SELECCIÓN DEL LIBRO ESTRATEGIA DEL POEMA. CLAUDIA POSADAS “HACIA UNA MATRIZ CELESTE EN EL POEMA”

 

Selección de textos extraídos del cuerpo de documentos de descarga gratuita Estrategia del poema: 72 autorxs hispanoamericanxs (Bitácora de vuelos ediciones, México, 2020) Octavio Gallardo y Armado Salgado realizadores.

 

 

“Un tejido en constante crisis a partir de un descenso hacia un magma en busca de un ascenso que implique una revelación ya sea en la palabra, en el mito, en el significado”.

 

Una matriz en tensión (o una matriz celeste, a la manera de Jorge Eduardo Eielson) podría ser una imagen que defina mi poética, por lo menos la que se aprecia en mi poemario Liber Scivias (Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2009; UNAM, México, 2016). Un tejido en constante crisis a partir de un descenso hacia un magma en busca de un ascenso que implique una revelación ya sea en la palabra, en el mito, en el significado, la psique o en el hallazgo de lenguaje. Pero un tejido consistente, que busque un equilibrio entre esas dos fuerzas: ascenso y descenso y que no se rompa o desborde en una sola dirección, es decir, un poema cuya resolución temática y estructural radique, justamente, en esa confrontación de fuerzas.

Dicha matriz no sólo debe cumplirse en el poema, sino en ese todo del cual forma parte. Desde mi visión, si cada texto conlleva una crisis también debe provocarla dentro de una unidad llamada libro. El poema es, pues, el anudamiento de un tejido mayor.

A partir de estas consideraciones derivo dos aspectos: la crisis como fundamento de la escritura, y el compromiso vital con ese estado.

La búsqueda de la revelación, en todos los niveles que señalé, implica necesariamente el viaje hacia lo profundo; lo numinoso y el hallazgo de lo que se busca expresar no se manifiesta espontáneamente, antes bien, debió cruzar por sus propias honduras. De este modo, me interesa una poesía que esté en contacto con una especie de estado telúrico. Olga Orozco ha sido una maestra en ese aspecto. Por supuesto, no es una postura cómoda. Implica un enfrentamiento con la sombra y la luz más secretas. Implica una actitud de honestidad, el decir lo que se tenga que decir a partir de un despojamiento de toda máscara axial, de lenguaje, de sentido y de razón. Significa nombrar el deseo, el dolor, la carencia, el silencio, el miedo…; significa trascender los límites de la palabra. Hablar desde esa conciencia. «Quiero verdades aterradoras», dice Rafael Cadenas, mi referencia en este aspecto.

Significa capacidad de observación y agudeza de percepción, entereza y honestidad para expresar contundentemente lo visto.

Asimismo, implica sumergirse en un enfrentamiento, en lo cotidiano, con la sombra y con el ángel, con la razón y la extrañeza o lo caótico de las fuerzas que se han convocado. Sin embargo, al correr del tiempo, puedo atestiguar que la conciencia observante se templa y no se afecta por el movimiento de las potencias confrontadas ni por lo que percibe, más bien se convierte, debido a este ejercicio introspectivo y honesto cultivado en el tiempo, en un observador objetivo, acaso ajeno, pero certero y cada vez más incisivo.

Ahora bien, esta tensión en el poema se refleja no sólo a nivel vital o de concepción, sino, por supuesto, a nivel temático y de lenguaje.

En Liber Scivias hay dos fuerzas muy claras que se asedian y que buscan purificarse una en otra, asedio que da sustancia narrativa, anecdótica, temática, a los textos. Hay una tensión entre materia y espíritu, entre el despojamiento de toda herida y deseo que debe sufrir la materia a través del proceso de templanza en el cual la redención o revelación última estaría, acaso, más allá, y/o en el estado matérico en que debe madurar el espíritu para alcanzar su pureza.

Al mismo tiempo, en el momento en que la imagen, el concepto, la conciencia profunda del texto, las estructuras lingüísticas, no basten o no puedan expresar estas fuerzas, me ha interesado, y a la fecha, buscar otras soluciones. No hablo de una llamada «experimentación» per sé a nivel del significante y gráfico, o de meros e improvisados juegos verbales, sino de una bifurcación, de una ruptura que surge cuando lo pide el poema y el lenguaje, de una necesidad absoluta como consecuencia de una crisis. Es un extremo al que todo escritor llega después de un trayecto por su tradición, sus recursos, su capacidad expresiva, su lenguaje, su factura, su imaginación que, en mi caso, se trata de la desembocadura de un proyecto verbal nutrido de la tensión.

En ese orden lo simbólico y la visión han sido saberes e instrumentos fundamentales, y mi maestro en esas andaduras, es Juan Eduardo Cirlot. El simbolismo y el hermetismo, el «letrismo cabalístico» con que el autor expresa «Lo Uno», «Lo no», la revelación, pues, han sido una solución honesta y real que puede trastocar, hasta cierto punto, los límites del lenguaje y de nuestra concepción tridimensional del mundo, al mostrarnos una especie de «realidad», «dimensión» entrevista, entredicha, percibida en esos umbrales entre nuestra sensorialidad y el silencio. Aunque he de aclarar que, en mi caso, no he llegado al simbolismo puro, al despojamiento de la anécdota, del «roto relato de la emotividad ligado a un deleznable ser, polvo de traición y tristeza» al que llega Cirlot, puesto que, como dije, la circunstancia humana, anecdótica, vital, la experiencia, es el sustrato de mis textos.

Asimismo, otro abrevadero en esta ruta ha sido la alquimia: su lenguaje, su universo, los procesos y los fines que implica. Del Opus Nigrum de la idea, del impulso creador, llegar al Opus Magnum del poema.

También, en lo referente a estos aspectos, me ha interesado buscar, aunque en mínimos y humildes atisbos, la belleza y polifonía expresiva y sonora de nuestras lenguas romances. El latín, el occitano medieval y moderno, el catalán, el francés y el español que hablaba Teresa de Ávila, a través de ciertas combinaciones semánticas, ha acudido a salvarme de mis trabas lingüísticas y referenciales. Aquí he de aclarar que he sido sumamente cautelosa con el uso de este recurso; prácticamente, de los tres capítulos que conforman mi Scivias, el último, Unio, es el más simbólico y el que contiene diversas frases y palabras en estas lenguas. Asimismo, y, sobre todo, he acudido a estos recursos cuando lo necesita el poema, cuando la expresividad lo requiere; nunca se ha tratado de usar estas frases, palabras, citas, sin un sentido y una justificación, porque den prestigio y/o porque a nivel significante, sean poderosas. Debe haber una coherencia absoluta entre el sentido del texto y la inmersión a lo que he llamado la conciencia profunda del poema, que implique el uso de los mencionados recursos.

Ampliando las reflexiones en torno a este campo lingüístico, por otro lado, una aspiración que dudo cumplir (porque carezco de los conocimientos filológicos para ello) sería crear un lenguaje secreto, a la manera de Hildegarda de Bingen, la monja visionaria del medievo alemán que creó un idioma misterioso al que llamó Lingua ignota conformado por un alfabeto de 23 letras denominadas Litterae ignotae que, a la fecha, no ha sido descifrado del todo y que probablemente, según los especialistas, fue creado para expresar lo inefable y comunicarse con Dios, que englobe lo más perfecto y bello de las lenguas romances en su estructura y sonoridad. Se trataría de lograr un lenguaje para esta crisis que realmente trascienda el habla de esta materia en la que «somos y estamos».

Ahora bien, y en torno a mi práctica poética reciente, concuerdo totalmente con estas concepciones: la tensión, la matriz celeste de potencias confrontadas y la honestidad y profundidad que implica reconocerlas y expresarlas, sigue siendo mi eje en la creación.

Sin embargo, me interesa cada vez más buscar un lenguaje directo, referencial, menos simbólico, aunque esto último es algo difícil puesto que forma parte de mi voz poética, además de que invariable y forzosamente, en todo lo que escribo, siempre hay un trasfondo místico y espiritual cuya expresión suele ser atendida por este universo hermético.

En ese orden, he abrevado en otros derroteros y me han interesado el lenguaje y la lógica del discurso ensayístico, científico y literario en general, por lo que atiendo a los diversos recursos y estructuras de los diversos géneros en busca de una escritura total.

Por otro lado, con base en el estudio y conocimiento de nuestra tradición poética latinoamericana, plena de diversas transformaciones en la concepción de la poesía, creo firmemente que el poeta moderno tiene una gran responsabilidad en sus búsquedas puesto que no puede pasar por alto este bagaje y ejercer, en vez de una posible innovación, una retórica de la misma y/o la impostación o la máscara, y no la transparencia.

La indagatoria y el compromiso son mayormente complejos: no se trata de realizar una «exploración» superficial del lenguaje y del habla replicando «posibilidades» del significante; tampoco de privilegiar «lo interdisciplinario» en sustitución del sentido o de forzar significaciones en busca de «lo antipoético». Como dice el especialista mexicano Adolfo Castañón en su libro América Sintaxis, «la deuda del que intenta escribir un poema desde el hoy ha de hacer suyos como causa los efectos de aquellos gestos y gramáticas que aspiraban a una incursión en lo inédito y originario».

Es decir, apropiarse de los efectos suscitados por estas poéticas en la escritura, abrevar en otras tradiciones y construir, bajo esta conciencia, el propio discurso.

Bajo este espectro, creo factible el ejercicio, la materialización de una poética contemporánea innovadora, plena de búsquedas tal como la obliga su huella genética desde la perspectiva de lo que he llamado «el abordaje total», es decir, desde la aproximación al texto poético en tensión, a partir de la manera en que éste es asediado por la sumatoria de diversos elementos, lo que implica tener una claridad de la estrategia discursiva, de la estructura, del uso crítico de los recursos y de una conciencia del trasfondo de sentido, semántico y anímico con que se escriba sobre los «viejos» y eternos temas de lo humano a partir de nuestro también «viejo», aunque caminante, a la manera shakesperiana, bosque del lenguaje, «lenguaje de raíces», como diría, paradójicamente, el chileno Jorge Teillier. Pero de paradojas, contradicciones, encuentros con «la tradición y la innovación impugnadora», dice Julio Ortega, está hecha nuestra poesía.

La poesía, tanto en su ejercicio como en la reflexión en torno a ella, es evocar-invocar un tejido, una matriz verbal nutrida en la tensión, imbricada por el sentido y entrecruzada por la diversidad de hablas y recursos que atiende la poesía contemporánea. La escritura poética implica entonces, un abordaje, un asedio total de la matriz celeste del poema y su conciencia profunda.

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Claudia Posadas. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, FONCA-SECRETARÍA DE CULTURA, 2011 y 2016. De la misma instancia ha sido becaria en el Programa de Intercambio de Residencias Artísticas para Chile (2008), en Jóvenes Creadores en Poesía (2000-2005), y en el Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales con una investigación sobre literatura iberoamericana contemporánea (2002). Ha publicado La memoria blanca de los muros (1997) y Liber Scivias (2010), Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2009, reeditado por la UNAM en 2016. Poemas y ensayos de su autoría, y entrevistas con autores hispanoamericanos de primer orden han sido incluidos en antologías en América Latina y España.

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