Y ENTONCES ¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE APOCALIPSIS? POR CAMILA CAMPOS

 

“Era un martes 13 de junio de un año común y corriente en Santiago de Chile”… Absurdo como cuando he fantaseado con que en mi funeral pongan “Any way you want it” de Journey cuando estén bajando el cajón y que todos se pongan a bailar…así de absurdo es que “Bad Moon Rising” de Creedence, canción epígrafe del cuento que le da el nombre a este volumen de relatos, sea una canción apocalíptica (a propósito, ¿qué será de la banda con ese nombre que hacía temas sinfónicos de Metallica?). Y ese es el tono de estos cuentos de Emilio Ramón: apocalípticos, extraños, no absurdos. O quizás sí, un poco, pero en el sentido en que el absurdo es la clave del mejor humor, de ese que nos hace repensar los elementos que han sido sacados de su lugar común, que han sido descontextualizados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Este escritor por segunda vez nos comparte los recovecos de su ingenio y de su pluma —que más bien yo diría que es un punzón— de la mano de la editorial Los Perros Románticos; primero fue su novela Los muertos no escriben, editada también en Argentina por Piloto de tormenta, una obra tan original, incorrecta y honesta como los cuentos recién publicados. Con Santiago-Ander Editorial ya lleva camino recorrido en ficción y también en la no ficción con su trabajo en investigación musical. Ejemplo de ello fue cuando armó como coautor una pandémica, minuciosa y exhaustiva historia del punk en Chile a través de los discos más avasalladores del género (con Disco Punk, veinte postales de una discografía local, 2020, Editorial Santiago-Ander). O con Ramones en 32 canciones del 2022, libro editado también en México, libro que demuestra pasión por los de camisetas rayadas en cada página.

Cuando leo las historias de Emilio Ramón, me siento como ese meme del científico (cuando explica con su pizarra tipo Darks) al tratar de dilucidar cómo conecta los ingredientes de un alma punk-melómana-cinéfila en su teclado al escribir estos relatos. Cómo se le ocurrió urdir incluso distintos cuentos entre sí. Por ejemplo, “Tommy Gun” (protagonizada por un hombre que es más que solo una cara bonita y dos penes) y “Escritor Fantasma”, unidos por un personaje/persona que no adelantaré aquí. Pero, en realidad, el autor, el Escritor Fantasma, está muerto de la risa de las conexiones que tú logras hacer cuando lo lees. Hasta que, como en el cuento del mismo nombre, deja de ser gracioso y se vuelve, a ratos, macabro. Y después: como si nada.

La cita con la que comencé a escribir este texto podría parecer el comienzo de un cuento, pero no, lo termina. Después de que todo explota, todo se quema, el corazón se rompe, se acaba (o no) el mundo, todo vuelve a la calma. Pero es una calma incómoda, esa calma tan nuestra de “pase lo que pase, igual hay que ir a trabajar mañana”. Leer estos cuentos es como disfrutar de las explosiones de “It’s oh so quiet” de Bjork, pero en una versión sin la inocencia, en una versión donde “No hay futuro”. Donde los protagonistas se orinan de los nervios ante la posibilidad de llevar a cabo el crimen con el que siempre han fantaseado (“Eliminado”, cuento a leer con la estruendosa melodía del Chacal de la trompeta de fondo), donde si el amor ya no es correspondido, entonces tendrá que ser devorado—literalmente, como en “Una las dos”—, donde inexplicablemente el protagonista de “El caso Fernández” explota en Nochebuena y se vuelve un mártir del descontento social… y, como tal, es rápidamente olvidado ante el pan y el circo del gobierno de turno. Cuentos donde aprovechamos el minuto de confianza que da la proximidad de nuestra extinción para confesar nuestros más deplorables secretos y deseos—dígase “De qué hablamos cuando hablamos de apocalipsis—. Pero el mundo no se acabó. Y sigue un año común y corriente en Santiago de Chile.

 

Libro reseñado: De qué hablamos cuando hablamos de apocalipsis

Autor: Emilio Ramón

Editorial: Los Perros Románticos

Año: 2024

Género: cuento

Páginas: 118

 

Camila Sebastiana Campos Z., Santiago, 1991. Profesora de Lengua y Literatura. @voraginepoetica en Instagram, bitácora virtual de lecturas terminadas, disfrutadas, desechadas y memorabilia literaria.

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