GIOVANNI ASTENGO. ENTREVISTA A LA POETA CHILENA TERESA CALDERÓN: “TODAS Y CADA UNA DE LAS MUJERES EN TODO EL MUNDO ESTÁN CAMBIANDO EL ESQUEMA PATRIARCAL”

 

Pasando por la actual pandemia, “los animales fantásticos” como los elefantes sagrados, Borges y Alfonso Calderón; Las Tesis y el mundo feminista, se nos pasó el tiempo, como una hoja que cae, con Teresa Calderón.

Recuerdo alguna vez, en casa del poeta Andrés Morales nos leíste de forma rutilante “Oda a Walt Whitman” de Federico García Lorca y luego nos contaste una historia de casualidades, laberintos y espejismos, como lo es el mundo de Borges ¿Cómo fue ese encuentro con el poeta (Borges) en una calle de Buenos Aires?

Una noche iba yo con Nancy, la esposa de Steven White, poeta y traductor norteamericano, quien había obtenido una beca para estudiar, compilar y trasladar al inglés parte de la poesía que estaban haciendo en esos momentos en Chile de dictadura los poetas jóvenes. Me contactó a mí también y como Nancy estaba con visa de turista, al cabo de tres meses debía salir de país y volver a entrar con un permiso por tres meses más. Yo le hacía clases de español y cuando me dijo que iría sola a Mendoza por una semana, yo salté y le dije, te acompaño. Y pensándolo bien le dije:

—¿Por qué no vamos a Buenos Aires?

Mendoza en cata y tren a Buenos Aires toda una noche. Nancy, le dije en el tren, yo llevo tres libros de poemas de Borges porque sé que lo voy a encontrar. Ella me dijo que le parecía difícil porque esa ciudad según había visto en su libro guía de viaje, era gigantesca.

—Lo voy a encontrar, insistí, lo sé.

A las doce y media de una de esas noche regresabamos al hotel en Florida con Lavalle y yo veo hacia delante de nosotras caminaba una pareja del brazo. Yo grité, ese es Borges y corrí a interceptarle el paso. Nancy me siguió. Un señor bajito de brazo de joven rubia y bella.

—¿Qué pasa preguntó inquieto?

—Son una chicas que quieren saludarlo, dijo María Kodama.

Yo le tomaba las manos y le decía, Borges, yo sabía que lo iba a encontrar, tengo tres libros suyos en el hotel a media cuadra, me espera por favor para ir a buscarlos y que me los firme.

—¿Es usted chilena?

—Sí le dije, cómo adivinó. Es que así son las chilenas, me dijo. Ese “así” no me quedó muy claro a qué se refería, pero en fin, será. Nancy estaba muda y pálida. El síndrome le duró dos días.

—Tengo dos grandes amigos chilenos: María Luisa Bombal y Enrique Lafourcade. Quiero que le dé mis saludos, por favor.

—Siii, dije yo, son maravillosos, pero María Luisa Bombal murió. Y a Enrique le dará mucha alegría recibir sus saludos. —Pero espéreme que vaya a buscar los libros al hotel…

Ya iba a ser la una y la calle estaba llena de gente. Me dijo:

—¿Por que no van a mi casa mañana a tomar un café conmigo y me lleva los libros? Anote mi dirección.

Nancy me decía, no puede ser, cómo nos va a dar la dirección de su casa.

Al mediodía siguiente estábamos tocando el timbre. Nadie abría. Viste que no está o dio otra dirección. Yo no me muevo de aquí le dije y me senté en la escalera abrazada a mis tres ejemplares en busca de su autor. Veinte minutos después se abre el ascensor. Un joven amable sale y nos pregunta si estamos esperando a Borges. Era Roberto Alifano y venía a trabajar con Borges las traducciones de Stevenson varias veces por semana. Conversando salió había vivido en Chile y que era un gran amigo de mi padre.

Por fin ascensor se abre y salen Borges y María. Alifano los saluda y nos presenta. Él dice, sí, las conocí anoche.

Entramos y el gato se enredaba entre las piernas del poeta. Sentados en el sofa, el se puso a conversar feliz en inglés con Nancy y le contaba la historia de su bastón, la madera, el labrado, mientras yo miraba qué libros tenía en su biblioteca. Finalmente yo le pasé los libros para la firma. Los tomó entre las manos y los recorrió con los dedos lentamente: Editorial Losada, dijo: Elogio de la sombra, El oro de los tigres y La moneda de hierro. Y FIRMÓ cada uno.

Le pregunté dos cosas solamente.

1.- ¿Por qué cree usted que nosotros los chilenos valoramos tanto su obra y acá hemos visto que no es así?

Respuesta: Es porque los argentinos son más sensatos.

2.- ¿Por qué no tiene ningún libro suyo en su biblioteca? La revisé completa.

Respuesta: Porque en mi biblioteca yo solo tengo libros de autores importantes.

         Nos fuimos felices caminando de regreso al hotel y Nancy me dijo que había sido terrible hablar con Borges en inglés porque hablaba como Shakespeare.

La que se echa una canita al aire /la que cayó en cana o al litro/
y la caída del catre” Estos son tres versos de “Mujeres del mundo: uníos” poema, ya himno del feminismo de todos los tiempos, que se repite y replica todos los años para la conmemoración del Día de la mujer o se lee en mesas y asambleas, y que yo siento tiene el valor de ser uno de los principales poemas feministas chilenos ¿Cuál crees tú que es la vigencia de este texto y su actualidad en el discurso de las mujeres?

Ese poema ha sido mi gran sorpresa, no tenía mucha conciencia de que estaba escribiendo algo tan significativo que traspasaría los años y se habría de convertir en el himno de las mujeres.

Me gusta su efecto en el juego parriano con frases hechas y dichos populares que se van encadenando a través de un mismo verbo u otro recurso lingüístico de conexión entre ellos. Y jugando con el formato de la Internacional (“Arriba los pobres del mundo”) que es uno de los himnos más bellos que existen, el poema salió bailando por el mundo y traducido incluso al sueco por Sun Axelsson.

Es el hijo-hija mía que ha caminado más lejos y más adentro de los lectores. Son grandes las mujeres. Las admiro demasiado. Las chicas de las Tesis me parecen notables. Y todas y cada una de las mujeres en todo el mundo están cambiando el esquema patriarcal por uno más humano tanto para hombres como para mujeres. Trabajar juntos para conseguir un mundo diferente para habitarlo todos juntos donde nadie sobre.

 

Con tu libro “Elefante” ganaste el premio Altazor el año 2009, texto que confronta al mundo humano con el mundo animal, representado por este elefante sagrado, sabio, que venera los huesos de los muertos, que jamás mataría a uno de los suyos ¿Cuál es tu lectura, hoy, de este texto y cuál sería tu análisis en lo convulso que está nuestro país?

 Mi Elefante Ganesha, Alfa y Omega, Padre y Madre, Principio y Fin resultó coincidir con la realidad tal cómo se plantea en el libro. Los animales son menos animales que el ser humano, que maldice y se unge de todos los pecados capitales; no tiene respeto por los demás ni por la naturaleza. Su único Dios es el poder y el dinero.

Elefante como especie se alza como un sabio ejemplo de conviviencia y protección de la manada y sus descendientes. No solo Chile, sino América Latina y el mundo entero han perdido de vista el derrotero de nuestra existencia y el sentido de haber sido puestos en este mundo por alguna razón que desconocemos, pero sin duda, que es para ir en busca de algo mejor. La idea siempre, he pensado, que es dejar el mundo mejor de cómo lo encontramos. Pero les heredaremos basura y contaminación a las generaciones futuras. Y eso duele. Duele demasiado. Hombre viene de “homine” es decir de “hombre”, es decir de “humanidad”, de ser humano, que no se define como el conglomerado de individuos, sino como seres dotados de una actitud compasiva, cariñosa, “amable” (digno de ser amado) para merecer este planeta y esta vida que tenemos.

 

Tu familia ha sido comparada con los “Parra”, al parecer la sangre del gran Alfonso Calderón, algo tiene que ver con esto. Estás tú, Lila Calderón, Gustavo Barrera Calderón, Lila Díaz y sumo a Thomas Harris a este clan de poetas y artistas ¿Cuál es el legado, tanto familiar como intelectual de Alfonso Calderón para ustedes y para latinoamérica?

Yo soy privilegiada de haber nacido en esta familia. Un padre lleno de humanidad, cariñoso y tierno, chistoso, lúdico, bromista y una madre sensible a la poesía y la música. Dichosa de tener las hermanas que tengo con quienes hemos estado unidas desde la infancia: “Todas para una y una para todas”. Muchas veces trabajando juntas las tres en creación de textos escolares o antologías.

Mi padre vivió para la literatura y el conocimiento de todo lo que pudiera porque todo lo interesaba. Él vivió para escribir. Mi padre deja la memoria para el mundo; y para nosotras y sus nietos, una manera ejemplar de habitar el mundo y buscar la plenitud aunque sea en el dolor. Mi padre nos dejó el lenguaje en un cofre sagrado. Con eso hemos construido nuestros mundos. Y me parece maravilloso que viniendo del mismo tronco, seamos tan diferentes en las propuestas escriturales propias.

  

“En tiempos de miseria ¿Para qué poetas?” se preguntaba Hölderlin y tú le respondes con un nuevo libro “Eslabones” en tiempos de pandemia, libro que aborda la fragilidad y la fisura, que tiene un vía crucis encarnado en una mujer, texto que conversa y le responde a los epitafios de Huidobro y de otros escritores ¿Cuál es el génesis de estos eslabones que terminan por construir el texto?

 Eslabones surgió en pandemia. Es curioso porque al comenzar a escribir la descripción de alguna estación, mi mente se escapaba como atrapada por un imán a algo que yo sabía que ya había escrito o visto en otra parte. Y ahí empecé a indagar en mi propia escritura anterior y en todo texto que resonaba con intensidad en la vida de los habitantes del planeta enfrentábamos: una guerra cruenta con un enemigo invisible y todopoderoso. Por eso nos aferramos con mayor fuerza a la vida, conscientes de que la muerte nos pisa los talones, y eso nos hizo estar más vivos que nunca.

El Via Crucis de Eslabones es el mío y el de todo ser humano. Es cuando la Muerte se presenta frente a ti como al padre de Manrique: “(…) en la su villa de Ocaña/ vino la Muerte a llamar/ a su puerta// diciendo: «Buen caballero,/ dejad el mundo engañoso/ y su halago;/ vuestro corazón de acero/ muestre su esfuerzo famoso/ en este trago;/ (…)”.

Los epitafios y los ritos mortuorios de distintas culturas pidieron participar del libro y yo los seguí, ellos manejaban mi voluntad y mostraban caminos que no hubiera imaginado.

La muerte para mí siempre ha sido ese evento que puede ocurrir en cualquier momento; por eso siempre he vivido como si fuera el último minuto. Cuando olvido que ella existe, la realidad me la presenta con nombre de pariente o amigos.

 

Selección de poemas

 MUJERES DEL MUNDO: UNÍOS

Arriba mujeres del mundo
la buena niña
y la niña buena para el leseo
las hermanitas de los pobres y amiguitas de los ricos
la galla chora y la mosca muerta
la galla hueca y la medio pollo
la cabra lesa y la cabra chica metida a grande
canchera la cabra
y la que volvió al redil

la que se echa una canita al aire
la que cayó en cana o al litro
y la caída del catre
las penélopes mata haris y juanas de arco
la que tiene las hechas y las sospechas
la que se mete a monja
o en camisa de once varas

la mina loca la mina rica
pedazo de mina
la que no tenga ni perro que le ladre
y la que “tenga un bacán que la acamale”.

Arriba mujeres del mundo
la comadre que saca los choros del canasto
los pies del plato
y las castañas con la mano del gato
las damas de blanco azul y rojo
las de morado
las damas juanas y damiselas
todas las damas y las nunca tanto

la liviana de cascos y la pesada de sangre
la tonta que se pasó de viva y la tonta morales
la que se hace la tonta si le conviene
la que no sabe nada de nada
y ésa que se las sabe por libro.

La madre del año arriba
madre hay una sola
y las que se salieron de madre.

Arriba mujeres del mundo:
la cabra que canta pidiendo limosna
la que como le cantan baila
y la que no cantó ni en la parrilla.

(De “Mujeres del mundo : Uníos” 1994)

 

ESLABONES JUDÍOS

I LA SHOÁ

 

Tú fuiste mi muerte. solo te tuve a ti

cuando todo se me iba.

Paul Celan.

 

El cuerpo prepara su viaje

antes de entrar en la tierra final

cubierto con una vela encendida en la tierra áspera.

 

(Yo cavo, Tú cavas y cava también el gusano).

 

Lo acompaña la familia

hasta el momento

previo al transcurso

de un día y su noche

para volver a sembrarlo

en la tierra áspera.

Para regresar a otro éxodo.

 

Los guardianes del que abandona

no beben ni comen en su presencia.

Es la señal de respeto del pueblo elegido.

 

(Yo cavo, Tú cavas y cava también el gusano).

 

Más tarde el cuerpo es purificado

con aguas de vida.

Ya está lista la mortaja.

 

Los hombres bañan el cuerpo del hombre.

Mujeres bañan el cuerpo de mujeres.

 

Flor y música para la fiesta

y ante el triunfo de la muerte ya

nada que festejar

sino la vida y la promesa.

 

(Yo cavo, Tú cavas y cava también el gusano).

 

Fuera los espejos y cubrir todo objeto de lujo

austeridad es la consigna.

El cuerpo descansa en su lecho

de madera simple con algunos agujeros

para no interrumpir el proceso

del regreso a la tierra.

 

Polvo eres y al polvo volverás.

Fue largo el viaje a la Tierra Prometida,

y duro el desierto

e inmisericordes las jornadas,

los trabajos y los días:

 

Egipto

Belén

Auschwitz.

 

(Yo cavo, Tú cavas y cava también el gusano).

 

Los familiares lavan sus manos.

Tras el viaje

la familia prepara la comida

pan ácimo, peces y sobre todo Fe.

 

La vida continúa.

solo entonces, las condolencias:

 

(Yo cavo, Tú cavas y cava también el gusano).

 

Ningún libro de arena.

Previo al servicio funerari

los parientes inmediatos

reunidos con el rabino

preparan la costumbre:

el desgarro de una prenda (keryah)

el desgarro de cintas negras.

 

Tras la bendición

que reafirma la Fe

rasgan vestiduras

señal visible de la muerte

y las palabras definitivas.

 

“Se calla, se come y se bebe”.

 

Breve y simple.

Condolencias.

Lectura de la Thorá,

Elogios y recitación de oraciones.

La piedra.

La piedra en el aire.

Y tu ojo, ciego

 

 

MI SERENA REVISITADA

 

Así como tu vida arruinaste aquí en este rincón

pequeño, en toda la tierra destruiste.

Kavafis.

 

I.

 

Regreso.

¿Partí, me expulsaron, regresé o nunca partí?

Es extraño el regreso, sobre todo cuando nunca partiste.

O te partieron. ¿De parto?

¿Parir como irse?

¿Volver como nacer?

Es el año 1991.

Conduzco con Tomás, quien llama a La Serena

“La Levítica”

porque así la llamaba Gabriela Mistral

libro de los castigos y los pecados jamás pecados.

 

Tras la última curva de la carretera

veo por fin el mar en La Herradura

como una extraña fruta agitándose y azul

partida, parida, abierta en dos al aire salino y remoto

de mi infancia.

 

¿Encontraré el cofre del tesoro de Sharp ahora?

¿o siempre seguirá Charqui llegando a Coquimbo?

 

¿Encontraré en las mismas calles

y en los mismos recuerdos

la nostalgia reiterada

esa que me habla

de lo que nunca tuve

de lo que nunca fue?

 

 

II.

 

Camino sin brújula por las calles de mi ciudad

y llegó sin un Norte en el Norte

al Museo Arqueológico de la ciudad.

Entro con tanto temor como respeto

como niña

y recorro las salas veo las vasijas.

En cada vitrina intento descifrar

la escritura de la arcilla

y no logro descifrarlo.

Y no me importa qué dicen las vasijas

qué me dicen en sus rasgados ecos esos antepasados

directos e indirectos:

estoy como Sthendal y su síndrome

siento que me voy a desmayar

pero bebo de la botella de agua que traigo en mi mochila

y no desfallezco, simplemente se me cae una lágrima

sin fin sin destino sin futuro

pero con tanto pasado transcurrido.

Y lloro sin llorar.

 

 

III.

 

Continúo caminando espacio tras espacio del museo:

y llego a las momias.

Desde un tiempo sin tiempo

demasiado atrás de mi nacimiento

muy pero muy lejos de cuando mis padres

Alfonso y Lila tuvieron ese gesto extraño

de engendrarme, las miro, las observo.

¿Qué me dicen con sus bocas en ese gesto de la Muerte?

¿En ese aparente grito como el de Munch?

¿En ese gesto congelado al momento de dejar esta tierra

del Norte de Chile?

Sé que me están hablando qué me quieren decir algo

pero ya mudas para siempre me quedo con ese gesto

detenido con sus mechones de pelo ríspido

con lo que quedó de sus dientes permanentes

y ahí permanezco mirando las momias diaguitas

y haciéndome las preguntas de siempre

esas que no tienen respuestas.

(De “Eslabones”, puerto de escape, 2021)

 

**
Teresa Calderón (La Serena, Chile, 1955). Es licenciada en literatura y profesora universitaria. Ha escrito poesía, cuento, ensayo y textos para niños. Por su trabajo ha recibido diversas distinciones literarias, entre las que destacan: Premio Artes y Letras de El Mercurio y Premio Pablo Neruda. Autora de los siguientes libros de poesía: Causas perdidasGénero femeninoImágenes rotas, Elefante y eslabones. Ha sido invitada a innumerables encuentros de escritores y festivales de poesía tanto en Chile como en el extranjero. Su poesía ha sido traducida a varios idiomas.

 

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