje, del amor y de la muerte. Y es cierto, hay metafísica en mi poesía. El poeta Armando Uribe escribió en Revista de Libros del diario El Mercurio, el 5 de agosto de 2000, una crítica titulada, “Poesía vigilante”, donde señala lo siguiente: “Muchos, si no todos los poemas de País Insomnio de Francisco Véjar, contienen preguntas que a veces no necesitan signos de interrogación. En general, se refieren a grandes asuntos que me atrevo a llamar de orden metafísico, como ocurre con los poemas a la muerte de la madre en Tala, de Gabriel Mistral; en Altazor y otros poemas de Huidobro (…)”. Lo que dijo Uribe hace más de veinte años, cobra plena vigencia hoy, en mi nuevo libro de poemas.

Y con respecto a lo real e irreal, daré un ejemplo: muchos de los muertos que me acompañan, los siento más vivos que las personas con las que hablo a diario, ya sea en el pueblo de Quintay, en Santiago de Chile o en cualquier lugar del mundo. Tal vez por eso me gusta tanto el cine de Raúl Ruiz. La idea de Ruiz era hacer un cine chamánico y de esa forma, ayudar al espectador a transitar entre los vivos y los muertos.

 

El jazz, siempre el jazz, ese silencio que es música, es clave también en tu obra; aparte del goce estético y sónico ¿Qué es lo que aporta profundamente en tu obra?

 El jazz forma parte de mi respiración y lo siento en el oleaje de la playa grande de Quintay. Es una de mis grandes pasiones. El héroe de mi adolescencia era Pat Metheny y su incomparable álbum, New Chautauqua. Era una época en que leía a Carlos Castaneda y con amigos, nos íbamos a los faldeos del cerro Manquehue, donde aún existía la viña del mismo nombre y por las noches nos refugiábamos allí a escuchar desde nuestros vehículos a Herbie Hancock, Hermeto Pascoal y Charles Mingus, entre otros músicos. Estoy hablando de principios de los años ochenta. Recuerdo también que con las hermanas Piwonka, nos juntábamos para ir a “El jardín”, un lugar que estaba ubicado en la comuna de Ñuñoa y donde se presentaba el grupo Cometa y su jazz fusión, con Pedro Greene en la batería. Como ves, nada es casualidad, el jazz es imprescindible en toda mi vida. Y su aporte en mi escritura, se relaciona con el ritmo y la libertad que proporciona el auténtico jazz a través de la improvisación. En la poesía no hay improvisación, pero está el dictado del inconsciente que viene a ser un estado de gracia. Ahora mismo, mientras contesto tus preguntas, escucho a John Mclaughlin con Zakir Hussain y eso ya tiene un ritmo, un contexto y una época determinada que potencian constantemente mi proyecto escritural. Esa es parte de mi relación con el jazz.

 

“Los inesperados” es un libro de crónicas dinámicas y frescas, donde estableces historias y anécdotas con grandes figuras de la literatura Chilena, como Jorge Teillier, Enrique Lafourcade, Nicanor Parra y otros ¿Cuál es el génesis de esos relatos y cuál es el rescate?

Yo necesitaba armar un libro con mis artículos de prensa, publicados en distintas épocas de mi vida, pero Iván Quezada, escritor y amigo, me dijo: “Escribe un libro de crónicas contando tú relación de amistad con Nicanor Parra, Jorge Teillier, Armando Uribe, Claudio Giaconi, Raúl Ruiz y Enrique Lafourcade, entre otros. Y de esa manera, sales del formato periodístico”. Se lo agradezco hasta el día de hoy. El resultado fue un libro que me dejó muy contento. Fue mucho trabajo, pero lindo de hacer y concluir. Es un regalo para quienes no pudieron conocer a Teillier o a Parra. Es un testimonio de primera fuente. Me gustaría escribir otro libro de crónicas que dé cuenta de otras realidades, tal vez trate de Quintay y el agua.

 

Por último y para terminar, qué libros y música te han acompañado en esta pandemia?

En el mundo orwelliano que vivimos hoy, hay que refugiarse en la poesía y en el paisaje (es mi caso). Por ejemplo, en Quintay me dedico a la observación del vuelo y costumbres de los cormoranes y las garzas. Y diariamente camino por un bosque que desemboca en varias playas. En ese bosque, hace algunos años, esparcí las cenizas de mi madre. Vivo muy cerca de aquel lugar y por las noches, la escucho respirar junto al follaje y el oleaje marino. Es la música que me acompaña por estos días. Y por supuesto, vivo con libros en todas partes de mi casa. De momento, releo para amortiguar este Apocalipsis in progress en que nos han sumergido, la obra de Giuseppe Ungaretti y de Mark Strand.

Selección de poemas del libro inédito

“Manuscrito encontrado en mi bolsillo.”

 

FOREVER

 

Habrá tiempo

para pasear bajo el alero de todas las estrellas

y recordar a los que ya no están con nosotros.

Por ejemplo, este cuarto es como

un capítulo de una novela de Malcolm Lowry,

mientras afuera siguen cabalgando

los 4 jinetes del Apocalipsis.

Sí, habrá tiempo para alimentarse

de la Vía láctea

y mirar como caen las hojas de los árboles

y de los calendarios.

 

LO QUE TE OFREZCO

 

Nada de lo que te ofrezco

es imposible:

mi mente surcada de pájaros,

caricias como nubes,

besos más dulces que el vino.

 

Todo eso es posible.

 

No somos más que las huellas plateadas

que dejan los caracoles

en los lugares visitados en sueños

donde todo es posible.

 

CAMPOSANTO

 

 

Allí duerme mi padre

sobre polvo y más polvo.

Solo existe el silencio

de los que fueron voces.

 

El viento desordena el entorno.

 

Camino sobre pétalos resecos

que se unen a la tierra,

sobre labios de ceniza

que se juntaban para amarse.

 

Pero no hay respuesta.

 

Hay pasos que oyen,

hay ojos disueltos que observan

el destello de la nada.

 

Allí duerme mi padre,

frío y delicado como la nieve.

 

 

LO QUE OLVIDÉ ANTES DE PARTIR

 

Soy mi propio doble entre la multitud

a la hora del vértigo.

Pantalones de pana y chaqueta de cuero

llevo en los bolsillos un libro

y al hombro una mochila.

 

Santiago se despoja de sus máscaras.

 

Hay algo subterráneo en Santiago,

rostros inimaginables, muchachas rapadas,

videntes no videntes.

 

***
Francisco Véjar. Nació en Viña del Mar, en 1967. Es poeta, crítico, antólogo y ensayista chileno. Incluido en diversas antologías, tanto en Chile como en el extranjero, sus textos han sido traducidos al inglés, italiano, portugués, croata, y catalán. El 2006 la revista Poesía, dirigida por Nicola Crocetti en Milán, Italia, abordó su trabajo poético, desde Fluvial (1988) en adelante. La exégesis y traducción fueron hechas por Cristina Sparagana. Es así como ha publicado los siguientes libros de poemas: Música para un álbum personal (1992), Canciones imposibles (1998), País Insomnio (2000) y El Emboscado (2003). En 2008, publica La fiesta y la ceniza, Editorial Universitaria, Colección: El Poliedro y el Mar. En tanto, el 2009, da a conocer su libro de crónicas Los Inesperados, donde da cuenta de la vida y obra de Nicanor Parra, Jorge Teillier, Raúl Ruiz, Efraín Barquero, Pedro Lastra y Claudio Giaconi. En 2015, es seleccionado en la antología GIOVANI POESIA LATINOAMERICANA, traducida por el poeta italiano, Gianni Darconza (Raffaelli Editores, Roma, Italia). Un año más tarde, publica en España, Cicatrices y Estrellas (Huerga & Fierro Editores). Y en 2019, publica la antología “Poemas de la realidad secreta”, en la Editorial Visor, con selección y prólogo de su autoría. En la actualidad, es crítico de poesía de Revista de Libros del diario El Mercurio.
 
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