GIOVANNI ASTENGO ENTREVISTA A LA POETA CHILENA SOLEDAD FARIÑA: “LAS VOCES APARECEN, YO LAS GUÍO Y LAS RETOCO.”

 

Con Soledad, recorrimos la palabra, la vocal de la tierra y el aire, la experimentación poética a lo largo de su obra, que siempre se renueva y persiste en el tiempo.

El silencio es en poesía y música, quien abre las posibilidades de un nuevo relato y una nueva estética que por más intrincada o “difícil”, que parezca, construye una suerte de caos que abre un nuevo orden o paradigma, como lo fueron las vanguardias de a comienzos del Siglo XX, yo siento que en tu obra este caos organizado, algo así como “El desarreglo razonado de todos los sentidos”, como diría J. A. Rimbaud, aparece más como interrogación que como respuesta ¿Te sientes en esa fórmula, esa vanguardia y ruptura en el correr de tu obra?

No sé si llamar vanguardista a mi obra, uno escribe muy en sintonía con lo que está en el entorno, y lo que sucede con el lenguaje corresponde al momento en que se está viviendo. Mis momentos de iniciación de la escritura (los primeros “atrevimientos”) fueron diversos y se dieron en un lapso de tiempo más o menos largo. En los años 50’, infancia y primera juventud, palotes o letras incipientes para grabar el miedo, la perplejidad y la vulnerabilidad ante esa cosa extraña que es el mundo. En los años 60-70, juventud y adultez temprana, inmersa en ese mundo de acontecimientos, compromiso político, acciones “que cambiarían el mundo”, mucho entusiasmo, esperanza, lecturas, estudio, trabajo, amistad, militancia, amor, maternidad, y al final: derrota, persecución, exilio. Ese tiempo de acción e intensidad no fue solo externalidad, la lucha por el cambio tenía para nosotros un sentido claro. Pero repentinamente, de la certeza pasamos a la perplejidad, al dolor, también intenso, por la pérdida trágica del camino elegido. Estas fuertes experiencias se internalizan y finalmente decantan en un humus que más adelante, en el exilio donde se miran las cosas a distancia, se transformará en algo mudo, difícil de narrar y que al momento de escribirlo, no puede ser sino poesía en busca de un lenguaje y formas nuevas, es decir, de experimentación.

 

 En la relectura de tus primeros libros “El primer libro” y “Albricia”, observo una constante que determinan estos textos (Y en algunos casos, libros posteriores) la disposición de la grafía o gráfica alterada de los textos, al estilo de Huidobro o Apollinaire, que intuyo que no es sólo una operación puramente estética, sino más bien posee un carácter y una exégesis más profunda ¿Cuál es la funcionalidad de esta forma y que aporta al contenido?

Me es imposible crear un texto poético sin pensar en la música, el ritmo, la respiración, que es lo que me hace concebir esa disposición en la página, asimilando el blanco al silencio. Herencia directa de Mallarmé y su “golpe de dados” y de autores varios, varias: De Rohka, Juan Luis Martínez, Zurita, Gonzalo Muñoz, y más tarde algunos libros de Carmen Berenguer, Verónica Zondek, Elvira Hernández.

 

Siguiendo en la línea de esos dos primeros libro inaugurales, hay otro elemento que es clave, y este es el color, en “El primer libro” decides pintarlo y en “Albricia” las hojas se llenan de referencias a los colores, generando una atmósfera que no es mera repetición, sino que más bien construyen un nuevo lenguaje, hasta pre-lingüístico, como un búfalo pintado en Altamira ¿Cuál es la relación que estableces entre palabra, vocal (Como Rimbaud) y pintura?

 Buscando esa “otra forma de nombrar las cosas”, intento, especialmente en El Primer Libro y en En amarillo Oscuro indagar en el mundo pre-colombino, en su pensamiento, su sacralidad. En el primero, acudo al Popol Vuh, libro de la creación del pueblo Maya Quiché, que en su lengua, para el acto de escribir y pintar existe una sola palabra. Entonces, cuando yo pienso-escribo mi primer libro, lo pinto, con los colores de la tierra.

En Albricia mi deseo, mi pre-texto, es indagar en la escritura misma, la existencia de una “escritura femenina”. También es un libro de búsqueda, de experimentación donde, como tú dices hay más preguntas que afirmaciones. Es un viaje, mediante la palabra, al origen del ser femenino dado por la unión madre-hija: mujer-mujer, y sí, de alguna forma intenta llegar al estado pre-lingüístico, pues si no hay palabra, no hay sentido: hay color sin significación.  No hay relación, por lo menos consciente, con Rimbaud.

 

“En la hora de mi muerte no seré traducible en palabras”, escribes en tu libro “Todo está vivo y es inmundo”, obra de pequeños retazos, verdaderas miniaturas, sentencias, aforismos, y también pequeñas escenas confrontando esta visión de desamparo de la vida, de dios y la escritura misma; un libro y ejercicio de escritura muy conceptual y existencial, y que da cuenta del “vaciadero” como diría Enrique Lihn, de este todo vivo, pero pulsionado por lo inmundo ¿Cómo enfrentas esta visión oscura del ser humano en este libro en particular?

Este libro es un homenaje a Clarice Lispector, especialmente a su libro “La pasión según G.H.” y está hecho sólo con frases y palabras de ese libro que indaga profundamente en la otredad, en “lo totalmente otro”, que para los místicos es el estado exaltación en su unión con la divinidad.

Y para que quedara claro que no son mis palabras, en la contraportada del libro, escribo:

Me ha sido imposible leer y releer “La pasión según G.H” de Clarice Lispector sin encontrar a cada instante la palabra que huye a la entrelínea porque nunca podrá ser escrita. En estos poemas que he titulado con una de las frases más provocadoras que describen esa Nada, he intentado rescatar palabras y frases para dejarlas grabadas en el silencio del blanco. Es el silencio lo que Clarice persigue y es lo que yo, con sus palabras, he tratado de hacer posible en estos poemas.

El tiempo y las lecturas han convertido en mías las palabras de Clarice, así lo han percibido los lectores. Sin embargo, yo jamás habría encontrado palabras para nombrar, de alguna forma, lo indecible. Ella, magistral escritora y mujer, en un detalle doméstico al inicio de la novela encontró una clave describir, narrar lo “totalmente otro”.

En dos de las religiones monoteístas (Cristianismo e Islam) existen mujeres místicas que han dejado bellísimos testimonios escritos de sus experiencias. Sin embargo el Judaísmo no las tiene, las mujeres judías no pueden entrar en esa categoría. Clarice Lispector, nacida en Ucrania y de familia judía perteneciente al hasidismo, se consideraba absolutamente brasilera-nordestina, y muchos de sus maravillosos cuentos son reflejo de esa vida en el nordeste de Brasil. Ella nunca reveló las fuentes de su escritura, pero se sabe que en su niñez su abuela le leía cuentos hasídicos.

 

Otra clave de tu poesía es la labor del hablante, que casi nunca es uno solo, sino más bien una especie de obra coral y polifónica que se despliega y se convierte en un todo integrado e informe, donde en definitiva se despersonaliza la figura del hablante, ya sea por esta suerte de sinfonía, pluralidad y desconcierto ¿Cómo configuras este sistema de voces alternas que aparecen en tu obra?

 Las voces aparecen, yo solo las guío y las retoco…

 

¿Soledad, tú eres una mujer y poeta de resistencias, cómo observaste y viviste el estallido social del 18 de octubre y cómo has vivido la pandemia, en que autores, música o arte te has refugiado?

 Viví el estallido como el auténtico grito de un pueblo que dice “No Más”. A pesar de que cada vez somos menos y más viejos los que luchamos por los cambios en los años 60-70, la herencia de esa lucha está. La gente joven y de mediana edad que no la vivió directamente recuerda, de alguna forma, que ese gobierno con sus virtudes y defectos, fue un gobierno para el pueblo, es decir, para terminar con las desigualdades. La gente salió a la calle casi con la misma alegría que salimos en esos años, cuando ganamos, o creíamos haber ganado. Después de tantos años, las diferencias son peores porque ahora hay más riqueza y una creciente indiferencia. Luego vino la represión y la pandemia, que nos encerró. La pandemia parece seguir, nuevas cepas, muertos, vacunas que sirven o tal vez no por completo: incertezas que han profundizado las diferencias sociales. He vivido esta pandemia como todos y todas quienes tenemos techo, comida y acceso a la medicina, aunque sea Fonasa. Acceso a un computador, a internet. He estado un poco enferma y deprimida y me he mejorado, como la mayoría. He tenido ayuda y he ayudado. Lo que añoro es no tener la energía de antes y el cuerpo sano para volcarme a la comunidad. Así como durante la UP me di de lleno a esa causa -desde mi trabajo en Endesa, cuando era de la Corfo y la realidad sindical era muy distinta y a la vez desde mi Escuela de Ciencias Políticas- trabajar y trabajar para conseguir un gobierno, y luego para mantener ese gobierno. Pienso que ahora estaría haciendo trabajo comunitario. Me mantengo en contacto con diversas personas, sobre todo jóvenes, gracias a la poesía, hablo e intercambiamos textos y trabajos con poetas de casi toda Latinoamérica, incluyendo Chile, por supuesto, y asisto a algunos recitales, charlas, conferencias. Terminé la corrección del libro El deseo hecho palabra, que recoge algunos artículos y pequeños ensayos, y acaba de ser publicado por Ediciones Universidad Diego Portales. Acabo de terminar de corregir la traducción, desde el francés, del poeta Sufí Al-Hallaj, que será publicada por editorial Lecturas. Con la crítica literaria y ensayista Eliana Ortega continuamos traduciendo y editando una selección de poemas de Emily Dickinson. Pero, sobre todo, estoy trabajando en un libro que tengo pendiente desde hace años. Se llama “Todos volvemos a Comala” y espero terminarlo este año.

Casi todo lo que leo está en torno a esos trabajos. Pero además le he “hincado el diente” con el grupo de lectura que dirige Juan Santander, además de Emily Dickinson, a la poeta australiana Judith Wright y al poeta peruano José Watanabe.

¿Música? Bach, siempre Bach, las interpretaciones para piano de Glenn Gould, Satie, Ravel, Foret, Mozart, Coltrane, Etta James, Miles Davis, Dave van Ronk, Oscar Peterson, Bessie Smith, Irma, Debora Coleman, The Beatles, The doors, la Violeta, Congreso, Los Jaivas, y más y más…

 

Selección de poemas.

 

  TODO TRANQUILO, INMOVIL

Había que pintar el primer libro pero cuál pintar
cuál primer tomar todos los ocres también
el amarillo oscuro de la tierra
capas unas sobre otras: arcilla terracota ocre
arañar un poco lamer los dedos para formar
esa pasta ligosa
untar los dedos los brazos ya estás abierto
páginas blancas abiertas no hay recorrido previo
tratar de hendir los dedos

– Por qué tan tristes por qué así estos colores,
dicen, preguntan los choroyes de alas verdes
que pasan en bandadas
– Por qué esa oscuridad, gritan
– Hay un negro que sombrea que nos cubre
Se alejan pero no alcanzan a ver el rojo que descubro
debajo de mi axila

– No hay claridad, no hay claridad, graznan
– Ha caído la nube gris sobre mi vuelo: eran granizos
era hielo el que quebró mis alas

Y ahí en las alambradas, suspendido su vuelo
se dan a murmurar

todo tranquilo inmóvil apacible

(De EL PRIMER LIBRO)

 

 

  Se alargan las heridas

………………………………………tentáculos de luz

hendiendo sus cuchillas
………..en el iris brillante

Explotan bastoncillos impregnando paredes
……………….de colores

 

…………………………………………….MAGENTAS

DORADOS

…………………………AMARILLOS

……………………………………………………AZULES

……….CADMIOS

………………………………….PURPURAS

 

(De ALBRICIA)

 

 

 

en la hora de mi muerte

no seré traducible en palabras

 

(De TODO ESTÁ VIVO Y ES INMUNDO)

 

Salgo loba a la calle   corro

por la calle elevando remolinos

de polvo    así no me ven

Abro puertas  fauces   llaves

dejo las llaves abiertas

las puertas    abro las fauces

elevando remolinos de polvo

 

Así no    Me ven     Agazapada

a tu espalda hundiéndote los dedos

 

dónde llamar     agoté las fichas

no hay más fichas  no hay más números

dónde llamar

 

(De NARCISO Y LOS ÁRBOLES)

 

***
Soledad Fariña. Nació en Antofagasta, Chile, en 1943. Estudió Ciencias Políticas y Administrativas en la Universidad de Chile; Filosofía y Humanidades en la Universidad de Estocolmo, Suecia; Ciencias de la Religión y Cultura Árabe en la Universidad de Chile y es Magíster en Literatura por la Universidad de Chile.
Ha publicado, entre otros,  los libros de poesía El primer libro (1985), Albricia (1988), En amarillo oscuro (1994), Narciso y los árboles (1999), La vocal de la tierra (1999);  Donde comienza el aire (2006), Todo está vivo y es inmundo, (2010), Ahora, mientras danzamos  (2012), Yllu (2015), 1985 (2016),  El Primer libro y otros poemas (2016), Pide la lengua, antología (2017).
Ha impartido clases de literatura y literatura infantil en la Universidad de Chile y dirigido talleres de poesía en diversas escuelas en Santiago y regiones de Chile. Cursos de Escritura Creativa en las Universidades Diego Portales, Finis Terrae y Universidad Mayor.
Ha participado en Encuentros, Festivales de Poesía, Ferias del Libro en Santiago y diversas ciudades en Chile, también en Medellín, Bogotá, Guayaquil, Quito, Buenos Aires, Guadalajara, Ciudad de México. En 2006 recibió la beca de la Fundación J.S. Guggenheim, en 2007 fue nominada al Premio Altazor y en 2018 recibió el Premio por Trayectoria de la Fundación Neruda.

 

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