Ocurrió el año 1946. Una fogata es alimentada por decenas de libros de poesía, se trata del primer libro de Alfonso Alcalde: “Balada para una ciudad muerta” de Editorial Nascimento y prologado por Pablo Neruda. No tenemos certeza de la causa de esta ardiente y regada ceremonia, tampoco sabemos si Neruda pudo perdonar alguna vez al poeta protagonista de esta extrema autocrítica piromaníaca.
Alfonso Alcalde nació en Punta Arenas en 1921. A los 17 años abandonó su hogar para lanzarse al camino, a la manera de los beatniks. Inicia así una larga travesía que lo llevará a recorrer Brasil, Argentina, Bolivia y por supuesto Chile, ejerciendo múltiples oficios como minero, traficante de caballos, nochero, panadero, etc.
Retorna a Chile a los 25 años, instalándose en la ciudad de Concepción, donde transcurren los años entre la espada y la pared oficiando de periodista, obrero y escritor.
Recién el año 1963 volverá a publicar un nuevo libro de poemas: “Variaciones sobre el tema del amor y la muerte” editado por la Sociedad de Escritores de Chile y la Editorial Universitaria.
Luego vendrá una vasta producción en cuento, poesía, novela, teatro, crónica. Es “un aluvión llamado Alcalde”, señalaba Alfonso Calderón en un comentario para la revista Ercilla. El escritor Alfonso Alcalde logra el reconocimiento de críticos y pares, aunque manteniendo siempre su posición de marginal fuera de juego.
Durante el período de la Unidad Popula,r contribuye al proceso dirigiendo la memorable colección de reportajes documentales “Nosotros los chilenos “de la Editorial Quimantú.
El Golpe de Estado sorprenderá a Alfonso Alcalde en Uruguay. No volverá a Chile hasta 1979. Su exilio lo llevará a España, Israel y Rumania.
De vuelta a Chile encontrará otro país y deberá enfrentar la ingratitud y grandes obstáculos en el mundo editorial y literario para poder publicar sus obras y trabajar.
Alfonso Alcalde es situado dentro de la Generación del 50.
“Literariamente fue un innovador trágico y popular”, señaló Volodia Teiltelboim y agregó: “Era amable, casi dulce, hablaba en voz baja. Tenía un aire de ser indefenso”. El día 5 de mayo de 1992, Alfonso Alcalde se suicida en la ciudad de Tomé. Su obra permanece vital y resplandeciente para descubrirla y disfrutarla.
VARIACIONES SOBRE EL TEMA DEL AMOR Y LA MUERTE (fragmentos)
AQUELLOS
Suicidas
decapitados a borbotones
aún anclados dentro de la muerte,
aquellos que se devoraron
frotándose como piedras
para iniciar el primer fuego.
EL AMOR LOS BENDIGA
AQUELLOS
que copularon
hasta exterminarse
rodeados de humo
una botella vacía, hastío
y melancolía
EL AMOR LOS RESUCITE
AQUELLOS
que abrieron sus entrañas
y luego velaron
sus enemigas bocas
profundas
LOADOS SEAN
AQUELLOS
náufragos
que de rodillas
pidieron clemencia
y jadeantes aún
invadidos de tormenta
traicionaron su madero salvador
y lo quemaron, aventándolo
y sobre el fuego ardieron
frente al viento
desnudos y cenicientos
EL AMOR LOS PROTEJA
VIEJA COSTUMBRE DE LA ROSA…
(De Ejercicios con el tema de la rosa. Editorial Zigzag, Santiago, Chile 1968)
El poeta compara su infortunio
Con la fugacidad de la vida,
Más breve que la sospecha de una rosa.
Vieja costumbre mía de la rosa,
hundirme en su espejo navegante,
contar los años por su presencia
así de golpe ser nuevo y anciano.
Cada día más prestado a la tierra.
Ir preparando el lugar casi final
de la otra casa que viene remando
y por velamen le pongo una rosa,
para apurar la muerte y demorarla
para ir modelando mis escombros
y en un puñado sembrar todo olvido,
sin semillas perseguido y como suelto
en el origen de mi mismo, apenas
peregrino de esta rosa que no dura.
¿QUIEN RECUERDA LA CANTIDAD DE TU FUEGO?
(De El panorama ante nosotros, Editorial Nascimento, Santiago, Chile, 1969)
¿Quién recuerda la cantidad
de tu fuego, el metro de tu agua
descubriéndote arreciada, montaña
eres, horma solariega, hormiga
interminable de una profundidad
que comienza en tu boca y termina
en la palabra, amor, una noche.
Metros dolidos que franquearon
tu puerta, que indujeron tu aldaba
hasta soplarte en el infinito
hasta volcarte en una sola piedra
en una tuerca trémula, y tonante
que levanta el muro de los días
y tu envejeces a lo largo y ancho
del universo, midiendo la escasez
del cielo, el desvarío del invierno
el cuerpo que te desplaza
desarmándose la sangre hasta hacer
de tus huesos harina, sal soluble
y quedar detenida en una casa
donde se refugia el hombre
dentro de ti.
EL PRISIONERO MANA SECRETA LUZ
(El panorama ante nosotros, Editorial Nascimento, Santiago ,1969 )
Se gasta el hombre- vecino-. Es el primero
en poner la piel y su recado.
El llanto a los ojos corre atado,
Devorándole el sudor vive el dinero.
Entre las estrellas, el prisionero
mana secreta luz, barro obstinado
y del prístino corazón templado
iras y odios en vaivén duradero.
El sol perfora su frente errante
sembrándolo entre las sombras
tumbado su roto eslabón inerte.
Por fin desemboca en la muerte
con una pequeña semilla caminante.
Pero su esqueleto jamás lo nombra.
SALMO DE LA PALABRA
(De Siempre escrito en el agua, Editorial Lom, Santiago, 1998)
Aquí habla el esclavo de tu yugular,
el que sacrificó en el agua tu nombre en fuego,
el que aterrizó en tu aljibe, el que nunca supo
donde estabas,
el que catalogó tu lumbre, el que trastabilló en tu aula,
el que usurpó a tientas tu silencio, el que se comió
la lengua, el horizonte de tus verbos,
el que equivocó su instrumento y su cardumen,
el que nació al revés para morir como un niño,
el que arañó tu alma a medianoche cayendo en los abismos,
el que compartió tu corazón, tus flauterías,
el aguacero de tus lágrimas, el sacristán de tu folio,
el anzuelo de tu garra, la primera curva del rocío,
el que hizo de tus heridas un abalorio
el que ordenó el barro y su lengua infinita,
el que se miró en tu espejo y cayó en la trampa,
el sospechoso de tu sombra, el hazmerreír
de tus helados, la cáscara de tu perdón imperdonable,
el don de tu badajo, la cerilla de tu andamio
el corondel de tus bastiones, el usurpador de tu porfía
el dintel de tu campana, la llaga de tu cuaderno
el escapulario de tus claves, la necesidad de tus ojos
el guía de tu espanto, el nudo de tus señales,
de tus señales, de tus señales…