ENTREVISTA. ALDO BERRÍOS: “NOS ASUSTA QUE LAS MÁQUINAS ESCRIBAN MEJOR QUE NOSOTROS, PERO LA LITERATURA SIEMPRE SE LAS INGENIA PARA SOBREVIVIR”

ENTREVISTA ALDO BERRIOS

 

Entrevista por Cristian Salgado Poehlmann

 

En la novela oráculo de la fortuna del escritor chileno Aldo Berríos,  Alberto Bruna es un hombre en silla de ruedas que acaba de perder a su madre. Trabaja escribiendo galletas de la fortuna y a veces recuerda que cuando niño solía dormir bajo la mesa, escuchando las conversaciones de adultos mientras se perdía entre sueños. Siempre ha querido armar una novela sobre la figura de su padre, un exiliado político que jamás regresó a casa y que solía enviarle matrioskas cuando era pequeño. Durante el funeral, la sombra de la soledad le hiela el alma, lo atormenta. Entonces decide emprender un viaje a las playas de Quintero para
reencontrarse con un amor de juventud, la primera mujer que lo hizo sentir vivo.
Una novela íntima y entrañable, que te demostrará que hasta el más humilde de los afanes puede significar grandes cosas para quienes nos rodean.

¿Cómo y cuándo nace la novela?

Poco antes del estallido y la pandemia, llegué a vivir a un departamento en Ñuñoa que resultó ser el mismo departamento en donde nací. Esto gatilló mi deseo de escribir algo relacionado con la familia y la memoria, con cómo nos transformamos de pronto en esquejes. El libro también nace de una necesidad personal, escribir algo engañoso, que se parezca a lo que se publica actualmente en Chile, pero quitándole todo lo que me molesta. Afuera quedan la narrativa que trata al lector como estúpido, la lucha social que suena a pancarta, la arquitectura hostil del lenguaje, el personaje de cartón deslavado que nos recuerda a Bolaño y que no le llega ni a los talones, la poesía de la ‘prosa con enter’, el formato fragmentario ‘tiktokeano’ y hasta el punto seguido de Bisama.

¿La escribiste por alguna razón en particular?

Quería plasmar al escritor contemporáneo a través de un personaje a medio camino
de la vejez. La generación perdida en pleno.

Alberto vive de escribir los mensajes de las galletas de la fortuna. ¿Con cuál te gustaría encontrarte?

Todo eso de los mensajes graciosos tiene que ver con lo ridículos y culposos que nos sentimos a veces con nuestros trabajos de cabecera. Pero la novela también nos recuerda que podemos cambiar el mundo de muchas maneras, a pesar de los fracasos, de las dificultades, de nuestros propios intereses. Somos lo que somos. Hacemos lo que podemos con las oportunidades que se nos presentan. Y me encantaría encontrarme con un mensaje en el estilo de Dostoyevski: “Se como el sol y todos te verán. El sol tiene que ser antes que nada el sol”.

Como escritor, ¿recuerdas cuál fue el primer texto de ficción que consideraste finalizado?

La ballena, una novela que aborda el suicidio y la cultura japonesa, que tuvo muy buena recepción de la crítica y los lectores. Logré una mixtura súper delicada entre la fantasía oscura y la soledad como eje.

¿Y como editor?

Me gustó mucho la experiencia de editar la primera novela de ciencia ficción chilena, una adaptación actualizada de Desde Júpiter, escrita por Francisco Miralles el año 1877. Aunque esta versión nunca vio la luz, porque la editorial para la que trabajaba en ese entonces no tenía plata para publicarla, mi aprendizaje tuvo varios niveles. Por ejemplo, el archivo original está incompleto, recuerdo que en un punto faltaba una página, justo donde había una descripción de una nave interplanetaria. El asunto es que me debatí por varios días entre molestar a la familia del fallecido escritor o estudiar más a fondo su vida para deducir lo que faltaba en la hoja. Después de descubrir que a Miralles le fascinaba la fotografía, y tras ahondar en cómo eran las cámaras en esa época, entendí que la nave tenía la misma forma del interior de un aparato fotográfico, incluso con las mismas curvas y mecanismos. Editar es un trabajo fascinante, que te sorprende más a menudo de lo que piensas.

¿Escribes bien desde pequeño?

Supongo que nadie empieza escribiendo bien. Tenemos chispazos, pero en el fondo lo hacemos porque algo nos invita a hacerlo, y el aprendizaje es resultado directo de una serie de fracasos. Siempre me ha gustado escribir, eso sí. Hace diez años publiqué una novela mediocre de fantasía, lo cual me llevó a querer mejorar mi escritura y desarrollar estudios técnicos de manera autodidacta. En ese sentido, mi carrera de editor surge como efecto colateral de mi crecimiento de autor. Trabajé en un par de revistas literarias ayudando a corregir el contenido, luego edité un par de novelas metiendo más corazón que cabeza, y eventualmente tuve mi prueba de fuego: editar y reescribir un libro que venía enfermo, hacer de escritor fantasma. Esto tuvo un buen resultado, tanto para la editorial como para lo que se esperaba de mi trabajo. Desde ese punto, fui creciendo cada vez más en el campo de la interpretación de textos.

¿Qué te gusta de tu escritura?

Tener un estilo propio y el monstruo interior controlado. Puedo sacrificar elementos personales en favor de una historia. También me considero un escritor bastante versátil. Hoy por hoy, tampoco me dejo llevar por las modas, ya entendí que es como perseguir un caballito blanco en un carrusel que va demasiado rápido y que pasa lleno de gente.

¿Y qué condenas?

Puede que sea mi condición de fragilidad, esa energía que me arrebata todo el proceso de escritura. Hay varios placeres involucrados en el acto de escribir, incluyendo el placer de la muerte. Pero bueno, uno va envejeciendo y al final tendemos a arrepentirnos de lo dijimos en el pasado, como si pudiéramos acabar con el niño que llevamos dentro.

¿Por qué publicas en Áurea Ediciones?

Porque soy como el Pititore o Alexis: juego bien donde me tratan con cariño. Siendo sincero, lo hago porque creo en la idea detrás de ese proyecto editorial. Me explico. Por una parte, tenemos a los cachalotes que se tragan todo el mercado sin medir las consecuencias, secando los bancos de peces uno por uno, hasta que ya no queda nada; por otro lado, tenemos a editoriales que en mi opinión están súper alejadas de los intereses del lector, y que además no saben sobrevivir sin apoyo del gobierno de turno y los fondos culturales, algo que me parece sumamente paternalista. Ahora bien, yo entiendo que la literatura es una odisea tan noble como romántica, pero si el ecosistema del libro ni siquiera busca vender libros, ¿cómo se va a sostener en el tiempo?

¿Crees que escapas del canon de Áurea?

Puede ser. En realidad, me considero un autor que escapa tanto del canon académico como del comercial. Estoy a medio camino entre ambos, lo que tampoco me complica tanto. Un escritor debe escribir y punto.

¿Qué piensas acerca del arte y las máquinas?

El otro día leí que los autores andaban un poco nerviosos con todo esto de ChatGPT
y la inteligencia artificial, ya que en cierta forma estaba a punto de descubrirse “el algoritmo de la narrativa y la poesía”, del arte. Ciertamente, muchos artistas deberían temer la llegada de la tecnología a la creatividad, así como lo han hecho desde que podemos saber qué tramos de una obra son plagio y cuáles nacen de manera orgánica. Es un miedo que comienza en 1997, cuando Deep Blue le gana en ajedrez a Kaspárov. Hoy nos asusta que las máquinas escriban mejor que nosotros, un miedo que no tiene pies ni cabeza, porque la literatura siempre se las ingenia para sobrevivir. Lo que pasa es que recién vamos a descubrir dónde están los verdaderos escritores, lo cual me parece perfecto. En ese sentido, creo que solo puede existir, por ejemplo, un Mijaíl Tal, un artista que juega lejos del patio del orden, peligroso e impredecible. Hay un tipo de caos violento que nada más puede ser recreado por el espíritu humano, porque nos pertenece. Es más, todavía no reconocemos la belleza del ‘one hit wonder’, como si fuera un pecado que una flor se abriera frente al sol antes de morir. Pensamos demasiado en el futuro y en el éxito. Y como el mismo Mijaíl Tal les decía a sus alumnos, bromeando con lo efímera que es la carrera de un jugador de ajedrez: “a tu edad yo ya era un excampeón del mundo”. No va a existir otro jugador así, pero lo buscamos. Lo necesitamos porque nos gustan las cosas bellas; no perfectas, simplemente bellas.

 

 

El Oráculo de la Fortuna
Autor: Aldo Berríos
Páginas: 113
Formato: Paperback, 13×21 con solapas
ISBN: 9789566021834
Género: Narrativa contemporánea
Sello: Odonata
Publicación: Octubre 2021

EL ORÁCULO DE LA FORTUNA

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