Chile.Varios autores. “Terrorismo de género”

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Terrorismo de Género

 

Preludio a un femicidio

Ella pudo haberse quedado en casa, haberse levantado tarde. Era esperable que así fuera; el sobreesfuerzo que le exigía su condición le provocaba un agotamiento incesante. Por las noches, poco dormía, y cuando conseguía, por fin, acomodarse de costado, mirando la pared y las sombras, pasaban pocos minutos antes de que la noche de los adultos se hiciera día en su vientre, recordándole que no hay tiempos definidos ni para amar ni para besar, ni menos, dentro de sí, para patear. Ella pudiera haber hecho eso y mucho más, pero no.

El machismo mata

Se llamaría Carla Jara Jara como su madre (sí, lamentablemente, ellas tienen nombres, y no es parte de una ficción). Hace poco una mujer de 21 años de edad y con ocho meses de gestación fue asesinada junto a su bebé por su ex pareja. Carla fue arrojada a un río. Las causas del crimen serán dirimidas por la “neutralidad de la justicia”, por otros hombres, quienes develarán la responsabilidad individual del asesino, quien también tiene nombre, una historia de vida y unas causas para justificar lo que hizo, las cuales, mientras él se pudra en la cárcel, seguirán esgrimiéndose como justificaciones en los medios de comunicación, con titulares tales como “ la triste historia del marido de tal o cual mujer asesinada” y, nosotros, como fieles espectadores del noticiario central, comentaremos la infidelidad de molida a golpes, la promiscuidad de la violada y, en el caso de Carla, la irresponsabilidad de las jóvenes que se ponen a tener guaguas como locas. La responsabilidad social será acallada por la condena penal, y Carla será un número más en la cifra de femicidios cometidos en Chile.

Contra el silencio de los medios de comunicación y la indiferencia ante la violencia contra las mujeres -violencia de género- y contra el crimen organizado y legitimado culturalmente (femicidio) nosotrxs diremos que lo que permite que existan estas oscuras estadísticas es el machismo; y repetiremos, una y mil veces, que el machismo mata y que nosotrxs somos cómplices.

La violencia de género

Generalmente, cuando se habla de violencia, se suele pensar, solamente, en la agresión física ejercida por un enfermo psicopatológico o anti social. Casos en los cuales la sociedad intenta protegerse encerrándolo en la cárcel o centro psiquiátrico, legitimando la violencia ejercida contra el anormal, por el bien común, el orden y la paz ¿ pero, es la solución a la violencia?

Por otro lado, hay agresiones que han sido legitimadas por la norma social y son ejercidas por los mismos ciudadanos, e incluso por el Estado. Cuando un(a) enfermo (a) muere en un sala de un hospital público por falta de atención, es violencia; cuando un(a) trabajador(a) recibe un sueldo que no le permite alimentarse adecuadamente, es violencia, y cuando percibe menos por el sólo hecho de ser mujer, es también violencia; cuando una mujer es manoseada en el metro, o acosada con miradas y palabras obscenas referidas a sus senos o su trasero, es violencia; incluso cuando una mujer es subestimada, como por ejemplo en  los espacios académicos o literarios, también eso es violencia.

En el caso del o de la enfermo(a) y del o la trabajador(a), se habla de violencia económica, que puede ser o no de género, puesto que ambos sufren las consecuencias de la precariedad en sus vidas y la falta de recursos para acceder a la salud y al trabajo digno. En el caso de la mujer acosada y manoseada (violencia callejera) de la mujer violada y asesinada, es violencia de género, la cual se ejerce porque hay hombres que se sienten con derechos sobre las mujeres, sus cuerpos y sus vidas,  lo que ha sido inculcado, cultural y socialmente, desde la infancia.  Lo que se traduce en prácticas asimiladas como propias de su género, de su masculinidad (estereotipos de género), por ejemplo, su derecho a sentir placer y satisfacerlo cuándo y dónde quiera (derecho negado culturalmente a la mujer). A esas formas violentas de relacionarse con la mujer que han sido aprendidas y naturalizadas por todos los sujetos de la sociedad -y que contrario a la creencia popular, no son naturales-, se le llama “machismo”.

Nunca será ni natural ni normal la violencia. Antes hay que apropiarse culturalmente de ese cuerpo para sentirse amo y señor del mismo. La sociedad, todxs y cada unx de nosotrxs, permitimos esa apropiación, porque detrás de un hombre celoso hay un niño a quien nunca se le enseñó a tratar con respeto a sus hermanas, primas y compañeras de curso; aún más, en comparación con ellas, tuvo privilegios que le permitieron creerse superior desde la infancia, estableciendo una jerarquía entre hombres y mujeres. Nosotrxs, tanto hombres y mujeres, reproducimos día a día la dominación masculina, la subordinación de las mujeres, y con ello, todas las formas de violencia de género.

El terrorismo de género consiste en grupos organizados en torno a una cultura y prácticas patriarcales que legitiman las relaciones posesivas y violentas con las mujeres.

El género es una construcción social. Para entenderlo, hay que partir diferenciándolo del “sexo” (masculino; femenino). Claro, sin considerar los casos de hermafrodismo, se nace, normalmente, con un sexo definido. Si ud. tiene vagina, su sexo es femenino; si ud. tiene pene, su sexo es masculino.

A partir de ese cuerpo natural, biológico, se construirá nuestro “género”, poco a poco, a través de la socialización a las que nos sometemos desde niños. Si tiene pene lo llamarán Juan, lo vestirán de celeste y le enseñarán a no llorar. Si tiene vagina, su nombre será Juanita, la vestirán de rosa y le enseñarán a ser señorita. Es decir, la mayoría de los sujetos de sexo biológico hembra (con vagina)  llegarán a ser “mujeres” de determinada época y cultura (género femenino) y la mayoría de los individuos biológicamente machos (con pene) se convertirán en “hombres” de un tiempo y espacio definido (género masculino).

¿Qué significa eso? ¿Qué significa ser femenino o masculino? Eso depende de la cultura. No es lo mismo ser mujer y hombre en la Grecia antigua, en China o en Chile.

Pero en la mayoría de los casos, significa que la mujer se verá posicionada en un lugar desventajoso en relación al hombre. Porque significa ajustarse a un conjunto de prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores sociales elaboradas por cada sociedad a partir de una diferencia sexual Así, los bebés, de acuerdo a su sexo, terminaran luciendo y actuando como mujeres u hombres hasta convertirse en mujeres y hombres adultos. La opresión de la masculinidad se complica más aún, si le añadimos a estos sujetos femeninos o masculinos, la diversidad de opciones sexuales que puedan tomar. Si el sujeto de género masculino, y el de género femenino, se ajusta a la norma sexual imperante en nuestra sociedad (heteronorma), será heterosexual (ese hombre y esa mujer, sentirán atracción hacia el sexo opuesto, y negarán sentirla respecto del mismo género).

Pero, puede que una verdadera mujer (género femenino de sexo femenino) sienta atracción por otra verdadera mujer (lesbianismo), ambas luciendo muy femeninas; y que un hombre (género masculino) lo sienta por otro hombre, ambos luciendo muy masculinos. Claro, porque sexo-género- e inclinación sexual, son cosas diversas. Aunque en nuestra sociedad las entendamos como iguales, siendo este un error que condiciona a la marginación y la discriminación cuando hablamos de un diferente.

¿Qué es lo que hace que Ud. sienta rechazo por lo diferente? Es innegable que existen dos sexos, y que existen además, hombres y mujeres, independiente de su tendencia sexual. Lo que es realmente injusto es la jerarquización que ciertas sociedades hacen, como la nuestra hasta la actualidad, privilegiando la dominación de un género sobre otro, en este caso, del masculino sobre el femenino. Esta situación se torna problemática, ya que la jerarquización del hombre por sobre la mujer, está basada en prejuicios de género, como por ejemplo que el hombre es más racional y la mujer más sensible. Prejuicios que pondrían a la mujer en una posición bastante injusta, irreal, y que además, traería consecuencias para ser respetada en ámbitos de la vida pública en que participe y en que deba demostrar su capacidad racional, de la cual la sociedad tiende a desconfía a priori.

Si bien hacemos un llamado a respetar las diferencias -lo diferente- nos referimos a diferencias reales, y no a las que se basan en prejuicios y estigmatizaciones que carecen de sentido.  Somos diferentes como naturaleza humana en cuanto a capacidades, gustos e intereses, independiente del sexo con el que nacemos, o la opción que decidimos asumir como sexualidad. Todos merecemos un trato digno e igualdad de derechos,  por el simple hecho de ser personas, independiente de nuestra clase social, raza, sexo, género u orientación sexual.

Un mundo nuevo se proyecta como una línea de fuga hacia un devenir liberador y antiautoritario, entendiendo al género como una práctica de libertad y liberación, y no como una jaula (identidad de género).

El feminismo diferenciado del machismo: un mundo nuevo es posible.

Es muy importante entender que el feminismo busca una igualdad de trato y de oportunidades entre las personas, independiente del género que tengan. No busca entender a la mujer como un ser superior, ni está en contra de los hombres, sino reaccionar contra la injusticia de creer a las mujeres seres inferiores por el sólo hecho de ser mujeres. Está muy de moda la expresión despectiva “feminazi”, pero la misma está absolutamente fuera de lugar.  ¿Cómo igualar con nazis fascistas a las valientes mujeres que como sujetos políticos han dado la justa pelea por tener derechos tan básicos como votar, recibir un mismo sueldo por idéntico trabajo, no ser maltratados por sus parejas, ni ser esclavizados sexualmente, y disponer de sus propios cuerpos?.

Cabe mencionar que es gracias a las luchas históricas de las mujeres, de diferentes movimientos sociales y organizaciones, que se han conseguido reivindicar derechos básicos de los cuales hoy en día disfrutamos las mujeres. No obstante, aún quedan muchas batallas por ganar.

Hombres y mujeres feministas es lo que se necesita para alcanzar un mundo más justo.


Autores Nicolás Navarro (narrador y estudiante de Filosofía), Fanny Campos Espinoza (escritora), Irma Parra (activista comunitaria) y Nicol Cisternas (estudiante de Sociología), integrantes del curso “Teoría de Género” que dirige Mercedes Mercado, Psicóloga en la Universidad Abierta.

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