De Ohfin, una profecía (Buenos Aires Poetry, 2020)
I
Hay charcos de fuego hasta en mi espalda
hay cuerpos gusaneando
sobre costras de lava
abriendo pulmones sumergiendo la nariz
buscando aire
sus cabezas parecen racimos aguijoneados
goteando pus
goteando ceniza
ojos
y orejas que mastican mientras buscan
sentado en el muelle miro las raíces de las islas volcadas
los barcos son colillas en el cenicero
hay países ceniceros continentes ceniceros
tiraron la cadena y el mar desapareció
reduciendo olas a gotas de agua
luego el sol puso una bombilla y se bebió el resto
ahora hay gente escondida dentro de ballenas muertas
haciendo fogatas con las costillas
por fuera
los buitres se pasean con servilletas amarradas al cuello
y las moscas chapotean sobre heridas frescas
los ríos son cicatrices recién cosidas
en los ríos no hay agua
solo peces friéndose sobre las rocas
peces charqui
peces polvo
el planeta tierra el planeta piedra
el mundo es un basurero dado vuelta sobre el mundo
cortaron montañas cortaron cerros y los amontonaron bordeando las grandes ciudades
la gente en las calles embotella orina para la sed
una anciana gatea pastando genitales jóvenes
cuatro niños arrastran una vaca desde las ubres
con las gargantas llenas de gritos
envasando gritos que no escucho
me escuchas?
mamá
deposítame unos lingotes que tengo hambre
estoy en Dubái
Dubái
Dubái y la Patagonia chilena
las únicas arcas en pie
con personas de pie y animales de pie
lo demás son ceniceros humeando sobre el desierto
desierto ceniza desierto carbón
el tiempo tiene oberturas de carne y yo le veo el hueso
la tierra nos tragará y nos escupirá como pepas
las estrellas serán hermosos cementerios
II
Se acabó
no hay sol
todo hace sombra sobre la sombra
la luna es un hueso negro de hormigas buscando carne
las estrellas no vinieron
están asustadas
el fuego es la única luz
edificios antorcha
edificios vela
consumiéndose las montañas arden
la cordillera es un lagarto disecado
tambaleando cenizas
avalanchas de ceniza
bajo nuestros pies
las placas tectónicas juegan a las embestidas
los volcanes se marean y se hunden los dedos en la garganta
hay crematorios subterráneos con nombres de estaciones de metro
el mundo es la sala de espera de un hospital que solo tiene salas de espera
el viento acarrea pájaros tiesos
hay cóndores aplastados en los tejados en el pavimento
de lejos parecen chicles con plumas
caen aviones envueltos en llamas
arrastrando las uñas por las paredes
los tímpanos que escuchan se quiebran y chorrean
derramándose por los hombros
colgando de las uñas
V
Alguien quiere comerse un pez
lo abre
y encuentra tenedor y cuchillo
abre otro
y encuentra plato y mantel
alguien quiere comerse un pez
y encuentra servilletas y botellas
abre otro
y encuentra sartén
y cables para saltear
alguien quiere comerse un pez
y encuentra una pelota pinchada
abre otro
y encuentra desodorante
alguien quiere comer
y encuentra una bolsa de basura
gorda de basura
pariendo basura
XIX
Las hienas se afilan los colmillos con piedras
sacándose chispas
los cocodrilos revuelven cordones umbilicales en una olla
saboreándose la baba
la selva es un potrero
los leones parecen escobas en el piso
el canto de los pájaros perdió sintonía
perdió la señal
las pirámides son arena para gatos
hay un silencio de océanos tejiendo catástrofes
pero no hay océanos
una ballena agoniza
rascándose la espalda
con un rascacielos
Ya lo he visto.
He visto lo que evitarían ver.
Ha sido maravilloso.
Cuando suceda, nadie podrá recordarlo.
No habrá nadie para recordarlo.
Nadie podrá escribirlo ni registrarlo.
En todas las pantallas del mundo dirá OHFIN.
Yo estaré con ustedes.
Entre ustedes.
Podrán tocarme.