Extracto de “El círculo de las Bacantes”, de Susana Sánchez Bravo

Hermes es el mensajero de los dioses, le gusta sorprender a los mortales con sus noticias que más parecen sentencias. Su día es el miércoles. Le temo a ese día mucho más que a los martes que la generalidad aborrece: “Martes, no te cases ni te embarques”. Aries es definitivo y brutal. Golpe de Estado, ataque terrorista, peleas, en fin, siempre te deja en un lado, en un bando, y no te queda otra cosa que luchar. De los días de la semana prefiero los viernes. Es el día de Venus y nos reunimos con mis amigas en un círculo exclusivamente femenino.

Fue un día de Hermes en el que Pía me trajo un aviso de muerte.

–Ximena, acabo de volver del hospital con la María Paz. Prepárate, tiene cáncer y la cara del doctor Rojas me dijo que el tiempo es corto. Llama apenas puedas, ella lo sabe y tenemos que ir a celebrar. ¡Avísales a todas!

Me senté sin soltar el bolso, las llaves colgando de mi mano derecha y sintiendo que algo se despegaba de mí, dejando lo que quedaba, hundido en un sillón.

Busqué el celular y dejé un mensaje a mis amigas: “Tenemos desgracia que celebrar, 21:00 horas en el lugar de costumbre”.

Fue después de 1973 cuando comenzamos a celebrar las desgracias. Y es que no había otra cosa que celebrar. Los amigos salían al exilio en el mejor de los casos; a otros los asesinaban o desaparecían.

Nos fuimos quedando solas, Inés, Viola y yo.

Nos habíamos conocido en la universidad, en los últimos años y a pesar de que yo estudiaba en el Pedagógico y ellas dos en la Escuela de Periodismo, nos veíamos siempre en las reuniones informativas de ese tiempo pregolpe.

A finales de 1974 mataron a Fernanda Nieto y a su marido. Dos cuerpos anónimos por meses en el Instituto Médico Legal.

Tenían un niño de dos años y lo cuidaba la Tere, una viuda joven mandada por la madre de Fernanda desde su Valdivia natal. Por ella se enteró Viola de que no habían vuelto a la casa.

Los buscamos por más de seis meses, hasta que resolvimos mandar a Tere con el niño donde su abuela y cerrar la casa de Fernanda.

La tarde en que la encontramos, habíamos visto tantos muertos con rostros desesperados que nos sorprendió su cara frigorizada y perfecta, su cabello oscuro enrollado en el cuello y si alguien se hubiera tomado la molestia de cerrarle los ojos, habríamos jurado que dormía.

Esa noche celebramos por primera vez, agotándonos de tanta risa, recordando cuando Fernanda se le declaró a Damián diciéndole que reservara el sábado 15 y la cara de él contándonos el diálogo: “¿Para qué sería?”, “¡Para casarnos, huevón, para eso, y es tu última oportunidad porque se acabó el cacheteo!”.

La Inés se doblaba en dos llorando a carcajadas, mientras tomábamos un trago asqueroso que había inventado Viola, pisco con licor de cassis y que nombró “violets in the nights”.

Nos quedamos mirando las luces de Santiago desde el balcón del departamento de Inés hasta que se nos acabaron los buenos recuerdos y los malos se fueron abriendo paso por el esófago, quemantes, ácidos. Recuerdo que vomité desde el octavo piso con una fuerza telúrica.

–Dale no más, negrita, dale, total, aquí viven puros momios –me alentaba Inés, tratando de pararse derecha, y Viola ponía cara de asco y amenazaba:

–Voy a cooperar, ¡voy a cooperar les digo!

Después fue la dispersión. Cada una atravesó su propio destino. Distintas cárceles, diferentes exilios. Nos fuimos perdiendo unas de otras en los médanos de nuestras propias historias hasta coincidir, en octubre de 1988, frente a la Casa Central de la Universidad de Chile, como si nos hubiéramos citado catorce años antes para vernos allí, justo al mediodía.

Ese fue el inicio de nuestra secta secreta.

El Círculo de las Bacantes, bautizó Viola.

Pero el verdadero acto fundacional tuvo su raíz secreta en esa noche en que aprendimos a reír llorando por la pura contumacia de subsistir.

***Susana Sánchez Bravo nació en Valparaíso en 1944. Sus textos han sido publicados en las antologías “Cuentos chilenos”, Editorial Kinkulén, Berlín; “Viernes con Bach”, Editorial Pegasus, Ámsterdam; “Microscopios eróticos”, Ediciones Atómicas, España. Algunos de sus cuentos han sido traducidos al holandés, al noruego, al inglés y al alemán. En Chile, han sido publicados por Ergo Sum, donde es profesora suplente de taller. Ha publicado las novelas “Espacios condenados”(2004) y “Ojo de Medusa”(2011), que recibió la Beca a la Creación Literaria del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes; y en 2007, “Secretos menores y non tanto”(minificciones). Ha sido invitada a la Universidad de Seattle, Washington, a la Universidad de Irvine, L.A, California, y a la Universidad de Reno, Nevada, en 2007. Es miembro del Comité Editorial de Ediciones Asterión.
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