Traducción de poemas de Mark Levine por el poeta chileno Cristián Gómez

levine

 

 

PAISAJE

 

Estoy atrapado al final de un callejón sin salida hecho de madera

en el resplandor de una luz que me rodea.

Sostengo firme contra mi cuerpo mojado un paquete con los libros

que me ha estado pidiendo un amigo.

¿Dónde es que vive?

¿Al frente de la rejas de acero, al frente del canal que corta

en dos el paisaje?

—Hace mucho tiempo que no lo veo.

Dice que necesita los libros.

Le pregunto a un grupo de hombres que sólo habla con números.

Como su pieza casi no tiene luz va a ser difícil

que me quede mucho rato con mi amigo. Cuento mis pasos en voz alta.

Es como hablar con él.

LANDSCAPE

 

I am caught at the end of a wooded cul-de-sac

in the glare of a light circling me.

I am holding a package tight to my damp body: the books

a friend has been asking for.

Where does he live?

Across the steel fence, across the canal that slices

the landscape in two?

—I haven´t seen him in a long time.

He says he needs these books.

I ask a group of men who speak only in numbers.

It will be hard to stay long with my friend

in his harshly lit room. I am counting my steps aloud.

It is like speaking with him.

 

EL BALDE SAGRADO

 

El balde sagrado. La menta de la colonia.

El combustible radiante. La flecha. La rueda.

El biselado. La palma. El incremento. La torcedura.

El timón del arado. El surco. El celo. La isla imaginaria.

La catedral flotante. El mercurio prosperando.

El silo. El deseo. La entrada. El peldaño.

El cero. El domo. La carpintería terminal.

La soprano en ruinas. Las defensas. El vago.

La caza de champiñones. La instrucción congelada.

La brisa en el guardarropa. La plata. La plata.

El archipiélago agrietado. La vista. La ley.

El pilar. El turno. La presa impecable.

La memoria valiosa. La codicia del follaje.

La preocupación. El sirviente. La pala. El mismo tipo.

La comisaría de emergencia. El motor. La leche.

La madre. La materia. La tela. El doblez.

 

The Holy Pail

 

The holy pail. The mint of colony.

The radiant fuel. The arrow. The wheel.

The bevel. The palm. The increase. The warp.

The tiller. The rut. The imaginary island.

The cathedral afloat. The prospering mercury.

The silo. The wish. The entrance. The rung.

The zero. The dome. The terminal carpentry.

The blighted soprano. The damming. The slack.

The hunting of mushrooms. The frozen instruction.

The breeze in the wardrobe. The silver. The silver.

The cracked archipelago. The eyesight. The law.

The pillar. The shift. The impeccable prey.

The valuable memory. The greed of the foliage.

The worry. The servant. The shovel. The like.

The emergency precinct. The motor. The milk.

The mother. The matter. The fabric. The fold.

 

HORIZONTE

 

La Gran Guerra vista a través de un caballo de cristal

balanceándose sobre el dedo de un niño: la Gran Guerra

en la verde, verde bahía; y el reloj sobre la repisa

y las nubes congeladas.

Siempre en el horizonte el entusiasmo de las trompetas negras.

El día estaba despejado. Una franja resplandeciente abierta

por el cielo quedaba ensombrecida por los olmos,

partida en dos por los sauces. Dejamos que

nuestra mirada se perdiera sobre el mar.

 

Casi atrasados. Casi. Casi llegamos.

Pétalos de rosa arrastrados por la fuerza del oleaje;

vigorizantes en busca de tierras. Tuve la visión de una trinchera

y la compartí con mis pares, quienes la tipearon

 

en el archivo de las “posibilidades”. Era el día treinta;

todavía lejos de los símbolos místicos. Preparamos

nuestras casas para la oscuridad, las casas con los postigos

cerrados de nuestras padres. Estaba expandida

 

la fe en el progreso; progreso en la acidez del alma forjada

en la guerra. La Gran Guerra vista desde la más roja

de las constelaciones —la Gran Guerra vista a través de las hebras

de mis shorts preferidos—la Gran Guerra

 

en la cúspide de la inteligencia—la Gran Guerra

atrapada por las plumas de un ave furiosísima.

Y sí, el sonido de una pequeña ciudad quemándose.

Y sí, el sonido de un niño y un volantín.

 

Planeábamos en el cielo sobre un charco de miedo,

miedo de la infancia—captura, eliminación

y renacimiento: una caja vainilla abandonada

en las frías aguas asiáticas del siglo que viene.

 

Tristeza. Nunca el mismo pasto.

La invención de la cárcel. La grieta

en la ventana que no se hace más gruesa pero

sí se alarga. La venta de nuestro telescopio invisible.

 

HORIZON

 

The Great War seen through a glass horse

balanced on a child’s finger: the Great War

in the green, green bay; and the clock

on the mantel, and the frozen clouds.

 

Always the rousing black trumpets of the horizon.

The day was clear. The sky opened a dazzling lane

shaded by elms and by sundered willows.

We unloosed our gaze on the sea.

 

Almost late. Almost. Almost there.

Rose petals riding the salt-wave; hot tonic in search of land—

I had a vision of a trench and shared this vision

with my peers who typed it into the

 

“possibilities” file. It was the thirtieth day;

mystic symbols still a long way off. We prepared

our homes for darkness, the shuttered homes of our fathers.

A belief in progress

 

was general; progress in the acidity of the war-wrought soul.

The Great War seen from the reddest

constellation—the Great War seen through

the thread of my favorite trousers—the Great War

 

on the cusp of intelligence—the Great War clipped

by the feathers of a very angry bird.

Yes, and the sound of a little city burning.

Yes, and the sound of a child and a paper kite.

 

We hovered in the sky in a pool of fear,

a fear from childhood—capture and disposal

and rebirth: a sanded vanilla box set adrift

in the cool Asiatic waters in the next century.

 

Sadness. The ever-changing grasses.

The invention of prison. The crack in the

window that grows longer, not wider.

The sale of our invisible telescope.

 

COMBINACIONES

 

Un cesto de arena proveniente de una playa plateada.

Flores rojas en una plaza de musgo.

 

Pañuelos relucientes. Una maltratada máscara de jacarandá.

Una pálida briza. Ánades reales en pleno vuelo.

 

Una cabaña de madera laminada cubierta de aserrín.

Óvalos estampados en una caja llena de arcilla.

 

He estado desenredando el cable de una madeja.

La próxima vez voy a usar el telar.

 

Sacando la tapa para estudiar la flor de la maravilla.

Maravillas amontonadas en sus bolsillos como puños.

 

Una flecha azul de troncos pintados.

Una demostración de juegos de azar.

 

Un perro blanco en mi jardín, un perro blanco en su jardín.

El invierno encima.

 

COMBINATIONS

 

A basket of san don silvered beach.

Red flowers in a square of moss.

 

Glistening scarves. A battered rosewood mask. Pale breeze.

Mallards in flight.

 

A plywood hut feathered with sawdust.

Ovals stamped in a clay box.

 

I have been unwinding wire from a spool.

Next I will sit at the loom.

 

Removing the lid to study marigolds.

Marigold stuffed in her pockets like fists.

 

A blue arrow of painted logs.

A demonstration of games of chance.

 

White dog in my garden, white dog in their garden.

Winter above.

 

Mark Levine (New York, 1965) es autor de Debt (1993), Enola Gay (2000) yThe Wilds (2006). Hace clases en la Universidad de Iowa, en el Iowa Writers’ Workshop. Anteriormente fue profesor en la Universidad de Montana. Ha sido galardonado con el Whiting Writers Award y la beca del National Endowment for the Arts. A propósito de la publicación de Enola Gay, John Ashbery escribió lo siguiente: “Los nuevos poemas de Mark Levine son el conjuro para un mundo apocalíptico, posterior al cataclismo. Aquí las cosas tienden a estar oxidadas, mojándose, pudriéndose con hongos, incompletas, o lisa y llanamente no funcionan. (…) Los fantasmas que están a la espera son dignos de memoria, y leer Enola Gay es una experiencia inolvidable”.

 

Nota: “Paisaje” pertenece a su primer volumen, Debt. El resto de los poemas aquí traducidos figuran en Enola Gay.

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